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Las 168 horas que despertaron a Nicaragua

La crueldad de la dictadura quedó al desnudo: muertos, presos políticos, desaparecidos y exiliados acumula régimen que se atornilla a sangre y fuego

Yader Luna

14 de abril 2019

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Álvaro Conrado, Darwin Manuel Urbina, Amaya Coppens, Lesther Alemán, Irlanda Jerez, Alex Vanegas o Miriam del Socorro Matus (doña Coquito) son nombres que, antes del 18 de abril de 2018, vivían en el anonimato de la normalidad. Hoy, casi un año después, la realidad de Nicaragua no se explica sin ellos y otros muchos nicaragüenses, que salieron a las calles a rebelarse contra un régimen que quiso imponer unas reformas al Seguro Social, y que quiso callarlos con golpes, balas, cárcel y torturas.


El 18 de abril, un grupo de ancianos, que reclamó por sus pensiones, fue golpeado brutalmente, en León. Y en Managua, jóvenes universitarios, profesionales, adultos mayores, activistas y periodistas fueron atacados por turbas y policías. Esta vez, la represión no calló las protestas. Una década de descontento social y político acumulado, estalló en unos días. En las calles se juntaron los reclamos por autonomía universitaria, elecciones libres y transparentes, la renuncia de Ortega y Murillo, justicia, democracia y libertad.

Represión

Desde el primer día de las protestas, las portátiles del FSLN han agredido a los manifestantes pacíficos, hasta escalar la violencia, muerte y vandalismo. Confidencial | Carlos Herrera

Muerte, persecución y exilio

La rebelión ciudadana desnudó la crueldad y sin sentido del régimen. La brutal represión de policías y paramilitares desoló y desangró a Nicaragua: 325 asesinados, más de 3000 heridos, decenas de desaparecidos, más de 800 presos políticos y alrededor de 60 000 exiliados por la persecución política.

A la lista de nombres anónimos se sumaron otros conocidos: los periodistas Miguel Mora, Lucía Pineda Ubau, Carlos Fernando Chamorro; los líderes campesinos Francisca Ramírez, Medardo Mairena, Pedro Mena; los sacerdotes Edwin Román y Silvio Báez. Presos ilegalmente, perseguidos u obligados a exiliarse, por denunciar los abusos de un régimen déspota, acorralado y señalado internacionalmente de cometer crímenes de lesa humanidad.

Los manifestantes portaron carteles exigiendo la liberación de los presos políticos. Cortesía | Confidencial

Lo que comenzó como una protesta por unas reformas al Seguro Social, derivó en un grito por libertad y democracia. Fueron 168 horas, en las que propios y extraños vieron a cientos de jóvenes, adolescentes, adultos y ancianos protestar cívicamente, mientras el Gobierno respondía con muerte.

A esas horas, le han seguido meses de represión y persecución gubernamental. La dictadura, desenmascarada, impuso un Estado policial de facto, donde protestar y expresarse libremente está criminalizado. La situación política también amenaza con llevar a pique la economía nacional.

Para evitar un mayor colapso y por presiones extranjeras, el régimen se ha sentado a regañadientes a dos intentos de diálogo nacional con la opositora Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia, donde convergen actores surgidos de los primeros días de lucha, sociedad civil, campesinos, estudiantes, activistas y sector privado. Sin embargo, Ortega sigue aferrado al poder, a punta de represión, y no parece dispuesto a irse.

Así fueron las 168 horas que, a partir de aquel 18 de abril, despertaron a Nicaragua.

16 de abril: Las reformas al INSS

impuesto a pensiones Nicaragua

Roberto López en la presentación de las reformas al INSS, el 16 de abril. Confidencial | CCC

Al atardecer de ese día, el presidente del Consejo Directivo del Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS), Roberto López, anunció sorpresivamente y de forma unilateral, un incremento sustancial en los aportes de la Seguridad Social —3.5% para la patronal y 0.75 para el laboral— una deducción de 5% de las pensiones para los nuevos jubilados en concepto de cobertura de enfermedades y una reducción de las pensiones futuras en aproximadamente 12%.

La medida causó de inmediato controversia entre los nicaragüenses, que empezaron a quejarse de la inminente quiebra de la institución y de cómo les sacarían más dinero de sus bolsillos.

