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“Daniel Ortega” es la contraseña secreta para entrar a Estados Unidos

En el año fiscal 2021, más de 50 000 nicaragüenses fueron detenidos en la frontera sur de Estados Unidos, un 1500% más que el año anterior

Ilustración: Cortesía | Frander Guevara

Tim Rogers

10 de febrero 2022

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MIAMI - Los martes son particularmente difíciles para el solicitante de asilo nicaragüense, Erasmo “Cata” Aragón. Ese es el momento en que su clase de veterinaria visita la granja de formación de estudiantes en Rivas, donde aprendió a cuidar ovejas, cabras, perros, caballos y ganado. Era el día de la semana favorito de Aragón.

“Me encantaba estar en el lodo, en el estiércol, con el olor de los animales y los corrales”, dice Aragón con nostalgia. “Mis estudios me encantaban de una manera que ni se puede imaginar. Desde que era un niño en la finca de mi padre, siempre supe que quería ser veterinario. Los martes pienso en lo que estaría haciendo, si todavía estuviera en Nicaragua: trabajando en la finca con mis compañeros, cubierto de lodo y estiércol.”


Por mucho que a Aragón le gustara pasar tiempo en la granja de animales, odiaba ver cómo su país se convertía en otra granja bajo la dictadura orwelliana de Daniel Ortega. Así que, como actividad extracurricular, Aragón se unió a las protestas antigubernamentales azul y blanco. Fue detenido rápidamente por sacar una bandera nicaragüense en una esquina de Nandaime, su ciudad natal. 

Aragón pasó la semana siguiente encerrado en una celda superpoblada, y fue sometido a interrogatorios absurdos policiales sobre financiación extranjera, armas y asesinatos.  Finalmente fue liberado con una severa advertencia de no volver a hablar mal del régimen de Ortega. Aragón dice que trató de “bajar el gas” y regresar a una vida más tranquila, pero la Policía y los fanáticos sandinistas no cedían en el acoso. 

“Las patrullas policiales estaban en frente de nuestra casa a todas horas del día, encendiendo sus sirenas y sus luces, o poniendo canciones progubernamentales”, recuerda Aragón. “Mis padres venden leche en frente de nuestra casa, y la Policía se sentaba afuera y tomaba fotos a cualquier persona que pasaba”.

Ante el incesante acoso y la falta de posibilidades de cambio, cuando Ortega renovó su dictadura por otros cinco años el 7 de noviembre, Aragón y su hermano mayor decidieron arriesgarse a emigrar a Estados Unidos. Vendieron lo que pudieron, pidieron prestado algo de dinero y reunieron suficientes ahorros familiares para pagarle a un coyote para que los llevara al norte. 

Migrar a Estados Unidos

Al hacerlo, los hermanos Aragón se unieron a un éxodo cada vez mayor de nicaragüenses que se abren paso por todas las salidas. Solo el año pasado, unos 170 000 nicaragüenses se vieron obligados a emigrar, sobre todo a Costa Rica. El flujo hacia Estados Unidos ha aumentado a un ritmo alarmante. En el año fiscal 2021, 50 722 nicaragüenses fueron detenidos en la frontera sur de EE. UU., un 1500% más que los 3164 ciudadanos del año anterior (una cifra que probablemente fue reducida por los cierres fronterizos causados por la pandemia). En los primeros tres meses del año fiscal 2022, el número de nicaragüenses detenidos en la frontera estadounidense ya es de 38 318, según la Seguridad Nacional de EE. UU. 

La mayoría de los nicaragüenses, que llegan a la frontera de EE.UU., son sometidos a procedimientos de asilo, que EE. UU. categoriza como “procedimientos de deportación”. Durante los tres primeros meses del presente año fiscal, 24 041 nicaragüenses iniciaron el proceso de asilo en Estados Unidos, superando ya el total del año pasado. 

Nicaragua está a punto de batir todas las cifras récord de migración del año pasado, y no hay señales de que la tendencia vaya a disminuir en los próximos meses.

“La cantidad de nicaragüenses que llegan aquí ha crecido considerablemente en el último año, y esta iglesia se ha convertido prácticamente en un lugar de peregrinación para ellos”, dijo a The Dispatch el obispo nicaragüense Silvio José Báez, que también está exiliado, después de celebrar una misa ante una multitud en la iglesia de Santa Águeda de Miami. 

“La mayoría de los nicaragüenses que vienen aquí son jóvenes; huyen de su país porque se sienten perseguidos, amenazados. Aquí en la iglesia trabajamos para encontrar la mejor manera de ayudarlos, especialmente a todos los jóvenes que están llegando”.

Báez explica que se enfrenta con la pregunta de qué decirle a otros nicaragüenses que están haciendo las maletas y planean salir de su país. “Es muy difícil encontrar que decirles”, dijo.

“En mi corazón, me gustaría poder decirles que se queden en Nicaragua y que no corran el riesgo de venir aquí. Es un viaje extremadamente peligroso y están poniendo en riesgo sus vidas. Pero también sé que mucha gente no puede seguir viviendo en Nicaragua, y eso me rompe el corazón.”

El hilo viral de Twitter

Ese desgarrador viaje a Estados Unidos fue relatado recientemente por Aragón, el estudiante de la veterinaria, que inmortalizó su odisea en un hilo viral de Twitter, rápidamente convirtiendo a este joven estudiante de veterinaria en un icono de los solicitantes de asilo nicas.

