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¿Cuarentena? “Una semana es lo más que podría aguantar sin trabajar”

Dueños de negocios informales se quejan de la caída de las ventas y piden ayuda al Gobierno para quedarse en casa y poder comer

Un trabajador ambulante en una calle de Managua, cubierto con una mascarilla en medio de la amenaza por la covid-19- // Foto: EFE | Jorge Torres

Iván Olivares

5 de junio 2020

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“Esto está mal, hermano. No hay nada qué hacer. Tenemos días que no se vende, y si se vende, solo para los frijolitos, nada más, y no ajustamos ni para el aceite”, asegura José Ignacio Hernández, propietario de un negocio de venta de ropa usada.

A la par suya, Dina Robles, que ofrece un servicio de costura rápida, relata que “los últimos dos meses han estado terriblemente mal. Hay días que no se vende nada. Ahorita acaban de pagar, y no se ve movimiento. La gente casi no sale a la calle”.


María Gabriela Meléndez es dueña de una pequeña manufactura a la que bautizó “El Estilo de Gaby”, donde fabrica camas para perros. Si bien el mercadeo es completamente online, una cuarentena total frenaría su trabajo, porque no tendría acceso a la materia prima que necesita.

“No podría salir a buscarla en la calle, aunque desde marzo, estamos prácticamente en cuarentena en mi casa. Solo mi hermano y mi marido salen a trabajar”, relató.

Un sondeo entre trabajadores por cuenta propia efectuado por CONFIDENCIAL, encontró que la mayoría está de acuerdo con la necesidad de aplicar una cuarentena en el país, pero reconocen que son muy limitadas sus posibilidades de quedarse en casa por mucho tiempo.

El problema es que quienes no tienen un salario garantizado no pueden quedarse en casa, porque dependen del ingreso que generan cada día para solventar sus necesidades personales y familiares.

Desde que empezó el virus, cayó el negocio

Mientras rasura a uno de sus pocos clientes, Oswaldo Peralta, dueño de la barbería Tómix, narra que “el negocio ha estado bajo en los últimos dos meses. Desde que comenzó el virus, la gente se comenzó a distanciar. Ya no vienen con frecuencia. Muchos han perdido su empleo, porque las empresas no tienen capacidad para mandarlos de vacaciones: simplemente cierran, y eso ha afectado mucho la economía de los mercados”.

Ángel Gabriel Briones y Julio Alonso Soza, tienen algo en común: son a la vez su propio empleador y su único empleado. Briones, ofreciendo postres en las calles. Soza, vendiendo frutas en una parada de buses.

“Esto está palmado. Aquí no se hace nada ya. Las ventas se cayeron. La economía se vino de viaje abajo. ¡Al suelo! Aquí ya no hacemos nada. Venimos a medio sobrevivir, a medio comer, nada más, porque la gente no quiere salir a la calle”, refiere Soza.

Briones por su parte, comparte que el negocio “ha estado algo malo, por lo que está la lluvia, así que se bajan un poquito más las ventas, pero uno medio trata de buscar cómo hacer. Cuesta, pero siempre se vende, gracias a Dios”.

Para los trabajadores por cuenta propia y dueños de negocios informales la economía se agravó a partir del mes de marzo de 2020, cuando una parte de la ciudadanía comenzó a aplicar una semicuarentena, así como medidas de distanciamiento físico, dando prioridad a la compra de productos y servicios de primera necesidad, en detrimento de lo que se considera superfluo.

El resultado fue negocios vacíos, pérdida de ingresos, y aumento del riesgo de ver a muchas más personas en el desempleo total.

El precio de irse de cuarentena

A pesar de la relación directa entre ‘salir a trabajar hoy para comer esta noche y quizás mañana’, todos entienden la necesidad de aplicar alguna suerte de cuarentena, como una forma de salvar vidas. La diferencia es cuánto tiempo puede aguantar cada uno.

Al depender de la pensión que le paga el INSS, el jubilado Reynaldo Méndez no duda en que él sí se guardaría en casa. “Claro que me quedo. Ahorita salí, por el seguro, porque tenía cita, pero yo no salgo”, aseguró.

Briones, el vendedor de dulces, dice que él no podría acatar la cuarentena. Ni siquiera un día.

“Yo, la verdad que no. Obligatoriamente, tendría que estar saliendo a la calle, porque si uno no sale a vender, uno no come, pero si uno se queda en su casa, se van a quedar todos sus familiares en la casa, sin comer y sin nada”, graficó.

“Ni un día duraría sin trabajar, porque simplemente me importaría un comino. Saldría a la calle a hacer mi trabajo, pero dígame usted, ¿para qué una cuarentena?”, cuestionó.

Meléndez, la dueña de ‘El Estilo de Gaby’ dejaría de fabricar sus camas para perros. “No podría. Tendría que quedarme en casa, y depender totalmente de mi marido”, aseveró.

