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Nuncio a presas políticas: “¿Para qué quieren salir?”

Reas de conciencia suspendieron una huelga de hambre por solicitud de su familia y porque una de las compañeras estaba “muy mal”

El nuncio Waldemar Stanislaw Sommertag junto a la presas políticas Irlanda Jerez, Lucia Pineda Ubau, Irlanda Jerez, María Adilia Peralta Cerrato, Amaya Eva Coppens Zamora y Nelly Marilly Roque Ordoñez, en huelga de hambre, en marzo de 2019. Foto: Tomada de Internet

16 de marzo 2019

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La visita del nuncio apostólico, Waldemar Stanislaw Sommertag, fue reveladora para las presas políticas en la cárcel La Esperanza. Les llevó un mensaje más cercano al de un agente del régimen, que al de un pastor de la iglesia, según la recién excarcelada Yaritza Rostrán Mairena, vocera del movimiento estudiantil universitario. El embajador del papa en Nicaragua les dijo frases como: “Para qué quieren salir, si van a ir a hacer cosas malas”.

El representante papal visitó a las presas el pasado lunes 11 de marzo e intentó que algunas abandonaran una huelga de hambre —que duró entre el 27 de febrero pasado y el 13 de marzo—, que mantenían en protesta porque la Alianza Cívica negociaba con el Gobierno mientras hay más de 600 presos políticos. Sommertag se reunió con las reas Lucia Pineda Ubau, Irlanda Jerez, Amaya Eva Coppens Zamora, Nelly Marilly Roque Ordoñez,  María Adilia Peralta Cerrato, las tres últimas eran parte del grupo en huelga, que lo completaban Rostrán Mairena, Johana Delgado, Karla Matus, Solange Centeno y Jamileth Gutiérrez Moncada.


“En cuanto entró María Adilia, que estaba muy mal, (el nuncio) la sujetó de la cara y le empezó a decir: ´tenés que comer, tenés que comer´. Ella se sintió muy invadida, porque dice que la presionó”, dijo Rostrán, durante una entrevista para el programa Esta Semana, que por la censura gubernamental ahora se transmite por el canal en YouTube de CONFIDENCIAL.

La joven excarcelada compartía celda con Coopens, Peralta y Roque. El nuncio les solicitó, según Rostrán, que “dejaran de entorpecer las negociaciones (entre el régimen y la Alianza), que dejaran la huelga de hambre porque lo único que estaban haciendo, en primera instancia, era retrasando su salida, y después terminó diciéndoles que para qué quieren salir si van a ir hacer cosas malas”.

Agregó que “esas fueron las frases que más nos chocaron a nosotros porque pensamos que en realidad era un agente de la iglesia, neutral. Pensamos que estaba ahí como observador, como mediador y no como un agente más del Gobierno”.

Papel de testigo

Stanislaw ha jugado un papel central en el reinicio del diálogo entre el régimen y la oposición. Sirvió como testigo, junto al cardenal nicaragüense Leopoldo Brenes, en una sorpresiva reunión entre representantes del gran capital y la pareja presidencial, Daniel Ortega y Rosario Murillo. Además, es el único representante de la iglesia católica que ha quedado en las negociaciones, tras el rechazo de los obispos de la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN) de participar.

“(El nuncio) llegó abogar para que nosotros le diéramos un voto de confianza al Gobierno, llegó diciendo que nosotras éramos las causantes del entorpecimiento del diálogo, que nosotras estábamos poniéndole trabas al asunto y que debíamos dejar nuestras protestas, que debíamos dejar de hacer lo que estábamos haciendo (huelga de hambre) porque no era correcto. Que las negociaciones estaban bien, que el Gobierno había mostrado mucha voluntad”, comentó la líder universitaria.

