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Teyler Lorío: El bebé asesinado en los brazos de su padre

“Sospecha de suicidio”, dijeron las autoridades que quisieron manipular la muerte del bebé. Sus padres: “Nuestro grito de justicia seguirá por siempre”

“Sospecha de suicidio”

19 de abril 2020

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En una bolsa transparente, Karina Navarrete y Nelson Lorío, guardan celosamente el trajecito blanco con el que su pequeño Teyler Lorío Navarrete sería bautizado. No tenían fecha ni les dio tiempo de tallárselo. El bebé de 14 meses y 16 días fue asesinado de un disparo en la cabeza, que lo alcanzó en los brazos de su padre, el 23 de junio de 2018, el mismo día en que se celebra el Día del Padre en Nicaragua.

A Nelson le tiembla la voz cada vez que habla sobre ese momento. A Karina las lágrimas le empiezan a caer sin control.


Poco después de las siete de la mañana de aquel día, ambos se bajaron de un bus, junto con sus dos hijos, para caminar por el barrio Américas Uno, de Managua, a la casa de los padres de Nelson, donde cuidaban al pequeño, mientras Nelson y Karina se iban a trabajar. Todos los días recorrían esas mismas calles, pero ese día iban tarde.

“Recuerdo que Nelson me dijo andate para el trabajo y yo me llevo a los niños. Pero cuando llegamos a la parada, algo me hizo querer bajarme y me fui con ellos”, recuerda Karina.

De repente, en una esquina empezaron a escuchar disparos, y aceleraron el paso. Las calles casi estaban desiertas y los jóvenes que se mantenían en las barricadas tampoco estaban. Nelson cargaba a Teyler y en un momento volteó a ver de dónde venían los disparos. En ese segundo, una bala le dio al bebé.

Teyler Lorío 14 meses

Teyler Lorío apenas tenía 14 meses y 16 días cuando fue asesinado de un disparo en la cabeza. Foto: Carlos Herrera | Confidencial

No lloró. Su sangre empezó a correr por las manos de su padre y su ropita se empapó de rojo. Nelson y Karina comenzaron a gritar y correr hasta que una señora les abrió su casa. Ella le empezó a lavar la cabecita.

Aún con miedo por los disparos, Karina corrió desesperada para llevarlo al Hospital Alemán Nicaragüense. Ahí poco tiempo después le informaron que estaba muerto. Todo fue rápido, confuso y doloroso.

La rabia y la mentira

“Mi hijo era puro, él no tenía partido en la lucha del país, era un angelito que estaba empezando a crecer. Nunca imaginó que le iban a disparar a matarlo”, reclama Nelson.

En una nota de prensa, la Policía culpó horas después a “delincuentes que asedian los barrios aledaños a la Universidad Politécnica de Nicaragua (Upoli)”, en referencia a los manifestantes que protestaban contra el régimen de Daniel Ortega, pero sus padres están seguros que lo mataron los policías.

Karina sostiene que nadie mejor que ellos pueden saber que pasó en ese momento. “Nosotros estuvimos allí, a nosotros nadie nos va a contar lo que sucedió”, reitera.

La constancia de defunción de Teyler indica que murió por “herida por arma de fuego en el cráneo”. Pero en una primera epicrisis el hospital informó: “muerte por herida de arma blanca”, y en otra: “sospecha de suicidio”.

“Todo lo que dijeron y lo que digan es una burla para la memoria de mi hijo. Él no se mató, a él tampoco lo asesinaron ningunos manifestantes, los únicos culpables son los policías del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo”, denuncia Nelson.

La bala iba para Nelson, asegura Karina. A él ya lo tenían fichado porque había apoyado a los manifestantes que protestaban cerca de la Upoli. “Esa bala era certera, ese tiro solo pudo ser hecho por un francotirador”, opinan.

Teyler Lorío: “Titi”, “el negrito”

Teyler, el segundo hijo de Nelson y Karina nació a las siete de la mañana del siete de abril de 2017 en el Hospital Monte España. “Siempre fue chiquitito”, recuerda su madre, que se ganaba la vida como empleada doméstica, mientras su esposo trabajaba en un supermercado para dar “lo mejor” a sus dos hijos.

