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Los 80 años de Sergio Ramírez: “La escritura no te la puede quitar nunca una tiranía. Muere con uno”

El Premio Cervantes cumple 80 años y 60 como escritor, perseguido por la dictadura de Ortega. El Nobel Mario Vargas Llosa destaca su legado creativo

Ilustración: PxMolina | Confidencial

Octavio Enríquez

5 de agosto 2022

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La habitación propia de Sergio Ramírez Mercado —como la escritora Virginia Woolf llamó a su espacio de trabajo— tiene cinco metros por seis en Madrid, España. Hay ahí una computadora, un silencio acogedor y una ventana que le muestra la calle en este caluroso verano.

Ramírez, el Premio Cervantes centroamericano, está cumpliendo 80 años este 5 de agosto y 60 también como escritor. Fue proscrito por la dictadura de Daniel Ortega en septiembre de 2021, luego de la publicación de su novela “Tongolele no sabía bailar” (Alfaguara), que se adentra narrativamente en la historia de un espía al servicio del poder político. El ambiente es el de un país en ‘shock’, con policías y grupos paramilitares reprimiendo con brutalidad a ciudadanos indefensos.


Las imágenes más duras de aquella agresión del Estado, la de grupos armados operando en las calles, la de una iglesia agujereada a punta de balas que albergaba a estudiantes universitarios refugiados, o la de una familia calcinada a manos de agentes policiales, aún están muy presentes entre los familiares de las víctimas de la masacre de 2018 y la sociedad en general. Ramírez las ha llevado a su obra como vivencias que impactan a golpe de página en este libro censurado en Nicaragua, asumiendo el papel de cronista de la realidad en una novela de ficción.

Sergio Ramírez Mercado
Sergio Ramírez Mercado, en la bilbioteca de su casa, en Managua. El escritor ahora está exiliado en España. // Foto: Esteban Félix | AP

Leer a Sergio Ramírez es asomarse a un encuentro entre la historia pública y privada de Nicaragua y Centroamérica, una región convulsa como América Latina en su conjunto, marcada por dictadores estrafalarios. Esa unión entre lo público y lo privado captura la atención del escritor colombiano Héctor Abad Faciolince, autor de la novela “El olvido que seremos”, quien admira el fresco final pintado en la obra del nicaragüense.

Es la misma sensación que deja Mario Vargas Llosa, premio Nobel de Literatura, cuando habla de él. A una consulta de CONFIDENCIAL, el peruano respondió por escrito que está convencido de que la obra del escritor masatepino se destaca por su creatividad y “va a prevalecer y, sin ninguna duda, será una de las más representativas de su época”. Unas líneas más abajo, dice sobre Ortega que es hoy “un reemplazo de Somoza”.

“La escritura es lo que no te puede quitar nunca una tiranía. Muere con uno”, expresa el narrador nicaragüense en una conversación telefónica desde su laboratorio de creación literaria, más pequeño en comparación con su residencia en Managua, pero igual de útil para sus fines creativos.

Mientras habla de literatura y de su país arrebatado, lo escucha quien mejor lo conoce: Gertrudis “Tulita” Guerrero. Ella lo ha acompañado desde que lo aceptó como esposo, en 1964. Es su otro yo en esta vida de película, sumida en la alegría familiar, la invención de novelas y cuentos, las conspiraciones contra el dictador Somoza y una revolución frustrada.

Sergio Ramírez Mercado (Masatepe, 1942) inició su carrera literaria a los 18 años de edad, al publicar su primer cuento “El estudiante” (1960). Luego publicó su primera novela: “Tiempo de fulgor” (1970). Desde entonces ha escrito cuentos, novelas y ensayos, y ha sido periodista, político y abogado.

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libros ha publicado Sergio Ramírez Mercado durante sus 60 años de carrera literaria. Sus ensayos, cuentos y reediciones elevan a más de 165 los números de su obra, traducida a unos veinte idiomas.

