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Mi adiós al gluten

Dejé el gluten porque un largo proceso me llevó a concluir que, dejarlo, me hace sentir mejor y consumirlo no

Ariel Waldman | Flickr.com | Creative Commons

María Portillo

2 de diciembre 2015

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Nota previa: este artículo no constituye de *ninguna manera* una recomendación a la medida de nadie. Es un relato personal que, espero, sirva para que tomés tus propias decisiones, con base en la orientación de tus médicos, nutricionistas o consejeros de salud. Sé responsable con tu cuerpo. No hagas todo lo que lees en Internet. Usalo como fundamento para hacerte preguntas y decidir inteligentemente.


Siempre es difícil despedirse de un alimento que a uno le gusta. Yo, recientemente, tuve que despedirme del gluten (presente en el trigo, centeno y cebada).


Nunca aposté ni apostaré por la eliminación radical de alimentos cuando es “por moda” y sin un diagnóstico adecuado. Por eso, hasta el final y por varios años, me examiné, descarté y escuché a mi cuerpo y mis síntomas para llegar a esta conclusión.

Resumo acá la historia. La lección que, espero, les quede, es que no se aventuren a dejar el gluten -ni nada- a la ligera. Podrían estar cometiendo un error. Examínense, hablen con su médico, consulten al nutricionista, vigilen cómo se sienten sus cuerpos y, sobre todo, tengan paciencia.

Toda la vida padecí de migrañas que, inicialmente, fueron relacionadas por mis médicos con temas hormonales.
Hace un par de años, se me bajó el hierro a niveles preocupantes que me llevaron a varios exámenes, entre ellos, una biopsia para descartar úlceras o enfermedad celíaca. Ambas cosas salieron negativas. El hierro (o la capacidad de captación de hierro, para ser exacta) seguía bajo. Tomé suplementos y aumenté el consumo de carnes rojas.

El nivel se estabilizó pero decidí buscar un plan alimenticio para que, por medio de la comida, pudiera mantenerme saludable en el largo plazo.

Mi nutricionista, con sus debidos sustentos teóricos, recomendó eliminar completamente el gluten, para experimentar cómo me iba sintiendo. Simultáneamente, me pidió eliminar tubérculos, granos y cereales. No tuve problema con la nueva dieta.

De repente, con los meses, me di cuenta de dos fenómenos: por un lado, las migrañas no solo bajaron de intensidad sino que desaparecían por varias semanas. Por el otro, sentía que, al comer trigo (un sándwich por ahí perdido o un trozo de pizza), me sentía muy mal, con migraña, náuseas o mareo. Esto no sucedía cuando, poco a poco, retomaba el consumo de granos, tubérculos y cereales sin gluten.

Lo demás, fue atar cabos. Tengo una especie de sensibilidad al gluten no celíaca que, acompasada con los niveles hormonales cambiantes, me provocan migrañas y otros síntomas, incluso, la disminución de la capacidad para absorber el hierro de lo que como. Adiós gluten. Fin.

¿Dejé el gluten porque está de moda? NO. ¿Lo dejé para adelgazar? NO. Lo dejé porque un largo proceso me llevó a concluir que, dejarlo, me hace sentir mejor y consumirlo no.

Informate de fuentes oficiales (te recopilo algunos links en español). Es un tema amplísimo con muchas posiciones y matices. Decide con conciencia y pide ayuda profesional:

Sensibilidad al gluten
Sensibilidad al gluten no celíaca
Enfermedad celíaca 
Enfermedad celíaca

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Consulte el blog de la autora. 


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María Portillo

María Portillo

Periodista venezolano-costarricense. Asesora en comunicación y prensa para la industria de alimentos y bebidas; colaboradora de diversos medios de comunicación.

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