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El deterioro de la salud de los presos políticos: Daños irreversibles y enfermedades graves

Maltratos y torturas causarán daños irreparables en su salud física y mental, advierten médicos que valoran “condiciones inhumanas” de su encierro

Raza e Igualdad denuncia que en Latinoamérica hay “un incremento en la cifra de personas privadas de libertad por motivos políticos”

23 de diciembre 2021

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La abrupta pérdida de peso, vértigos y piel pálida, que experimentan la mayoría de los presos políticos que permanecen en el complejo policial “Evaristo Vásquez”, conocido como “el nuevo Chipote”, “son síntomas de otras enfermedades” que están desarrollando y que causarán daños irreparables en su salud física y mental, advierten especialistas que han analizado las “condiciones inhumanas” en que se encuentran recluidos, a manos del régimen orteguista que viola todos los instrumentos internacionales en materia de derechos humanos, incluyendo las garantías mínimas para las personas privadas de libertad.

El solo hecho de estar privado de libertad “crea un estado de estrés y ansiedad que puede producir insomnio”, con graves consecuencias físicas y mentales, explica un médico independiente consultado por CONFIDENCIAL.


A esas condiciones se suman diferentes tipos de “torturas” como mala alimentación, interrogatorios diarios, falta de exposición solar, luces encendidas o apagadas durante las 24 horas del día y aislamiento.

Así, estas situaciones están agravando las enfermedades que algunos tenían antes de ser encarcelados y quienes estaban sanos también han comenzado a enfermar, denuncian sus familiares.

“La falta de alimentación los lleva a un estado de inanición en donde el organismo trata de compensar la falta de alimentos y empieza a autodigerirse”, señala el médico.

Al no estar recibiendo alimentos de calidad y en cantidad suficiente, “el organismo empieza a degradar toda la grasa que está almacenada en el hígado y en los órganos intraabdominales para poder mantener la función cerebral. Eso dura entre siete y diez días, luego empieza a consumir los músculos y empiezan a tener una fase de adelgazamiento”, agrega el especialista, que analiza las condiciones, pero pide no ser identificado para evitar represalias del régimen.

Pérdida abrupta de peso: anemia, desnutrición y daños crónicos

En 33 de los 35 presos políticos en “el nuevo Chipote” de quienes se tiene información”, los familiares han reportado pérdidas abruptas de peso, tras las únicas tres visitas que ha permitido el régimen en más de seis meses de cárcel.

La pérdida abrupta de peso se va a registrar en personas con diabetes y sobrepeso, como el preso político José Pallais, cuyos familiares estiman que perdió cerca de 50 libras en los primeros 135 días de cárcel. “Eso es una pérdida extrema que no la puede compensar su organismo y lo pone en riesgo incluso de complicaciones graves y muerte”, subraya el especialista. Mientras, otras personas como Lesther Alemán, que son bastante delgadas, con la pérdida de poco peso podrían sufrir desnutrición, o anemia, como han reportado familiares de Ana Margarita Vijil.

Ante “la falta de alimentación y la falta de ingesta de líquidos, si no la tienen en cantidad suficiente, pueden desarrollar mal funcionamiento de los riñones, algunos de ellos pueden empezar a tener acumulación de sustancias tóxicas como el ácido úrico, e incluso desarrollar insuficiencia renal”, explica el también especialista en Urología. Las personas que son diabéticas e hipertensas “tienen más riesgo de desarrollar enfermedad renal crónica si no tienen atención adecuada”, agrega.

La falta de exposición solar y sobreexposición a luz artificial

Por otro lado, al no tener exposición solar, estas personas no producen la suficiente vitamina D que el cuerpo necesita, causándoles “un estado de debilidad muscular, decaimiento y disminución del sistema inmunológico” y los hace “más susceptibles a presentar infecciones en cualquier parte de su cuerpo”, señala el doctor.

Las infecciones más comunes son las respiratorias y de la piel como: hongos, urticarias o dermatitis. “Todo lo que les está pasando es un deterioro físico y funcional del organismo. La personas que han tenido, por ejemplo, factores de riesgo para hipertensión pueden desarrollarla en el estado carcelario y los que tienen predisposición a ser diabéticos, si no lo eran, pueden volverse diabéticos y los que ya son diabéticos, pueden descompensarse y llegar inclusive a un coma diabético, un paro cardiovascular o la muerte”, valora el médico.