Boda de Sergio Ramírez Mercado
Sergio Ramírez Mercado y Gertrudis “Tulita” Guerrero, en su boda en la Catedral de León, en 1964. // Foto: Archivo personal de SRM
Sergio Ramírez Mercado con su esposa Gertrudis "Tulita" Guerrero
En San Juan, Puerto Rico, en 2010. // Foto: Daniel Mordzinski
El tren de los abuelos Sergio y “Tulita”, junto a sus nietos, en Managua. // Foto: Daniel Mordzinski
El tren de los abuelos Sergio y “Tulita”, junto a sus nietos, en Managua. // Foto: Daniel Mordzinski

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A sus 80 años, él es el intelectual público con mayor prestigio en Centroamérica. Su obra suma más de 60 libros, entre novelas, cuentos, crónicas y ensayos, que son la puerta a un mundo mágico con personajes queridos y odiados por sus lectores: el envenenador Oliverio Castañeda —responsable de matar a tres personas—, boxeadores perdedores, detectives, poetas, o su propia familia en el más autobiográfico de sus libros “Un baile de máscaras”, que narra su nacimiento en Masatepe (Masaya), su pueblo natal.

Sus obras han sido traducidas a 18 idiomas. Una serie de televisión en Colombia durante los años 90, sobre el envenenador de tres personas en León, en su novela Castigo divino”, levantó grandes emociones entre sus lectores y los descendientes de las víctimas intentaron censurarla en Nicaragua. Durante sus seis décadas en el oficio literario, ha ganado decenas de premios, el más reciente el Premio Cervantes, entregado por el rey Felipe VI y la reina Letizia, el 23 de abril de 2018 por “aunar en su obra la narración y la poesía y el rigor del observador y el actor, así como reflejar la viveza de la vida cotidiana”, según el jurado.

También mereció otros galardones como el Alfaguara, en 1998, por su novela “Margarita está linda la mar”; el premio José Donoso, en 2011, y el Carlos Fuentes, en 2014, por su creación en español. Literatura y complicidades compartidas.

Sergio Ramírez Mercado y su esposa con los reyes de España
Sergio Ramírez y su esposa Gertrudis Guerrero, junto al rey y la reina de España, el día de la entrega del Premio Cervantes, en 2018. // Foto: Juan Carlos Hidalgo | Pool | EFE

Con su novela “'Margarita, está linda la mar” (1998) ganó el Premio Alfaguara. En 2014, fue galardonado con el Premio Carlos Fuentes y en 2017 se convirtió en el primer centroamericano en ganar el Premio Cervantes.

A la literatura le debe grandes amigos, algunos ya fallecidos. Todos son o eran apasionados por las letras como el mismo Mario Vargas Llosa, Elena Poniatowska, Gioconda Belli, o quienes ya dejaron el mundo como Álvaro Mutis, Carlos Monsiváis, Carlos Fuentes o Gabriel García Márquez. 

Es conocida la anécdota de un debate que se extendió durante una noche entera hablando de boleros y poemas, contado por el mismo Ramírez durante un homenaje a Fuentes, el 3 de diciembre de 2008, en que el Nobel colombiano lo corrigió por citar mal un verso de “Lo fatal”, el gran poema de Rubén Darío, de quien el nicaragüense es un devoto.

Sergio Ramírez Mercado con Gabriel García Márquez
Con el Premio Nobel de Literatura Gabriel García Márquez, en Managua, en 1980. // Foto: Archivo personal de SRM
Sergio Ramírez Mercado con Ernesto Cardenal y Claribel Alegría
Con los dos grandes poetas nicaragüenses Ernesto Cardenal y Claribel Alegría. // Foto: Daniel Mordzinski
Sergio Ramírez Mercado con Mario Vargas Llosa
Con el Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa. // Foto: Archivo personal de SRM
Con el Premio Nobel de Literatura José Saramago. // Foto: Archivo personal de SRM
Con el Premio Nobel de Literatura José Saramago. // Foto: Archivo personal de SRM

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Una obra con musicalidad de poeta

“La prosa de Sergio Ramírez proviene de la poesía, porque no en vano es quizás el mejor lector contemporáneo de Darío. Es lógico que la mezcle en su escritura, aunque no es poeta. No hay ningún texto suyo, ni de sus novelas, que no esté escrito escuchando esa música”, expresa el escritor español Juan Cruz, uno de sus lectores y fundador del diario español El País.

Cruz lo conoce desde hace décadas, igual que la poeta nicaragüense Gioconda Belli, ganadora del Premio Sor Juana Inés de la Cruz. Para ella, hablar de Ramírez es situarlo en los escalones más altos de los prosistas en la literatura nacional, junto a narradores como Lizandro Chávez Alfaro y Rosario Aguilar. 