López insistió que las reformas estarían destinadas a “garantizar a trabajadores y pensionados, los derechos que les corresponden”, pero no presentó ningún estudio, ni mencionó el objetivo recaudatorio. Tampoco anunció ninguna medida para recortar los crecientes gastos administrativos de la institución conocida como la “caja chica” del Estado, ni un plan para rendir cuentas sobre sus cuestionadas inversiones.

Lo que más sorprendió a muchos, fue que el titular del INSS indicó que después de haber sostenido cuatro encuentros con el sector privado no llegaron a ningún acuerdo, pues la empresa privada pedía que se negociará la reforma fiscal y la del Seguro Social al mismo tiempo, por lo que se rompía la política de ‘diálogo y consenso’ que los directivos del Consejo Superior de la Empresa Privada (Cosep) invocaban para justificar su alianza económica con el Gobierno.

17 de abril: El régimen sordo

La vicepresidenta Rosario Murillo ordenó a sus partidarios y trabajadores estatales realizar caminatas y plantones en las rotondas, para apoyar las reformas.

Mediante una circular, explicó que todos debían quedar claros de que la decisión del Gobierno, en “esencia”, “no aumenta la edad de jubilación; no aumenta el número de semanas cotizadas y se mantiene el pago del treceavo mes a los trabajadores pensionados y jubilados”.

Reforma INSS

Sede del INSS, en Managua. Carlos Herrera/Confidencial.

Ortega desoyó el llamado de detener el paquetazo de reformas al INSS y mandó a publicarlo en el diario oficial La Gaceta. Así formalizaba el aumento al aporte de trabajadores y empleadores, la disminución de las futuras pensiones y la creación de un tributo ilegal a las pensiones de los jubilados.

 18 de abril: Nicaragüenses a las calles

Tras la oficialización de las reformas, jubilados de todo el país mostraron su inconformidad. En León, por la mañana, se convocó a una marcha en la que protestarían por la reducción de sus pensiones.

La marcha inició frente al INSS y durante su recorrido fue interrumpida por un grupo de turbas orteguistas, que agredieron físicamente con golpes y pedradas a los ancianos.

Las imágenes de los abuelitos maltratados fueron el detonante de nuevas manifestaciones ese mismo día. El pueblo se indignó al ver cómo las turbas agredían con impunidad. Las fotografías y videos de los maltratos se viralizaron en redes sociales.

Turbas fanatizadas de Ortega atacaron a manifestantes el 18 de abril en Camino de Oriente, Managua. Carlos Herrera | CONFIDENCIAL.

A las cinco de la tarde, un grupo autoconvocado se reunió frente a Camino de Oriente. Agentes de la Policía, fuerzas de choque y miembros de la Juventud Sandinista reprimieron con palos, tubos y piedras a jóvenes y adultos que protestaban contra las reformas.

Las fuerzas de choque progubernamentales, plenamente identificadas, desataron una brutal golpiza, que dejó once periodistas agredidos, dos de ellos con heridas de gravedad, y varios jóvenes y jubilados lesionados.

Mientras los antimotines reprimían con gases lacrimógenos a los ciudadanos en Carretera a Masaya, en frente de la Universidad Centroamericana (UCA), universitarios que también protestaban empezaron a ser acosados.

Protestas Nicaragua

Manifestantes en contra del Gobierno se tomaron las calles en diferentes ciudades del país. Foto: Carlos Herrera

Los portones de la UCA se abrieron para resguardar a los estudiantes, que iban a ser agredidos con tubos y piedras por las turbas.

Los motorizados continuaron en frente de la universidad hasta casi las 8:25 de la noche. Cubrían su identidad con los cascos puestos en sus cabezas, y estaban armados con bates y tubos. La calma regresó a la capital hasta las nueve de la noche.

Sin embargo, en León, y otros recintos universitarios en las principales ciudades del país, se conoció que los dirigentes de la Unión Nacional de Estudiantes de Nicaragua (UNEN) estaban obligando a los jóvenes de esos centros de estudios a salir de sus cuartos para apoyar una marcha en favor de Ortega. Muchos de ellos, la misma noche, huyeron de los internados, y la ciudadanía siguió en vilo, desde las redes sociales, cómo salían hasta en pijamas, con tal de no ser utilizados por el régimen. Fue la primera de muchas noches largas.