Lo definen como un niño risueño, feliz. “Siempre en los buses iba sonriendo con toda la gente, casi nunca lloraba”, dice su madre. Ya hablaba bien y le gustaba comer de todo, “hasta sardinas”. Todavía no había aprendido a caminar, pero gateaba y le gustaba subirse a un carrito de plástico azul en el que podía pasar horas.

cosas de Teyler

Ropa, zapatos, y juguetes de Teyler guardan como un tesoro sus padres. Foto: Carlos Herrera | Confidencial

Nelson dice que lo que más recuerda de Teyler son sus colochos. “Me gustaba tocarle el pelo y sobarle la cabeza, nunca se le cortamos porque queríamos verle su cabeza llena de risos”, dice.

Le decían “Titi” porque era una palabra que repetía mucho cuando aprendió a hablar, pero también lo llamaban “el negrito” y él siempre se carcajeaba cuando le hablaban con cariño.

Era “una alarma” para sus padres. Se dormía a eso de las nueve de la noche, pero puntual a las cuatro y media de la mañana ya empezaba a moverse y gritar para que lo sacaran de la cama.

El carro azul en el que lo paseaban, su ropita, sus peluches, el carrito de baterías con el que jugaba y un pequeño lanzamortero hecho de plástico que le habían regalado, son guardados como “tesoros” por sus padres.

Lo único que se llevó cuando lo enterraron fue un pequeño peluche de tigre amarillo con rayas negras del que no le gustaba despegarse. “Era su juguete preferido”, cuenta su padre.

Un duro año en el exilio

“¿Y el negrito, dónde está, mamá?”, preguntaba muchas veces Joshuara, la hermana mayor de Teyler cuando se fueron a vivir a Costa Rica. Karina le respondía que ahora está en el cielo jugando con otros niños.

Los padres de uno de los tres bebés asesinados durante las protestas en Nicaragua fueron acosados por turbas, policías y paramilitares desde que asesinaron a su hijo. “Cansados de eso nos fuimos a Costa Rica, pero allá todo fue duro, no encontramos trabajo, nos sentíamos lejos de nuestra familia y de alguna manera de nuestro Teyler”, explica Karina.

Teyler Lorío misa

Los padres del bebé asesinado, Teyler Lorío, durante una misa organizada por las Madres de Abril. Foto: Carlos Herrera | Confidencial

Nelson dice que sobrevivieron gracias al apoyo de nicaragüenses que viven en el vecino país y de otros exiliados. “Fue duro, fue duro estar allá”, repite. Por la falta de empleo, pero también porque querían volver para exigir justicia, decidieron volver a Nicaragua el nueve de octubre de 2019, luego de permanecer algo más de un año en Costa Rica.

Siguen exigiendo justicia

Una cartulina rosada decorada con fotografías de Teyler y con frases como “te adoramos mi rey hermoso”, “era solo un niño, no era un delincuente”, “te amamos por siempre mi niño” y “te recordaremos siempre mi amor” fue lo primero que hicieron Karina y Nelson para salir a protestar por el asesinato de su bebé.

La hicieron para ir a la calle por primera vez, siete días después de la tragedia. El 30 de junio de 2018 salieron, junto a miles de personas, a la llamada “Marcha de las Flores”, para exigir justicia por los niños asesinados por la dictadura durante las protestas iniciadas el 18 de abril de ese año.

Teyler Lorío protesta

Los padres de Teyler Lorío exigiendo justicia en la "Marcha de las Flores", siete días después del asesinato de Teyler. Foto: Cortesía Jorge Mejía Peralta

Ese día volvieron a escuchar disparos. En esa marcha hubo un muerto y varios heridos. “Fue como revivir el sonido de la muerte que me arrebató a mi hijo”, asegura Nelson.

Los padres todavía conservan esa pancarta y con ella salieron a decenas de plantones y manifestaciones. “No nos cansamos de protestar, perdimos el miedo, nuestro grito de justicia va a seguir por siempre”, repite Karina.

No hay día en que no recuerden a Teyler. En el que no lo lloren. En el que la tristeza no los invada.

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Yader Luna

Periodista nicaragüense, con dos décadas de trayectoria en medios escritos y digitales. Fue editor de las publicaciones Metro, La Brújula y Revista Niú. Ganador del Grand Prize Lorenzo Natali en Derechos Humanos.

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