Belli conoció a Ramírez personalmente en 1976, cuando vivió su primer exilio a cuenta de los Somoza, pero ya lo había leído cuando él publicó “Tiempos de fulgor”. La poeta afirma que, además del talento narrativo, él es un erudito capaz de absorber y hacer partícipe a todos los que lo rodean del valor de la literatura universal. 

Según la poeta, Ramírez logra ese objetivo, a través de sus libros o mediante el festival literario Centroamérica Cuenta, uno de los más grandes de la región que junta a decenas de escritores tanto de América Latina como España. La literatura como magia en cada una de esas conversaciones, y los artificios del escritor expuestos para quien quiere aprender de ellos.

De sus 39 libros, seleccionamos 12 de los más destacados, incluyendo el más reciente “Ese día cayó en domingo”, que se publicará oficialmente el 15 de septiembre de 2022.

Tiempo de Fulgor 1970
¿Te dio miedo la sangre? 1979
Castigo divino, 1990
Un baile de máscaras, 1995
Margarita, está linda la mar, 1998
Adiós muchachos, 1999
Sombas nada más, 2002
El cielo llora por mí, 2008
La fugitiva, 2011
Ya nadie llora por mi, 2017
Tongolele no sabía bailar, 2021
Ese día cayó en domingo, 2022

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Invenciones en una vida familiar y una gran biblioteca

La arquitecta Dorel Ramírez es la menor de los tres hijos de Sergio Ramírez y “Tulita” Guerrero. Ella recuerda que siendo niña observaba a su papá tecleando en soledad hasta que empezó a leerlo con el tiempo. Los primeros cuentos que disfrutó fueron los compilados en “Charles Atlas también muere”, pero ese fue solo el principio de su viaje como lectora que no ha cesado en sus años de vida.

En su adolescencia fue cuando ella comprendió el alcance universal del escritor que era su padre. Lo hizo cuando cayó en sus manos el manuscrito de “Castigo divino”. “Fue la primera novela suya que leí así, desde entonces espero con ansias los manuscritos de sus cuentos y novelas”, afirma.

La trama de esa novela es cautivadora. El estilo seductor de Castañeda, los asesinatos y su fin trágico conmovieron a lectores por doquier. La frase de “Oli, Oli, ¿qué me has dado?” se hizo bastante conocida y la figura del envenenador creció hasta convertirse en un mito. En 2017 –a 81 años del fallecimiento del personaje– Ramírez publicó un tweet en que relató que manos anónimas enfloraban la tumba de aquel asesino en el cementerio leonés de Guadalupe. 

La tumba de Oliverio Castañeda, personaje de Castigo Divino, enflorada por manos anónimas en el cementerio de Guadalupe en León. pic.twitter.com/k4z81Arp8t

— Sergio Ramírez (@sergioramirezm) November 3, 2017

“Con ‘Castigo divino’, como familia experimentamos la intensidad con la que se dio a la tarea de escribir esa novela que en lo personal sigue siendo de mis favoritas, no solo de su obra, sino de todas las novelas que he leído”, afirma Dorel, quien menciona que incluso un papagayo que hubo en la casa en Managua se llamaba Oliverio. 

Para la arquitecta, esas historias maravillosas, el cine y la literatura en general han estado presentes en sus vidas. Las han gozado su mamá, sus hermanos Sergio y María, una experiencia acrecentada además por la enorme biblioteca, curada por el mismo Ramírez, que se convirtió en una fuente de imaginación inagotable.

Las dos claves del escritor: Humor y disciplina

Las raíces de Ramírez hay que buscarlas en su natal Masatepe, que imagina siempre en una ubicación cercana al volcán Masaya. El 5 de agosto de 1942 fue ahí donde nació el segundo de cinco hijos del comerciante Pedro Ramírez y la profesora de literatura Luisa Mercado. 

En ese hogar reinó el humor a cuenta del padre, y la disciplina por la madre, dos vertientes que se cruzaron también en el carácter del escritor masatepino y que luego él fue colocando como parte de sus armas de escritor.

La vocación del niño inició a muy temprana edad, cuando solía tirarse al suelo para dibujar historietas con tizas, entusiasmado con hacer su propia versión de los cómics. Aquellos fueron sus primeros ensayos de escritor, una pasión que alimentó con el cine y la experiencia enriquecida de las personas que lo rodearon. Desciende de músicos y el sonido de clarinetistas y violinistas se sumó a su acervo.