19 de abril: Los primeros muertos

Desde la mañana, las protestas del día anterior se trasladaron a las universidades de Managua. La Universidad Nacional Agraria (UNA), la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI), la Universidad Politécnica de Nicaragua (Upoli) y la Universidad Centroamericana (UCA) se levantaron exigiendo la derogación de las reformas a la Seguridad Social.

Territorios que durante años habían callado y eran controlados por la UNEN, afín a Ortega, habían despertado, y se dio inicio a una protesta que intentó ser silenciada por las fuerzas policiales.

Agraria

Estudiantes de la Universidad Nacional Agraria huyen de los gases lacrimógenos lanzados por antimotines. Confidencial | Carlos Herrera

El reclamo también hizo eco en otras ciudades del país, que empezaron a manifestarse contra la medida gubernamental. Por segundo día consecutivo, agentes de la Policía, fuerzas de choque y miembros de la Juventud Sandinista reprimieron con violencia en diferentes puntos de Managua, Masaya y Estelí para deshacer las manifestaciones ciudadanas. Mientras Ortega callaba en su búnker de El Carmen.

Además de la represión, el régimen empezó la censura de medios de comunicación. Cerca del mediodía, la señal del canal 100% Noticias —ahora clausurado y confiscado— fue suspendida del servicio de televisión por cable. Horas más tarde, también fue suspendido el Canal 12, donde se transmitían los programas de televisión Esta Noche y Esta Semana.

Darwin Urbina

Familiares de Darwin Urbina desmienten versión oficial de su muerte en el sector de la UPOLI. Confidencial | Wilfredo Miranda

Enfrentamientos entre universitarios y ciudadanos autoconvocados que respondieron a la represión dejaron un saldo de tres muertos: el estudiante de secundaria Richard Pavón, en Tipitapa; el joven trabajador de un supermercado, Darwin Urbina, y el antimotín Hilton Manzanares, ambos en las cercanías de la Upoli.

La reacción oficial permaneció dominada por la esposa de Ortega y vicepresidenta Rosario Murillo, quien intervino en dos ocasiones a través de los medios oficialistas, para condenar (vía telefónica) los actos de violencia e intentó desprestigiar las protestas que calificó de “oportunistas”.

“Puchitos”, “vandálicos”, “hormiguitas”, llamó a los manifestantes que tomaron son descalificaciones como halagos por lograr la incomodidad del régimen. Los “puchitos” ya protestaban en varias de las principales ciudades, como Masaya, Matagalpa, Granada, León, Jinotepe, Estelí, Camoapa (Boaco), Rivas y Bluefields.

20 de abril: Disparaban a matar

Jóvenes estudiantes en rebeldía en las cercanías de la UPOLI. Carlos Herrera | CONFIDENCIAL.

El tercer día de protesta nacional fue uno de los más sangrientos. En Managua, hubo ataques contra las universidades. Pero el foco más represivo se concentró entre la UNI y la Catedral Metropolitana. Decenas de universitarios se enfrentaron a antimotines por la mañana. Hubo una pausa durante el mediodía y el inicio de la tarde. En ese lapso los manifestantes incendiaron algunos “árboles de la vida”, plantados sobre la Avenida Tiscapa.

Los manifestantes lograron botar una de las pesadas estructuras de metal, cuyo costo es de 35 000 dólares por unidad, en una acción que resultó simbólica al impactar contra el pavimento: Quemaban y botaban el símbolo del Gobierno. La escena se repetiría días después en distintos puntos de la capital.

La caída de los "árboles de la vida" en la rotonda Jean Paul Genie. Foto: Carlos Herrera | Confidencial

Por la tarde, los policías arremetieron con brutalidad contra los estudiantes atrincherados en la UNI, y muchos se refugiaron en la Catedral. 25 jóvenes fueron asesinados ese día, entre ellos el estudiante de secundaria, Álvaro Conrado, que llegó para entregar agua a los manifestantes.

De acuerdo con el informe del Grupo Interdisciplinario de Expertos Internacionales (GIEI), el adolescente de 15 años recibió dos impactos con armas de fuego, uno en la boca y otro en el cuello. El socorrista que lo atendió narró que él les decía: “no puedo respirar, me duele respirar”.