“Nosotros no veíamos esa voluntad en ninguna parte. La excarcelación que se les dio a nuestros hermanos prisioneros políticos, nos pareció un insulto. La excarcelación que se nos dio a nosotras es un insulto. Queremos ser libres y no aceptamos que nuestros procedimientos judiciales sigan, porque nosotros somos inocentes. Queremos la anulación de los casos, no que se nos excarcele”, aseguró Rostrán.

Para la joven, las palabras del embajador papal les hizo “desconfiar” de su rol dentro de las negociaciones. “Si una persona así estuvo dando declaraciones, estuvo sirviendo como mediador y testigo —que se supone que es el que da crédito de que se llevan bien las negociaciones—, y nos dice esas cosas, que son de un discurso muy dado al orteguismo; entonces decimos ¿en quién confiamos?. No podemos confiar en ese testigo que está ahí. Nos pareció, de manera más contundente, una prueba más de que las negociaciones no se estaban llevando de la manera correcta”.

Suspenden por familiares

Las presas suspendieron la huelga dos días después del encuentro con Stanislaw. Sin embargo, lo hicieron por el “ruego” de sus familiares, quienes el mismo lunes pasado las visitaron y les dijeron que las “veían muy mal”.

“María Adilia que fue una de las más afectadas, estaba muy mal de salud. Decidimos no continuar por ella”, destacó Rostrán.

Subrayó que tras discutirlo entre ellas, llegaron a la conclusión de que “no era del todo una terminación de la huelga de hambre, sino una suspensión, porque pensamos que era cierto que no podíamos seguir dañándonos, de la manera que lo estábamos haciendo, pero que íbamos a seguir si así ameritaba”.

La vocera de la Coalición Universitaria recordó que la protesta inició porque “llegó un momento que pensamos que no nos estaban escuchando, sentimos que nuestra opinión como presas políticas estaba siendo subestimada”.

Añadió que por eso concluyeron en tomar acciones radicales. “Yo propuse la huelga de hambre como una opción, porque para mí fue lo único que teníamos para ofrecer. Ya habíamos ofrecido todo en las protestas de abril, arriesgamos nuestra vida, perdimos nuestra libertad y ya qué nos quedaba”.

“Sabíamos que no era un acción en realidad buena, constructiva para nosotras mismas, pero no teníamos otra opción. La verdad queríamos mandar un mensaje muy contundente tanto a la Alianza Cívica como al Gobierno, a la comunidad internacional y al mismo pueblo de Nicaragua, de que no estábamos de acuerdo con unas negociaciones en las circunstancias que se estaba instalando”, destacó la exestudiante de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (Unan-Managua).

Excarcelamiento de presos políticos

Rostrán es parte de los cincuenta presos políticos que el régimen excarceló este viernes, como gesto de “buena voluntad” para continuar unas negociaciones con la Alianza Cívica, quien al final de la noche se volvió a retirar de la mesa de diálogo por considerar que esa cifra de liberados es “insuficiente”. El Gobierno mantiene más de 600 reos de conciencia en las cárceles nicaragüenses.

A finales de febrero, cambió el régimen carcelario a otros 112 presos políticos, según el Comité Pro Libertad de Presas y Presos Políticos, que denuncia al Gobierno de utilizar “como rehenes” a los reos de conciencia.

Junto a Rostrán fueron liberadas sus compañeras y presas que estuvieron en huelga: Nelly Roque, Solange Centeno y Johana Delgado. Todas fueron excarceladas bajo la figura de “convivencia familiar”.

La universitaria indicó que su compañera de celda Kenia Gutiérrez, de Chinandega, sería sacada de la cárcel, pero ella no quiso salir. “Le parece que es un insulto que nos estén excarcelando, cuando en realidad nos deberían dar nuestra libertad”.

“La podemos entender porque fue difícil dejar a nuestras compañeras, no queríamos despedirnos. De hecho, no nos dejaron despedirnos, porque no nos avisaron que nos llevaban a nuestras casas, nos dijeron que íbamos al Juzgado”, resaltó.


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