Casa natal de Sergio Ramírez Mercado en Masatepe
La vieja casona de Masatepe, donde crecieron Sergio Ramírez y sus hermanos. // Foto: Archivo personal de SRM
1950. Una foto familiar. Sergio Ramírez es quien tiene una piñata en su cabeza. // Foto: Archivo personal de SRM
1950. Una foto familiar. Sergio Ramírez es quien tiene una piñata en su cabeza. // Foto: Archivo personal de SRM

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“No siento que la literatura en determinado momento haya sido como le pasó a San Pablo que se cayó del caballo, porque recibió este deslumbre que le cambió su vida. Yo nací prácticamente a la vida adulta con la literatura”, afirma. 

De esa casona familiar, con techo de tejas, saldría en 1959 a estudiar Derecho a la ciudad de León, en el occidente del país. Allá, además de conocer el proceso de Oliverio Castañeda, fundó la revista Ventana, publicó su primer libro de cuentos, en 1963, y se graduó de abogado. Con su esposa procrearon a sus hijos en Costa Rica, donde trabajó como secretario del Consejo Superior Centroamericano (CSUCA).

En 1973 fue a hacer una residencia de escritores en Alemania. Sergio, su hijo, tenía ocho años y, viviendo en Berlín, un día le preguntó a su padre: “Cuándo iba a trabajar, por qué pasaba todo el día frente a una máquina de escribir”, según ha contado el mismo novelista.

Ese viaje a Europa marcó su visión como artista, una vida que creció paralela a la lucha política contra la familia Somoza, instalada en el poder desde 1937, tres años después que el fundador de la dinastía asesinó al general Augusto C. Sandino.

Dos años antes del triunfo de la Revolución Sandinista, Ramírez encabezó, en 1977, el Grupo de los Doce, compuesto por personalidades que apoyaron al Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN). Después del derrocamiento de Anastasio Somoza Debayle, formó parte de la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional (JGRN) y, en 1984, asumió la vicepresidencia, acompañando en la jefatura de Gobierno a Daniel Ortega, otro de los protagonistas de la lucha contra Somoza.

Sergio Ramírez Mercado, en la Plaza de la Revolución en 1979
20 de julio de 1979. Triunfa la insurrección y Sergio Ramírez entra a la Plaza de la Revolución, como miles de jóvenes, a celebrar la caída de la dictadura somocista. // Foto: Archivo personal de SRM
Sergio Ramírez Mercado con Olof Palme
1983. Con Olof Palme en la marcha del primero de mayo. // Foto: Archivo personal de SRM
Sergio Ramírez renuncia al FSLN en 1995
El día de su renuncia al FSLN, en 1995. Un año después se retiró de la política y volvió a dedicarse de lleno a la escritura. // Foto: Archivo personal de SRM

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En la política nicaragüense, donde los vicepresidentes suelen estar desprovistos de poder, la situación de Ramírez es una notable excepción. Por su gestión de Gobierno en aquellos años, algunos aún lo confrontan, aunque tenga ya décadas de oponerse públicamente a Ortega.

Su desilusión con la revolución la plasmó en “Adiós muchachos”, un testimonio sobre aquellos convulsos años, que abraza el cambio para Nicaragua. El desencanto vino después y lo ha expresado en diversos artículos periodísticos en que lamentó que, como nunca antes, la riqueza está mal distribuida en la sociedad, mientras los héroes de aquellos años languidecen en el olvido oficial.

El 5 de agosto de 2017, Mario Vargas Llosa escribió un artículo titulado “Ilusiones perdidas”, en que evocó la alegría y entusiasmo que vivieron la inmensa mayoría de los nicaragüenses en los tiempos de la Revolución Sandinista, una gran transformación que hoy es invocada por otra dictadura familiar.

A sus 80 años, Ramírez dice que es ocioso enumerar los errores que se cometieron en el poder durante los ochenta. Según el escritor, la propia naturaleza de la revolución —buscaba erradicar todo— conllevó el abuso y la ruptura de los equilibrios en la sociedad. “Si yo hubiera entrado a esta empresa cuando era joven con mala intención, digamos, o con intenciones aviesas, tendría que ir a confesar mis pecados delante de un cura”, añade.

Tras la derrota electoral del Frente Sandinista, en 1990, se desempeñó como diputado, fue jefe de bancada del FSLN y uno de los promotores de la reforma constitucional, en 1995, se separó de ese partido y fundó el Movimiento Renovador Sandinista (MRS). Tras su fracaso político como candidato presidencial, en 1996, dejó la política partidaria. Fue entonces cuando volvió nuevamente a la escritura, lo que asegura hizo “sin remordimientos”.