Además, al menos 24 de los 35 presos políticos que están en “el nuevo Chipote” son personas mayores de 50 años, incluyendo a varios de ellos con enfermedades crónicas avanzadas o tempranas, una situación que los predispone a sufrir complicaciones médicas.

Vista de las celdas del complejo carcelario Evaristo Vásquez, conocido como “el nuevo Chipote”. Foto: Tomada de El 19 Digital

Daños psicológicos irreparables

Una psicóloga clínica consultada por CONFIDENCIAL, que igual solicitó anonimato, explica  que “hay muchas maneras de dañar la salud de las personas en una prisión”. El solo hecho de sacar a alguien de su entorno y colocarlo en un ambiente hostil o de aislamiento “es un golpe fuerte a la moral” y en el caso de los presos políticos, que son castigados por algo que ellos consideran correcto, se suman sentimientos de “rabia, impotencia y frustración” que van mermando su salud mental.

“De entrada la persona se está enfrentando con una carga emocional fuerte, que es de impotencia, de rabia legítima, de perturbación de toda su vida”, advierte la psicóloga. “Este sentimiento de impotencia e indefensión, es muy dañino para la salud mental porque vulnera tu seguridad personal, te vulnera porque sabés que estás ahí para lo que te quieran hacer, para lo que te quieran decir y nadie ahí tiene un límite, porque no hay una instancia que pueda o esté dispuesta a decir: esto no se puede hacer”, agrega.

Aislamiento prolongado agravado en celdas de castigo

En el caso de los presos políticos además del encierro deben soportar el aislamiento, situación que la especialista define como “una violencia psicológica muy fuerte” que podría causarles “un daño psicológico permanente”.  El aislamiento prolongado puede incluso perturbar la forma de relacionarse con otras personas porque “rompe toda clase de vínculos”. Las personas aisladas tienen que recurrir a la imaginación, pero cuando salgan todo va a ser diferente porque las personas han cambiado y ellos, que están en la cárcel, también habrán cambiado.

El aislamiento como el de las presas políticas Tamara Dávila, Ana Margarita Vigil, Dora María Téllez y Suyén Barahona, que permanecen en celdas de castigo, son aún más nefastas.

Familiares de Tamara Dávila han detallado que ella fue enviada a una celda sellada y solamente recibe aire por una hendija en la puerta. Esto, valora la especialista, “puede afectar la agilidad mental, puede afectar la capacidad de concentración porque no está durmiendo bien, porque está pensando en ¿¿cuándo vamos a salir de aquí?’, ‘¿cómo vamos a hacer?’, ‘¿qué estará haciendo mi familia?’. Siempre hay pensamientos perturbadores que interrumpen, que son destructivos, que están permanentemente en la cabeza”, puntualiza la psicóloga.

Cuando el aislamiento se prolonga mucho tiempo “puede generar daños permanentes en la capacidad de la gente para discernir, para atender, para escuchar, para tener paciencia con las demás personas, para ser empático”, advierte la psicóloga. Sin embargo, el nivel de daño va a depender de los recursos mentales y espirituales de cada persona, “algunos puede ser que se recuperen también dependiendo del tiempo que pasen detenidos pero hay gente en la que puede provocar daños permanentes y hasta trastornos mentales como una esquizofrenia”, puntualiza.

Interrogatorios y torturas sicológicas

Los interrogatorios diarios también generan “una carga emocional” para los reos de conciencia, por la frecuencia y porque normalmente son hostiles.

“Por muy valiente o preparada que se haya sentido la persona, antes de entrar a la cárcel, está en un mundo donde quienes le rodean tienen la misión de imponer miedo, de doblegar su voluntad y no van a andar con paños tibios”, valora la psicóloga.

El maltrato físico y psicológico, la mala alimentación, la falta de sol, el no dormir, impactan directamente en la salud general de una persona. Ejemplo de ello es el caso del preso político José Pallais, quien tiene varias enfermedades crónicas preexistentes. “A él obviamente se le van a grabar todos sus malestares” y otras personas que estaban sanas “probablemente van a desarrollar trastornos metabólicos”, subraya la psicóloga.

