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Incendios forestales arrasan bosques en el Caribe

Puntos de calor alcanzaron los 10,422 en el 2016 en Caribe Norte.

Foto ilustrativa. Archivo/EFE

Colaboración Confidencial

Antonio López

13 de agosto 2017

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Los puntos de calor figuran como una amenaza sucesiva para los sistemas ecológicos. No sólo han sido prácticas tradicionales, sino medidas habituales de limpieza del suelo para la agricultura. Sus efectos ponen en riesgo el equilibrio medioambiental y se manifiestan deformables frente a los rendimientos productivos, constituyendo una infamia contra la cadena alimentaria y nutritiva.

En los dos periodos de veranos del 2016 y 2017 se registraron 10 mil 893 puntos de calor en los siete municipios del Caribe Norte de Nicaragua. Cuyo dato exacto de incendios y quemas agropecuarias se desconocen en las estadísticas estatales. Mientras los diversos factores prevalecen para la recolección de información y aplicación de medidas de prevención, los sitios ecológicos arden, por su vulnerabilidad ante el líquido gaseoso (el fuego) manipulado por los humanos.


Los efectos del fenómeno de “El Niño” en el 2016 permitieron un incremento en los registros del Sistema Nacional de Información Ambiental (SINIA). Registró 10 mil 422 puntos afectados por los incendios en la Región Autónoma del Caribe Norte (RACCN).  Mientras en el 2017 ocurrieron 471, reveló en su página oficial el Observatorio de la Autonomía Regional Multiétnica, de la Universidad de las Regiones Autónomas de la Costa Caribe Nicaragüense (URACCAN).

Efectos adversos

Sólo un dato de prescripción mínima de los 10,893 puntos de calor registrados por el satélite, revela que 32,679 hectáreas de bosques y pastizales se han quemados en los dos periodos de verano. Su valor agrupado es considerable. Constituye un peso enorme en la contribución de los efectos del cambio climático. Sin embargo, las campañas de control y prevención de incendios no parecen disminuir la cantidad de hectáreas quemadas anualmente.

Los efectos climatológicos de los últimos años han influido en los incrementos de los puntos de calor. Entre 2001 - 2010 Nicaragua registró 18 mil 60 puntos de calor, según la página oficial del Servicios Regional de Visualización y Monitoreo (SERVIR). Cuyo dato comparativo con los dos últimos años (2016 -2017) puntualizados sólo en la región del Caribe Norte, revela el 60.32% de ascenso en incendios forestales.

El delegado municipal del Ministerio del Ambiente y Recursos Naturales (MARENA), Benito Talavera Hernández, fue categórico al señalar que “cada punto de calor es nocivo para el medio ambiente”. Al punto que reconoció, que la falta de recursos no permite la evaluación de los sitios incendiados.

Las quemas agropecuarias han sido tradicionales. Pero constituye una violación al derecho ambiental. El marco jurídico legal ambiental establece multas y cárcel para las personas naturales y jurídicas que hagan un daño ambiental.

El Sistema de Alerta Temprana en Incendios Forestales (SATIFOR), dentro de sus componentes tiene el monitoreo satelital de los puntos de calor. Sin embargo, la entidad competente del control, manejo y preservación de los recursos naturales no ha revelado una estadística cuantificada de hectáreas, árboles, bosques primarios y pastizales quemados. Cada dato sería motivador para la implementación de planes de control y prevención.

Quemas en áreas protegidas

Las 8 áreas protegidas de la región caribeña fueron afectadas por la manipulación de los humanos. En la temporada de verano se registraron 3 mil 942 puntos de calor (SINIA, 2016). Pero sólo en la Reserva de Biosfera Bosawas el satélite identificó 3 mil 90 sitios afectados por incendios. Eso significa que en esas áreas protegidas se quemaron como mínimos 11,826 hectáreas.

Habitualmente los productores agropecuarios han degradados los bosques y después de incendiar los suelos, para cultivar granos básicos, hacen una segunda quema con agroquímicos, recordó el exlíder municipal de la Unión Nacional de Agricultores y Ganaderos (UNAG), Fabián Sebastián Saavedra.

Los niveles de fertilidad del suelo terminan degradándose con las formas habituales de trabajo productivo. Pero los incendios, quemas agropecuarias y con agroquímicas degradan los microorganismos del suelo, lamentó Sebastián.

La vegetación no sólo es el único elemento afectado. La disminución productiva por la falta de fertilidad de los suelos también es un efecto de los puntos de calor, explicó el experto ingeniero forestal y académico de Uraccan Las Minas, Efraín Peralta.

Delitos por incendios forestales

“El que provoque un incendio forestal o incite a otros a la realización de un incendio forestal, será sancionado con pena de dos a cuatro años de prisión y de quinientos a mil días multa”, según el artículo 383 del Código Penal.

Mientras el párrafo tercero de ese mismo artículo, establece que sin autorización de autoridad competente realicen quemas agrícolas y cause daños en zonas de bosque será sancionado con las penas previstas en el párrafo primero, cuyos extremos mayor y menor serán aumentados al doble.

La inoperatividad estatal caracterizada por falta de recursos económicos, medios de movilización y personal, supone la inaplicabilidad de la norma jurídica ambiental. Se desconocen estadísticas de daños ambientales e informes de monitoreo de los puntos de calor.  También se desconocen datos de las hectáreas quemadas que no fueron registradas por el satélite, que según el SINIA registra los incendios mayores a tres hectáreas.

Medidas para el cambio

Los mecanismos de trabajo deben de cambiar. Técnicamente las tradicionales formas de cultivos tienen que sustituirse por nuevas formas de producción, como la implementación de los sistemas agroforestales y silbos pastoriles, planteó el experto en ecología, Fádel Mercado Lazo.

Las técnicas de cultivo tradicionales deben de reemplazarse por nuevas formas de aplicación tecnológicas, coincide el académico de Uraccan Las Minas, Oscar Montalbán Castellón. Porque los sistemas de producción habitual, como por ejemplo, en laderas y pendientes, han sido inoportunos para la masificación protectora de los recursos naturales.

Los sistemas de monitoreo potencializan los planes de trabajo anuales y cooperación institucional. Cada inspección ayudaría a despertar el interés por disminuir el impacto ambiental y las causas de los incendios.

En los dos últimos años se han se implementaron campañas de prevención y control de incendios forestales y quemas agropecuarias en el municipio de Siuna. A la par se han implementado cruzadas de reforestación nacional, para rescatar las áreas degradadas. Pero los registros indican que las familias continúan violando las normas jurídicas ambientales y las pocas áreas boscosas continúan amenazadas.


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