En Masaya, continuaron las protestas y la modalidad represiva, desplegada por las fuerzas de seguridad, mutó del uso de balas de goma y gases lacrimógenos a armas de fuego con proyectiles de plomo, de acuerdo con el informe del GIEI.

Cinco personas fueron asesinadas por de armas de fuego, y al menos trece resultaron heridas en Masaya. Por la mañana, manifestantes destruyeron e incendiaron las instalaciones del “Comandito” del barrio Monimbó.

En Estelí, hubo enfrentamientos entre manifestantes y efectivos de la Policía Nacional, que actuaron junto con grupos de choque afines al Gobierno. Dos estudiantes fueron asesinados por disparos de armas de fuego: Franco Valdivia Machado, de 24 años y Orlando Francisco Pérez Corrales, de 23.

Durante la protesta también recibió un disparo César Noé Castillo Castillo, quien falleció el 12 de mayo por la gravedad en la herida.

Represión León

La sede del movimiento estudiantil de León, quemada durante los disturbios registrados en esa ciudad. Foto: Carlos Herrera | CONFIDENCIAL.

En León, ocurrieron dos incendios en el marco de las protestas. El primero fue en el edificio del CUUN, que se propagó a otros locales contiguos, entre ellos, el “Billares Lezama”. Dentro de este local fue encontrado al día siguiente, un cuerpo calcinado, que luego fue identificado como el estudiante Cristhian Emilio Cadena, integrante del CUUN. Horas después, unas turbas quemaron la Radio Darío, en plena emisión, cuando había varias personas en su interior.

Murillo irrumpió en los canales oficialistas, a las 9:30 de la noche de aquel viernes, para anunciar que aceptaban “el llamado” del Consejo Superior de la Empresa Privada (Cosep) a “reinstalar la mesa de diálogo”, después que el presidente de ese gremio empresarial encabezara por la tarde una conferencia de prensa en la que convocaba a una marcha nacional.

21 de abril: Ortega rompe el silencio

El cuarto día de las protestas cívicas también fue una jornada mortal: 16 más fueron asesinados, según confirmó el informe del GIEI.

El periodista Ángel Gahona, director del noticiero El Meridiano, en Bluefields, recibió un disparo en la cabeza, mientras transmitía en vivo el desenlace de una protesta en esa ciudad.

https://www.confidencial.digital/asesinan-al-periodista-angel-gahona-en-bluefields/

Tras el asesinato, testigos indicaron que Gahona fue impactado por un disparo de un agente policial. Sin embargo, meses después por su muerte fueron culpados los jóvenes blufileños Brandon Lovo y Glen Slate, condenados a 23 años y medio, y 12 años y seis meses de cárcel, respectivamente.

Gahona fue asesinado de noche, cuando se intensificaron los ataques policiales contra los ciudadanos autoconvocados de Bluefields, lo que fue una constante en las protestas que se mantuvieron en Managua, Matagalpa, Diriamba y Jinotepe.

Las protestas empezaron a intensificarse tras los primeros asesinatos. Carlos Herrera | Confidencial

En Managua, las protestas en la Upoli se extendieron a zonas aledañas, como los semáforos de la Colonia Miguel Gutiérrez, donde se protagonizó una batalla campal entre jóvenes y agentes policiales, que dejaron varios heridos.

Una veintena de sacerdotes, encabezados por el cardenal Leopoldo Brenes y el obispo auxiliar de Managua, monseñor Silvio Báez, llegaron a la catedral para dar su apoyo a unos estudiantes, que se habían resguardado en el templo ante los continuos ataques de los antimotines y turbas sandinistas.

“Yo quisiera agradecerles en nombre de la Iglesia, porque ustedes son la reserva moral que tenemos”, dijo Báez.

Por la mañana y parte del mediodía, comerciantes de los mercados de Masaya, León, Chinandega y Granada sacaron su mercadería por temor a saqueos durante la noche, tal y como se habían comenzado a producir el viernes.

Ante la escalada de violencia en varios puntos del país, la embajada de Estados Unidos en Nicaragua emitió la primera alerta de viaje, en la que afirmó que eran “comunes” los delitos violentos como el asalto sexual y los robos a mano armada. Esta alerta se ha mantenido desde entonces.

