2 de octubre 2021
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La crisis logística global, que aumentó hasta en ocho veces el costo de transporte intercontinental de mercancías, está empujando a las empresas a buscar alternativas para no depender tanto de sus proveedores en Asia.
En 2020, el cierre de fronteras de la mayor parte de los países, para tratar de contener la expansión de la pandemia de covid-19, frenó al comercio mundial, causando un desequilibrio en el envío de mercancías.
El resultado, meses después, es que miles de contenedores vacíos se aglomeran en los puertos de América y Europa, mientras la mercadería se acumula en los puertos asiáticos, sin tener cómo embarcarlos hacia los consumidores en occidente.
El incremento en los costos, y en los tiempos de entrega —que puede afectar el desarrollo de la actividad comercial de la temporada navideña— tiene a los industriales buscando nuevos proveedores de materias primas, mientras el comercio busca mercados más cercanos para adquirir los productos que le compraban a China.
“Antes, un flete desde China podía costar 4000 dólares, y ahora entre 18 000 a 20 000 dólares, porque los contenedores quedaron en Latinoamérica, así que no hay contenedores en China, pero también por el desajuste, producto de la pandemia, y de los cierres de las empresas”, refirió Carmen Hilleprandt, presidenta de la Cámara de Comercio y Servicios de Nicaragua, (CCSN).
Ante esa situación, “muchas empresas, muchos comercios, están buscando otras opciones, y ahí es donde puede haber oportunidad de no estar supeditados solo a China, que ha sido siempre lo más barato, sino de buscar proveedores alternativos, para no depender de un solo fabricante”, añadió.
Joe Henry Thompson, asesor de la Confederación de Asociaciones de Agentes Aduanales de Centroamérica y el Caribe (Conaaacac), conoce de esta situación, y advierte que “el alza de los costos puede sacar a los grandes del mercado, porque son menos flexibles para acomodarse a los cambios. Se quedarán los que tengan mejor planificación y flexibilidad de ajuste productivo”.
Explica que, en Nicaragua en general, “ni siquiera durante el pico de la pandemia dejamos de colocar nuestros productos, pero la importación de materia prima requiere almacenar mayores existencias para producir a niveles competitivos sin incrementar costos”, lo que también tiene un costo.
Gerentes deben hilar más fino
Este escenario está obligando a las empresas a planificar sus importaciones con un nivel de especificidad que supera a lo que se hacía previo al inicio de la crisis global. “Antes, la preocupación estaba centrada más en los tiempos de entrega; el famoso ‘justo a tiempo’ que es cada vez más difícil de cumplir”, refiere Thompson.
Él también conoce de empresas que están revisando qué otros mercados les ofrecen la misma materia prima con la misma calidad, para traerlos desde ahí, y sustituir el mercado inicial de origen. Esto les da la oportunidad de ampliar su mercado de proveedores, con la misma calidad y tiempo, y a veces, en mejores condiciones comerciales.
Y si no estar amarrado a un solo fabricante es una decisión estratégicamente correcta, la crisis logística mundial también está abriendo oportunidades para que las empresas nicaragüenses se conviertan en el proveedor alternativo de alguien más, aprovechando no solo la cercanía (nearshoring), sino también, el hecho que el acuerdo de libre comercio con Estados Unidos, nos convierte en una plataforma exportadora a ese país.
Eso es especialmente importante, si se considera que la naviera Maersk, que maneja el 10% del comercio mundial, dijo públicamente que lo más probable es que este problema logístico se resuelva hasta el segundo semestre de 2022, así que “el 80% de las empresas que trabajan con empresas asiáticas, están considerando el nearshoring”, explicó Guillermo Jacoby, presidente de la Asociación de Productores y Exportadores de Nicaragua (APEN).
En este caso, se refiere a que quienes puedan, están buscando cómo trasladar sus operaciones de Asia a América Latina, del mismo modo que los europeos están volviendo sus ojos a África, pensando en trasladar ahí las operaciones que ahora desarrollan en Asia.
“Esta alza de precios muestra que la dependencia de Asia es bien clara, y llevará a un ordenamiento de la externalización de servicios y de la producción externa a nivel mundial”, dijo Jacoby, relatando que, en paralelo, APEN está ofreciendo a sus socios, información sobre los mercados a los que exportan, para que encuentren nuevos destinos.
“Esta semana estaremos firmando un convenio con una empresa sudamericana para ofrecer inteligencia de mercadeo en Suramérica, porque no hemos explotado esos mercados, que tienen mucha demanda, para poder enviar nuestros productos a destinos más cercanos, de modo que no nos cueste tanto”, explicó.
Buscando alternativas en Centroamérica
Algunas empresas como Lácteos Centroamericanos S.A. (Centrolac), se vieron obligadas a comenzar ese proceso desde hace muchos meses, sin que, hasta ahora, hayan logrado consolidar una alternativa que esté en línea con sus planes productivos, tal como lo explica su director ejecutivo, Alfredo Lacayo.
Recuerda que, hace dos años, él compraba los empaques de cartón a Astro Packing, que le entregaba su pedido en ocho días, pero el cierre de la empresa en abril pasado, lo obligó —a él, y a todos sus colegas que no tenían grandes cantidades de producto almacenado en sus bodegas— a buscar nuevas opciones en Centroamérica.
De ahí que no sea fácil encontrar otros proveedores, porque todos están buscando a esos mismos proveedores, explicó.
El cierre de Astro Packing trasladó la demanda a Honduras y a Costa Rica, pero las industrias de esos países que pueden suplir esa nueva demanda, no tenían suficiente materia prima (papel) para satisfacer el aumento inesperado, así que ellos mismos salieron a buscar esa materia prima adicional.
Estas empresas compran la pulpa en Asia para procesarla en sus países (Costa Rica, Honduras, etc.), pero si se atrasa el barco que la trae desde Oriente, también se atrasa el contenedor que trae el producto terminado, desde las naciones vecinas hacia Nicaragua, explicó el administrador.
Y si los fabricantes asiáticos ponen en lista de espera a los industriales centroamericanos, estos hacen lo mismo con sus nuevos compradores nicaragüenses, a quienes advierten que atenderán primero a sus clientes más antiguos, retrasos que afectarán la importación y la exportación, porque cualquier producto (mangos, textiles, leche, etc.), requiere embalajes.
Centrolac se quedó comprando sus empaques a una empresa costarricense, que se tomaba entre 30 a 45 días para entregar el pedido, “pero hay atrasos en todos los despachos, así que requiere 21 a 30 días adicionales”, por la escasez de papel generada por el aumento mundial en la entrega de paquetes a domicilio, todo lo cual requiere de más papel.
“Este tipo de decisiones es difícil, porque no sabemos cómo va a reaccionar la demanda”, admite Lacayo. Prueba de ello, es que, “en este momento, tenemos un retraso promedio en la llegada de embalajes, de más o menos un mes”, aunque está claro que “todas las cadenas de logística de producción de cualquier cosa, están afectadas por esta crisis”.
“En este mundo completamente interconectado, nada se produce 100% con materia prima local, así que todos estamos afectados por la crisis”, apuntó.