Treinta y dos años después del fin de la revolución, el 8 de septiembre de 2021, la Fiscalía de Daniel Ortega acusó a Ramírez de “fomentar actos e incitar al odio y la violencia”. Estos cargos le parecieron similares a los que le imputó el Ministerio Público de Anastasio Somoza Debayle, en 1977, cuando el intelectual fue señalado por “asociación ilícita para delinquir, incitación a la rebelión y terrorismo”.

La similitud de las fabricaciones judiciales en su contra le evoca a Ramírez que, sin importar los signos ideológicos, en los regímenes dictatoriales se suelen repetir las acusaciones contra los ciudadanos, dado que hay una persecución contra la palabra, y un intento de castigo al escritor.

Sin embargo, a pesar de lo difícil de la situación en que se encuentra en el exilio, él mira siempre a la literatura triunfante ante cualquier adversidad.

“Sin literatura, sin imaginación, el mundo no se podría mover. La humanidad recuerda a sus artistas, escritores… y los opresores tantas veces son apenas un pie de página en la biografía de un artista, un escritor”, dice desde España. Ese país está lleno de afectos para él y tiene un ambiente libre y creativo, propicio según sus palabras para el arte.

Hay destierros que han sido duros en la historia de la literatura. Ramírez pone el ejemplo del poeta Ovidio, víctima de César en la Roma antigua, a quien le dieron un puesto de soldado y lo enviaron a un sitio inhóspito, en las riberas del Mar Negro, donde actualmente es Rumanía. Había niebla, frío y lodo en aquel lugar, un paisaje tosco. El objetivo del poderoso fue que el vate no pudiera volver a escribir, sin embargo, no lo logró. El escritor nicaragüense reconoce que, si no tuviera el oficio de la escritura, se sentiría quizás más desgraciado. 

El escritor visto por otros autores

Sergio Ramírez Mercado
“Sergio Ramírez es uno de los magníficos escritores latinos cuya obra registra prácticamente, día a día, el drama latinoamericano (...) En su obra hay una participación muy creativa en el aspecto estrictamente literario, pues él se interesó siempre por la elaboración de unos textos de gran originalidad y riqueza literaria. Estoy seguro de que la obra literaria de Sergio Ramírez va a prevalecer y, sin ninguna duda, será una de las más representativas de esta época”.
Mario Vargas Llosa
Mario Vargas LlosaPerú, 1936. Premio Nobel de Literatura 2010, en entrevista con CONFIDENCIAL.
“Es un gusto, un gran acierto que Sergio Ramírez vincule su Premio Cervantes a su país Nicaragua, a sus bosques y a su naturaleza exuberante, a su agua y a sus árboles, a sus niños y a sus habitantes más humildes, a su cielo y a su enorme tradición poética. Juan Rulfo decía que en Chiapas ‘a los poetas se les puede barrer con escoba’”.
Elena Poniatowska
Elena PoniatowskaFrancia, 1932. Premio Cervantes 2014, en un artículo publicado en 2017.
“Sus novelas son retratos de las sociedades de nuestras patrias centroamericanas y su capacidad para insertar en ellas las realidades y sobre todo los entornos de diversos tiempos y las complejas pasiones de sus personajes con irreverencia y un fino sentido del humor le han valido la admiración crítica del mundo literario. Llega a sus ochenta con una brillante estela de reconocimientos y premios, pero también con el dolor de un exilio inmerecido”.
Gioconda Belli
Gioconda BelliNicaragua, 1948. Premio Sor Juana Inés de la Cruz 2008, en entrevista con CONFIDENCIAL.
“Toda persona tiene dentro un militante. Que haya conseguido que esa militancia, no se vislumbrara ni en sus cuentos, ni en sus novelas, que haya mantenido el sentido del humor en estos tiempos tan aciagos de manera que pueda crear música en sus libros, para mí me parece lo sobresaliente de su obra como escritor (…) la prosa de Sergio Ramírez proviene de la poesía, porque no en vano es quizás el mejor lector contemporáneo de Rubén Darío”.
Juan Cruz
Juan CruzEspaña, 1948. Premio Comillas de Memoria 2009, en Entrevista con CONFIDENCIAL.
“En la obra de Sergio Ramírez convergen de un modo armónico la Historia con mayúsculas (en particular la de Nicaragua y Centroamérica) y la historia privada de las naciones. Ese ir y venir entre la anécdota familiar, íntima, y los movimientos sociales más grandes, logra pintar un fresco completo y complejo del conjunto final. La personalidad del autor, que ha sido él mismo protagonista de la Historia, y hombre cabal en la vida privada, es un espejo de sí mismo, pero sobre todo el espejo de lo que sus ojos han visto, sus orejas oído, su imaginación completada, y su sensibilidad e inteligencia interpretado”.
Héctor Abad Faciolince
Héctor Abad FaciolinceColombia, 1958. Premio Casa de América de Madrid de Literatura Innovadora 2000, en Entrevista con CONFIDENCIAL.
“En sus inicios, Sergio comienza a reescribir cuentos, basado en las leyendas nicaragüenses de la tradición vernácula. Pero, luego en el proceso de aprendizaje bajo la dirección de Juan Aburto (maestro del cuento nicaragüense), empieza a introducir los elementos de la modernidad (…) con elementos propios como las artes visuales, el cine, la televisión, la radio”.
Erick Blandón
Erick BlandónEn el documental “Sergio Ramírez la herencia de Cervantes en Centroamérica”, dirigido por Iván Argüello.