Soza, el vendedor de frutas, comparte que “lo más que aguantaría, tal vez, una semana, y mucho. Una semana es lo más que podría aguantar. Una cuarentena, quién sabe, porque nosotros tenemos deudas, alquilamos cuarto. Tenemos que pagar, porque la Alcaldía no nos va a esperar todo el tiempo que dure una cuarentena. Tenemos que pagar mensual”.

“Ahorita como está la situación, creo que no aguantaría ni una semana, porque me moriría. Me moriría de hambre, porque tenemos que buscar cómo sobrevivir”, señala Hernández, el vendedor de ropa usada.

Mientras muestra las mascarillas que ha comenzado a fabricar en su máquina de coser industrial, Dina Robles cree que puede acatar una cuarentena de varias semanas, gracias a la ayuda que le envían dos hijas desde Estados Unidos.

“Ellas me dicen ‘mamá, es preferible que cerrés, a que te vayas a morir. Queremos verte otra vez. Cerrá las puertas, ahí vas a comer’, pero yo me pongo a hacer trabajitos, porque también tengo a mi mamá, una viejecita, así que tengo que trabajar un poquito para ayudarle yo a ella”, dijo.

El más optimista de todos es Peralta, dueño de la barbería Tómix, quien calcula que aguantaría “por lo menos unos quince o veinte días. De ahí, los comerciantes tendríamos que salir a buscar qué hacer, porque usted sabe: no dependemos de un salario fijo”, reflexionó.

¿Cuarentena? El Gobierno debería ayudar

Al hablar de cuarentena, el jubilado Reynaldo Méndez opina que “la gente que tiene negocio en su propia casa, no tiene ese problema de estar saliendo, porque ahí mismo tienen el negocio. El problema es tener que salir”, como en el caso de los transportistas, reconoce.

María Gabriela Meléndez es una de ellas, porque puede seguir fabricando sus camas para perros, desde su casa, pero igualmente reconoce que “para las personas que están acostumbradas a salir, o que tienen un negocio fuera de casa es más difícil, porque necesitan salir a trabajar, y es difícil tener que decidir entre la salud, y llevarle de comer a mis hijos. Eso es duro”, valoró.

José Ignacio Hernández, dueño de la tienda de ropa usada, considera que para el asalariado del Gobierno es más fácil acatar una cuarentena. “Ellos están felices, porque tienen su salario, tienen su canasta básica y todo, y el pobre que vive al día, no tiene nada. Tiene que buscar para sobrevivir”.

Oswaldo Peralta, de la barbería Tómix, destaca que “para los que trabajamos día a día, es difícil pensar en una cuarentena. Los que tienen salario fijo, sí pueden estar en una cuarentena, pero para nosotros, que trabajamos diario, es muy difícil. Podemos quedarnos una semana, a lo mucho, pero los comerciantes siempre vamos a salir, a buscar en qué trabajar, aunque haya poca afluencia de gente”.

Desde su negocio de venta de ropa usada, José Ignacio Hernández está de acuerdo en que “hay que acatar la orden de la Organización Mundial de la Salud, y claro que estoy de acuerdo con que nos vayamos a cuarentena”.

A la vez, demanda que el Gobierno apoye a la gente más pobre, que quizás tengan para comer hoy, pero quizás no puedan comer en la noche. Hay muchos niños pobres también. Yo estoy de acuerdo, [con la cuarentena] pero que apoye el Gobierno”, fundamentalmente con comida.

Dina Robles, de costura rápida, cree que el Gobierno “deberían ayudar, como muchos presidentes están ayudando a las familias, a la gente más pobre, porque hay mucha gente que vive el día a día”, valoró.

Acatar una cuarentena prolongada, solo es posible si cuentan con algún tipo de apoyo por parte del Gobierno, y aunque tienen fresco en la mente el recuerdo de los 300 dólares que recibieron miles de familias pobres salvadoreñas, descartan que en Nicaragua pueda hacerse eso mismo.

El barbero Peralta, dice que “hasta donde tengo conocimiento, el gobierno no ha dicho nada de cuarentena”, pero admite que, si finalmente se decidieran “no hará como el gobierno de El Salvador, que dio 300 dólares a ciertas familias de escasos recursos, pero imagino que repartirían granos básicos de Enabas, a las familias más necesitadas”.

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Iván Olivares

Iván Olivares

Periodista nicaragüense, exiliado en Costa Rica. Durante más de veinte años se ha desempeñado en CONFIDENCIAL como periodista de Economía. Antes trabajó en el semanario La Crónica, el diario La Prensa y El Nuevo Diario. Además, ha publicado en el Diario de Hoy, de El Salvador. Ha ganado en dos ocasiones el Premio a la Excelencia en Periodismo Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, en Nicaragua.

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