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Quitar al Nuncio Apostólico como decano del cuerpo diplomático "es revanchismo político"

Decreto le pasa a Gobernación el control de las visas diplomáticas

El representante de la santa sede en Nicaragua reveló que la excarcelación de 91 presos políticos se realizó sin “ninguna negociación” con el Gobierno.

Octavio Enríquez

19 de noviembre 2021

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La decisión de quitarle la decanatura del cuerpo diplomático en Nicaragua al Nuncio Apostólico de la Santa Sede, tomada por el presidente Daniel Ortega el 16 de noviembre pasado, es una afrenta a la Iglesia católica nicaragüense que lo ha criticado por las violaciones de derechos humanos, consideró este viernes el exembajador Edgar Parrales.

Ortega reformó el protocolo del Estado, a través del decreto 21-2021 que reconocía al representante del Papa como el decano del cuerpo diplomático en su artículo seis y en su ausencia al embajador acreditado con mayor antigüedad. La nueva decisión plantea que no debe haber ninguna distinción entre los jefes de misión e insta “a un trato igualitario entre todos”.


El actual Nuncio en Nicaragua es Waldemar Stalisnaw Sommertag, quien participó como testigo y mediador en el fallido segundo diálogo nacional, entre febrero y junio de 2019 en el que el gobernante sandinista incumplió con los acuerdos suscritos de liberar a todos los presos políticos y suspender el Estado policial, mientras recrudeció la represión.

“Esta decisión es de revanchismo político. Como la Conferencia Episcopal tiene una actitud, no de confrontación con el Gobierno, sino de defensa de los valores éticos, morales y cívicos que van en consonancia con la religión y prácticamente la comunidad internacional los ha venido cercando (al Gobierno), entonces ellos están molestos”, dijo Parrales, un exsacerdote que se desempeñó como embajador de Nicaragua ante la Organización de Estados Americanos (OEA) en el primer gobierno sandinista.

Parrales explicó que la tradición de que este cargo recayera en el Nuncio es latinoamericana y no se encuentra normada por la legislación internacional y se mantuvo así en los años de la dictadura de Somoza e incluso en el primer gobierno sandinista entre 1984-1990.

Sin embargo, otro exdiplomático nicaragüense comentó que “era más bien inusual que el Nuncio fuera el decano del cuerpo diplomático. Aun en casos como Costa Rica donde la religión católica es oficial, normalmente es el embajador más antiguo”.

En otros países, se otorga la decanatura al diplomático que tenga más antigüedad, como ocurría en Estados Unidos con el embajador de la dictadura de los Somoza, Guillermo Sevilla Sacasa, ocupó durante muchos años el cargo de decano por ser el más antiguo, lo que reflejaba la longevidad del régimen.

El decreto de Ortega reformando el protocolo del Estado en Nicaragua es publicado en el momento en que la comunidad internacional ha rechazado las votaciones que permitieron al gobernante la prolongación en el poder, mientras demandan la restitución de los derechos de los ciudadanos con el fin de la represión.

Parrales agregó que, aunque parezca contradictorio, la decisión de Ortega puede ser positiva. “Como dice el dicho popular, no hay bien que por mal no venga. Si bien el gobierno ha tratado de afrentar a la Iglesia católica, en la persona del Nuncio, eso ha significado hasta cierto punto un sacudirse de la posibilidad de que los gobiernos utilicen los oficios de los Nuncios ante los cuerpos diplomáticos, por lo que me alegra a mí personalmente que ya no sea el decano”, añadió.

Por su parte, el exdiplomático explicó que “la decanatura solo afecta la frecuencia con que ves al jefe de Estado. No confiere derechos y por lo tanto, al perder la decanatura el Nuncio no pierde nada.

Otro exembajador: “Es torpeza e ignorancia”

Otro exembajador nicaragüense, consultado por CONFIDENCIAL, que aceptó ofrecer sus comentarios desde el anonimato, considera la resolución de Ortega como un “acto de torpeza, ignorancia y mala intención política” que busca dañar al Nuncio y a la iglesia católica toda, cuyos obispos y sacerdotes se han destacado en la defensa de los derechos humanos.

El exdiplomático encontró varias contradicciones en la normativa reformada por Ortega y en ese “trato igualitario”, que se intenta imponer, lo que además considera perfectamente compatible con un orden de precedencia que en todas partes exige el protocolo y ceremonial diplomático.

“Decano es, según la RAE, `el miembro más antiguo de una comunidad, cuerpo, junta, etc.” En este sentido es imposible “anular” la figura, como pretende hacer la reforma, pues esta se deriva de la antigüedad, un hecho físico que no puede anularse. En todo caso lo que puede reformarse o anularse es la precedencia, establecida en el artículo 7, y que otorga al Nuncio el primer lugar, artículo que la reforma deja intacto, es decir, continúa vigente”, sostuvo.

Esa anulación de la figura del decano tampoco impide, según el exdiplomático, que el cuerpo diplomático siga reconociendo al Nuncio o al embajador más antiguo como “decano” y que este siga desempeñándose en labores de coordinación que en la práctica lleva a cabo.

En el decreto,  Ortega además establece que los embajadores y jefes de misiones son atendidos por el Ministerio de Relaciones Exteriores, pero el Ministerio de Gobernación será ahora es la institución encargada de otorgar las visas diplomáticas, oficiales y de cortesía y para la nacionalización de mercancías deben observarse las normativas, emitidas por la Dirección General de Servicios Aduaneros (DGSA).

“Lo de pasar a Gobernación las visas diplomáticas es muy usual en los Gobiernos totalitarios y nos ofrece una ventana al futuro. Creo que la Policía le ganó esa partida a los militares que están más cerca de la Cancillería”, dijo exdiplomático nicaragüense.

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Octavio Enríquez

Octavio Enríquez

Periodista nicaragüense, exiliado. Comenzó su carrera en el año 2000, cuando todavía era estudiante. Por sus destacadas investigaciones periodísticas ha ganado el Premio Ortega y Gasset, el Premio Internacional de Periodismo Rey de España, el Premio a la Excelencia de la Sociedad Interamericana de Prensa, y el Premio Latinoamericano de Periodismo de Investigación del Instituto Prensa y Sociedad (IPYS).

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