Arbolata

Manifestantes en contra del Gobierno de Ortega derriban y queman una "arbolata" en la rotonda Jean Paul Genie. Confidencial | Carlos Herrera

Ese sábado, Ortega compareció en público por primera vez desde el estallido de las protestas. El mandatario señaló a los ciudadanos autoconvocados de ser “manipulados” por un partido político, en referencia al Movimiento Renovador Sandinista (MRS). También dijo que pequeños grupos de la oposición obtienen dinero de Estados Unidos para conspirar contra su Gobierno, restando valor al carácter autoconvocado de las protestas.

Ortega también acusó a los manifestantes de ser unos “delincuentes” y de “desconocer la historia” del país. “La juventud desconoce, porque no vivieron los horrores de la guerra”, mencionó.

Sin embargo, justificó la reforma al INSS y afirmó que fue “un problema heredado”, aunque en realidad su Gobierno, en 2007, recibió un Seguro Social con un superávit.

22 de abril: Sin marcha atrás

El quinto día de protestas inició con unos saqueos y disturbios en supermercados, tiendas de electrodomésticos y negocios de algunos mercados. Varios de los asaltos se dieron con presencia policial en los alrededores y fueron reportados en directo por medios oficialistas, que sabían de antemano donde se realizaría el robo.

Durante las protestas ocurrieron varios saqueos a supermercados. Carlos Herrera | CONFIDENCIAL.

El adolescente de 16 años, Jesner Josué Rivas, fue asesinado en el barrio La Fuente. Murió de varios disparos de armas de fuego, pero a los familiares le dieron una autopsia que decía: “herido con arma blanca”. Los familiares ya denunciaban la manipulación con las muertes. Empezaba el récord de impunidad.

Ante miles de fieles en la Plaza de San Pedro, de Roma, el papa Francisco pidió ese domingo el “fin de la violencia” en Nicaragua. “Estoy preocupado por cuanto está sucediendo en estos días en Nicaragua, donde, tras una protesta social, se han producido enfrentamientos que han causado algunas víctimas”, dijo el pontífice.

Añadió: “Manifiesto mi cercanía en la oración a ese amado país y me uno a los obispos en el llamamiento a que cese toda violencia, se evite un inútil derramamiento de sangre y las cuestiones abiertas se resuelvan pacíficamente y con sentido de responsabilidad”.

Desde la mañana, y a lo largo del día, se formaron largas filas de clientes en supermercados, gasolineras, farmacias y cajeros automáticos. Los ciudadanos buscaban como abastecerse ante la posibilidad de un conflicto de mayor escala. Algunas gasolineras colgaron el cártel de “Agotado”.

Megarótulo

Un megarótulo de la pareja presidencial destruido el viernes, cerca de la rotonda Jean Paul Genie. Confidencial | Carlos Herrera

Al inicio de la tarde, el presidente Ortega junto a empresarios extranjeros de zonas francas anunció la revocación de las reformas al Seguro Social.

Cientos de heridos y decenas de muertos después del inicio de las protestas, Ortega se echaba para atrás en su plan por “salvar” de la quiebra al INSS —a la que su Administración llevó—. Sin embargo, advirtió que “eso no significa que nos quedamos sin respuesta para el Seguro”.

Madres de abril Nicaragua masacre

Madres de las víctimas de la matanza de abril durante una manifestación a principios de mayo, en Managua. Carlos Herrera | CONFIDENCIAL

“Hay duelo para el país. Que no se siga derramando sangre de nicaragüenses”, solicitó el presidente, que en los meses posteriores ordenó el ataque de paramilitares para desmontar los tranques y barricadas levantadas por la población, y hoy aún los justifica.

Los muertos y heridos siguieron en aumento. La derogación de las reformas al INSS, ya no bastó para detener la protesta, que había mutado en un clamor nacional que un año después mantiene claro el clamor contra la dictadura de Ortega y Murillo: “Qué se vayan”.

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Yader Luna

Yader Luna

Periodista nicaragüense, con dos décadas de trayectoria en medios escritos y digitales. Fue editor de las publicaciones Metro, La Brújula y Revista Niú. Ganador del Grand Prize Lorenzo Natali en Derechos Humanos.

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