Incluso desplegada en su extensión total de 44 tuits, no hay palabras desperdiciadas en la cronología de Aragón. Es una lectura cautivadora y rápida que mezcla la emoción cruda, la aventura, el humor, el peligro y la vulnerabilidad de una manera que demuestra el aforismo “Todo nicaragüense es un poeta hasta que se demuestre lo contrario”.

Luego, la detención de Aragón en el sistema de prisiones privadas de Estados Unidos, fue detallada en un segundo hilo de Twitter que iluminó aún más el maltrato y las dificultades a las que se enfrentan los migrantes tras llegar a la “tierra de los libres”.

La historia que contó Aragón en redes sociales parece haber despertado una nueva conversación en el Twitter nicaragüense, donde algunas personas empiezan a hablar de su experiencia migratoria de una forma nueva y abierta.

Algunos comparten sus propias fotos de la migración:

Mientras otros comparten advertencias: 

Algunos comparten sus experiencias colaborando con los recién llegados:

Sin embargo, el hilo de Aragón es una excepción. Los coyotes suelen disuadir a los inmigrantes de que documenten sus viajes. “Los coyotes nos dijeron específicamente: ‘Nada de fotos, nada de vídeos’. Nos dijeron que borráramos de nuestros teléfonos todo lo que pudiera meternos en problemas con los cárteles en México”, dice Franders Guevara, un solicitante de asilo recién llegado.

Sin embargo, Guevara decidió documentar su viaje de todos modos, enviando fotos y videos a su familia en Nicaragua a escondidas, antes de borrarlos de su teléfono, guardando todo en la “Nica Cloud” por así decirlo. Dice que no se avergüenza ni tiene miedo de hablar del viaje, y que todo el mundo en Nicaragua le pregunta por él. “Es un logro, un orgullo haber cruzado la frontera”. 

Aragón está de acuerdo. Dice que compartir su experiencia públicamente ha sido una reafirmación, una forma de automedicación contra la soledad del exilio. 

“Es liberador compartir todo lo que viví, todo lo que sufrí. Es un alivio compartirlo”, dice Aragón. “Ya no hay estigma en torno a este tema porque prácticamente en todos los hogares de Nicaragua falta un hermano o una hermana, un primo, una tía o un tío que tuvo que salir del país y emigrar. La historia de la inmigración involucra a todo el mundo”. 

Resulta que todo el mundo incluye a los sandinistas. 

Unos a la bulla y otros a la cabuya

Varios nicaragüenses asilados en Estados Unidos dicen que se han visto sorprendidos, en los últimos meses, por el número de los llamados “sapos” sandinistas, que cruzan la frontera para unirse a la creciente comunidad de exiliados.

Carolina, una asilada nicaragüense que pidió no revelar su apellido por temor a represalias contra su familia en su país, afirmó que varios de sus vecinos sandinistas violentos que participaron en la turba gubernamental que atacó a los sacerdotes católicos (incluyendo a monseñor Báez) en la Basílica de San Sebastián en Diriamba, el 9 de julio de 2018, ahora viven en Estados Unidos fingiendo ser víctimas de la represión estatal. “Están aquí en Estados Unidos pidiendo asilo, con la misma excusa de Daniel Ortega. Esa es la contraseña para entrar al país”. 

La contraseña parece funcionar. Según datos del Gobierno estadounidense, solo el 2% de los nicaragüenses que llegaron a la frontera de Estados Unidos en diciembre fueron expulsados del país. El análisis de la hoja de datos de diciembre revela las siguientes tasas de devolución: salvadoreños: 59%; guatemaltecos: 66%; hondureños: 64%; y mexicanos: 87%.

Al parecer, los sandinistas han hecho las mismas cuentas y están aprovechando la oportunidad. 

Guevara, del departamento norteño de Madriz, dice que no había ningún sandinista en su minicaravana de 35 nicaragüenses, que recientemente hizo el viaje hacia el norte. Aunque comenta que los militantes del FSLN de su área están haciendo sus propios arreglos para viajar a los Estados Unidos.

“Conozco a alguien de San Juan de Río Coco, cerca de donde yo vivía, y este tipo es sandinista hasta la muerte”, expresa Guevara. “Él y su tío entraron hace poco en Estados Unidos, y eran tipos que atacaban a los manifestantes con todo lo que tenían. Están aquí por razones económicas, buscando trabajo, porque saben que los 200 pesos que el Gobierno les da para reprimir a la gente no son suficientes para vivir. Están aquí fingiendo ser solicitantes de asilo”. 

Aragón dice que estuvo a punto de pelearse con un sandinista que gritaba consignas a favor de Ortega a los demás solicitantes de asilo nicaragüenses cuando estaban encerrados juntos en un centro de detención de migrantes en Georgia. 

“Quién sabe lo que dijo ese tipo en su entrevista de ‘temor creíble’”, dice Aragón; “pero sea lo que sea, lo que dijo era mentira porque entró en el país”.

The Dispatch pidió al ICE y al Servicio de Ciudadanía e Inmigración de Estados Unidos (USCIS) sus comentarios sobre la situación. El ICE señaló al USCIS, que no había respondido al cierre de esta edición.


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