Logo de Confidencial Digital

PUBLICIDAD 1M

PUBLICIDAD 4D

PUBLICIDAD 5D

Algunas preguntas respetuosas, justas y razonables a la UAM

Rene Martin Escoto

12 de diciembre 2015

AA
Share

Independientemente de quién es el dueño de una universidad, el Estado o el sector privado, existen aspectos fundamentales que deben caracterizarla para cumplir con su misión educativa superior. Uno de estos aspectos es la programación educativa a mediano y largo plazo. A partir de este enfoque se puede valorar las decisiones recientes de la UAM, su prestigio institucional y el de los docentes actuales y el de los nuevos que han sustituido a los despedidos.

La UAM ha argumentado que las decisiones se basan en nuevas estrategias académicas para el futuro. Esto en sí mismo es una justificación muy válida.


Técnicamente las estrategias académicas son elaboradas en procesos profesionales, abiertos y transparente que duran muchos meses, sino un par de años, para en realidad poder valorar tendencias de la educación superior a nivel regional e internacional, tanto de la oferta como de la demanda; y sobre todo para poder prever, en un mundo incierto, cuál sería la demanda del mercado de las carreras y de los servicios profesionales de sus futuros graduados, en al menos los 5 años posteriores a haber obtenido sus títulos. Los egresados no esperan ser contratables cuando ingresan sino muchos años después, y confían en la capacidad académica, analítica y de contactos internacionales de su centro universitario, bajo el liderazgo de un rector capaz, ético y consecuente con esa responsabilidad.

Pero la planificación es un proceso en el que participan sistemática e intensamente los decanos, los investigadores y los mejores profesores del centro, además de egresados de años pasados, estudiantes actuales, expertos externos, sector privado del país y del exterior (especialmente si la visión de la universidad es la de “internacionalizarse”) y otros actores más. Después viene un trabajo monumental de reforma curricular, carrera por carrera, materia por materia, mallas curriculares, planes de clase, etc.

No es fácil ese absorbente ejercicio, es delicado y requiere de un rector que mantenga la disciplina, la rigurosidad, la calidad y, sobretodo, la confianza.

Otro aspecto clave tiene que ver con la Junta Directiva (representando al capital) de una universidad privada. La Junta puede estricta y legítimamente llegar a manifestar de forma pública estar únicamente movida por el lucro, considerándose a sí misma como una empresa privada más que puede tomar decisiones laborales unilaterales en base a su poder de empleador y de acuerdo con las leyes laborales. Su claustro de profesores actuales y nuevos también puede aceptar simplemente ser meros trabajadores asalariados del conocimiento, y hacer lo que le dicen. “Mercado es mercado”.

Sin embargo, si una universidad privada no planifica académica y comercialmente, además de ser irresponsable, está estafando a los accionistas, y a los estudiantes y a sus madres y padres de familia. Además, la falta de planificación mostraría que son muy mal empresarios. Si son mal empresarios, tampoco pueden creíblemente enseñar sobre liderazgo y negocios a los y las estudiantes, de lo que siempre se ha enorgullecido la UAM.

Desde este punto de vista, los gerentes de la empresa son los decanos en el caso de las universidades. No obstante, los decanos de las universidades serias (públicas o privadas) que se dan a respetar, son algo así como profesionales cuasi-sagrados, queridos por su vocación y entrega a los estudiantes, y cultivados permanentemente para exigirles mucho, por ejemplo precisamente en procesos de planificación.

Al igual que los pilotos de las líneas aéreas, despedir a uno abruptamente podría estar justificado por alguna razón coyuntural muy grave (criminal por ejemplo). Seguramente que no volaríamos en una línea aérea si supiéramos que despide a pilotos por ser alcohólicos, emocionalmente inestables, o porque sufrían de glaucoma desde hace años. Por eso, los despidos deben ser particularmente transparentes. De otra manera, el temor hace presa del cliente.

¿Entonces?

Es justo dar el beneficio de la duda, rechazar prejuicios de que las autoridades universitarias no quieren (o no pueden) decir la verdad (queremos creerles), y considerar la excelente reputación del rector actual de la UAM así como de las capacidades y trayectorias profesionales de los nuevos decanos.

Aun así, es razonable esperar respuestas de parte de la UAM y de todos y cada uno de sus funcionarios y profesores, a las siguientes preguntas respetuosas, que se hacen estudiantes, docentes, madres y padres de familia y el público en general:

  1. ¿Cuándo, cómo, dónde y con quien se hizo la planificación estratégica académica para el mediano y largo plazo? ¿Qué calidad tuvo el proceso, cuál es su benchmarking, que dice el CNU y la asociación de universidades privadas?
  2. ¿Dónde está la estrategia de comunicación profesional que siempre debe acompañar esos procesos? ¿Por qué ha sido una sorpresa para todos, tanto el despido como la existencia de una nueva estrategia educativa?
  3. ¿Cuál es la evidencia existente sobre la participación de los decanos, docentes, investigadores y otros actores relevantes? ¿Dónde está el documento de la planificación?
  4. Aunque como resultado de una planificación estratégica naturalmente se hacen cambios graduales -e incluso algunos más urgentes- de los recursos humanos de una universidad, ¿exactamente por cual nueva línea estratégica específica (explícita en un nuevo documento de estrategia), es que ameritaba despedir no a uno, sino dos y de forma indirecta prácticamente hasta a tres decanos de manera abrupta? ¿Los decanos despedidos se opusieron irracionalmente a la nueva estrategia?

Si se dio el debido proceso de planificación y existen respuestas a las anteriores preguntas, la UAM actuó bien y ha sido muy injustamente criticada en los medios masivos y los medios sociales. Se entendería que la Junta Directiva y autoridades académicas estén realmente muy indignadas.

Si no es así, entonces la UAM se está desprestigiado de una manera abrumante, habría insultado a la inteligencia pública, estaría estafando a los estudiantes, mostraría que hace mal manejo empresarial del negocio, y sería muy difícil rechazar las hipótesis que explican sus decisiones en términos de razones políticas.

Hay muchos que tienen la palabra: el Rector, la académica; el presidente de la Junta Directiva, la empresarial (así se justificaron); los docentes actuales (y los nuevos), la de la dignidad, el principio de libertad de cátedra y sobre la validación del aparentemente nuevo documento de estrategia académica; las madres y los padres de familia mínimamente la de “clientes” en el mercado pero también de educadores de los valores de sus hijos e hijas; los estudiantes... ya están expresando sus palabras.

La UAM simboliza mucho en estos momentos la valoración que la sociedad hace de la educación superior, especialmente la clase media y los sectores populares que hacen enormes esfuerzos por darles la mejor educación a sus hijos.

El despido de decanos no es solamente una problemática de negocios educativos de una empresa privada UAM S.A que tomó decisiones riesgosas esperando tener mayores ganancias, de tal manera que si su nueva “propuesta de valor” es rechazada por los clientes actuales y futuros, pues … “así es el mercado y el capitalismo”. También es una problemática muy pública (como todo tema de educación) y determinante para el espíritu y credibilidad de la educación superior del país.

PUBLICIDAD 3M


Tu aporte nos permite informar desde el exilio.

La dictadura nos obligó a salir de Nicaragua y pretende censurarnos. Tu aporte económico garantiza nuestra cobertura en un sitio web abierto y gratuito, sin muros de pago.



Rene Martin Escoto

Rene Martin Escoto

PUBLICIDAD 3D