En la forma que están siendo tratados los presos políticos “no hay una racionalidad buena”, en cambio “es una racionalidad de causar daño”, advierte. “¿Por qué les quitan la luz del sol? Porque saben que eso va a causar daño en su cuerpo, daño físico y daños mentales... Allí no hay inocencia, no hay ingenuidad, no hay ignorancia”, pues conocen –y persiguen– el daño que causan.


Violaciones a derechos humanos de los presos políticos

Régimen orteguista viola las normas mínimas de protección a personas privadas de libertad, sostiene abogado y defensor de derechos humanos

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Complejo policial Evaristo Vásquez, el "Nuevo Chipote". Foto: Confidencial

Los diferentes “actos de tortura” contra los presos políticos “tienen la clara intención de menoscabar su integridad física y psicológica”, para llevarlos a “una situación de salud precaria”, en clara violación a las garantías mínimas que deben respetarse aún para las personas privadas de libertad, sostiene el abogado y defensor de derechos humanos, Juan Carlos Arce, del colectivo de defensores exiliados Nicaragua Nunca Más.

“Lo que están haciendo en este momento contra los presos políticos va a tener consecuencias irreparables en la salud de estas personas”, advierte el abogado. El daño “va a ser permanente”, sostiene tras advertir que “están en una situación de vulnerabilidad total”, pese a que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) les ha otorgado medidas cautelares a la mayoría de ellos e incluso hay una orden de liberación de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH), para más de veinte de ellos.

Derecho a revisión médica

A los presos políticos, además, no solo se les violenta el derecho que tienen de tener buena salud, sino también a tener acceso a la misma.

La Policía, que los tiene bajo su custodia a pesar que ya están siendo procesados en audiencias clandestinas y con juicios “congelados”, “tiene la responsabilidad de velar por la integridad física de estas personas y la obligación de que estas personas accedan a la salud”, subraya Arce.

El derecho constitucional a la salud “no es una abstracción”, advierte.

Los reos tienen derecho a ser valorados por un médico y recibir las medicinas apropiadas. “Por eso es que en los sistemas penitenciarios normalmente hay un área de salud, para atender de manera inicial a las personas que se encuentran enfermas, y si estas personas tienen padecimientos que ameritan su traslado, el Estado tiene la obligación de hacerlo. Nada de eso está pasando”, cuestiona.

Derechos y garantías de reconocimiento universal

Al negar el derecho humano a la salud, el Estado incumple instrumentos jurídicos internacionales como la Declaración Universal de los Derechos Humanos, las Reglas Mínimas de las Naciones Unidas para el Tratamiento de los Reclusos, conocidas como “Reglas de Mandela”; la Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes, de la Organización de Naciones Unidas (ONU). En todas estas se establece la forma adecuada para el tratamiento de personas privadas de libertad.

“Todo recluso recibirá de la administración del establecimiento penitenciario, a las horas acostumbradas, una alimentación de buena calidad, bien preparada y servida, cuyo valor nutritivo sea suficiente para el mantenimiento de su salud y de sus fuerzas. Todo recluso tendrá la posibilidad de proveerse de agua potable cuando la necesite”, dice el inciso 22 de las “Reglas de Mandela”, en honor al presidente sudafricano Nelson Mandela, activista contra el apartheid que fue encarcelado por más de 27 años. 

En la recomendación 24, la ONU señala: “La prestación de servicios médicos a los reclusos es una responsabilidad del Estado. Los reclusos gozarán de los mismos estándares de atención sanitaria que estén disponibles en la comunidad exterior y tendrán acceso gratuito a los servicios de salud necesarios sin discriminación por razón de su situación jurídica”.

Pero en Nicaragua “todos estos instrumentos están siendo violados”, critica Arce. Todo acto de tortura, agrega, “está dirigido a menoscabar la integridad física y psicológica del individuo”, y por eso es que a los presos políticos “los aíslan y los están haciendo pasar hambre, porque hay una vinculación entre la integridad física y la integridad psicológica”.


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Redacción Confidencial

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