“La corrupción sigue cebándose con las estructuras políticas en Centroamérica”

El novelista Sergio Ramírez Mercado rechaza la persecución contra la prensa en Nicaragua, El Salvador y Guatemala

Sergio Ramírez Mercado
Foto: Laura Rodríguez | Universidad de Costa Rica (UCR)

La entrevista de CONFIDENCIAL sobre los 80 años de Sergio Ramírez Mercado tenía un día de vida, cuando el director de El Periódico, de Guatemala, José Rubén Zamora, fue arrestado el 30 de julio pasado, bajo supuestos cargos de “lavado de dinero”, “chantaje”, “tráfico de influencias”, entre otros, por una Fiscalía acusada de corrupción.

Ramírez precisó que bajo cargos similares persiguen a Carlos Fernando Chamorro, en Nicaragua, y a Carlos Dada, en El Salvador. Ambos se exiliaron para seguir haciendo periodismo en libertad; un retrato de la realidad centroamericana, a la que vuelven los viejos fantasmas del autoritarismo que el novelista conoció cuando era joven.

“¿Quiénes gobernaban Centroamérica a principios del siglo XX?”, pregunta como si fuese profesor de historia. Ramírez menciona a Estrada Cabrera, en Guatemala; José Santos Zelaya, en Nicaragua, mientras Costa Rica era un remanso entre aquellas aguas turbias. Nada ha cambiado con la región ahora: los tiranos actuales se parecen a los de antes, como si los primeros solo se hubiesen cambiado los trajes de época.

“En términos políticos, parece que estuviéramos condenados a la repetición. Las estructuras económicas no han cambiado, los vicios políticos no han cambiado, la corrupción sigue cebándose en las estructuras políticas”, se lamenta, mientras destaca que en la mayoría de países la justicia está cooptada.

Nuevamente repite que se ha fallado en muchas cosas, pero enfatiza en las estructuras económicas. Son las mismas de aquel siglo: una economía basada en la exportación de materias primas, mucha desigualdad, mientras en lo político subyacen “las ambiciones, las zancadillas, las tendencias autoritarias, la falta de lealtad con el país. Como si fuera una película que siempre estás viendo”.

La Centroamérica de hoy también tiene intelectuales comprometidos. Ramírez es uno de quienes entiende el papel del intelectual como una responsabilidad, es decir alguien que no calla en una zona geográfica que se caracteriza porque los reclamos de la calle son tan sonoros que “golpean las ventanas”.

¿Qué le preocupa más de Nicaragua, su país natal?– le pregunto. Arquea las cejas y dice que no se sabe dónde está la salida para que el país vuelva a la democracia. “Esa salida –insta– no se va a dar por obra y gracia del Espíritu Santo. Hay que construirla”.


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Octavio Enríquez

Octavio Enríquez

Periodista nicaragüense, exiliado. Comenzó su carrera en el año 2000, cuando todavía era estudiante. Por sus destacadas investigaciones periodísticas ha ganado el Premio Ortega y Gasset, el Premio Internacional de Periodismo Rey de España, el Premio a la Excelencia de la Sociedad Interamericana de Prensa, y el Premio Latinoamericano de Periodismo de Investigación del Instituto Prensa y Sociedad (IPYS).

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