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Miopía corto-placista

Es momento de parar esta infame depredación ambiental y presionar por el respeto de los recursos naturales de Nicaragua

El Volcán Concepción, visto desde Punta Jesús María, en la Isla de Ometepe. Foto: Carlos Herrera | Confidencial

Amelia Barahona

31 de marzo 2016

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Estas pasadas semanas hemos conocido, con más detalles, el inmisericorde despale de otra de nuestras reservas de bosques, esta vez de la Cordillera Dipilto. El argumento esgrimido por las autoridades es que se trata de eliminar una plaga que podría arrasar todos los pinos de la Reserva y no han tenido otra alternativa que cortar todos los árboles afectados, y por lo que hemos visto, también los que no están enfermos se han ido en el mismo saco. Los campesinos de la zona, directamente afectados por estos hechos, han levantado su voz ante el inminente desastre ecológico, pero su protesta, como tantas otras, ha caído en un pozo sin fondo de silencio por parte de las autoridades.

De nada sirve que se recuerde la necesidad de mantener la capa vegetal para garantizar la tan necesaria lluvia y por ende, el agua que da vida a todos. La caravana de camiones es incesante, cargados con valiosos troncos que van a morir a los aserraderos. Aunque sea ocioso preguntarlo, a muchos nos gustaría saber quiénes son los grandes beneficiarios de esta agresión a los recursos naturales de nuestro país. Y cuando ya no haya nada que cortar, ¿sembraremos “árboles de la vida” en las laderas vacías?


La historia se repite hasta la saciedad mientras todos nos hacemos de la vista gorda y las autoridades justifican lo injustificable o simplemente miran para otro lado dando la callada por respuesta. Lo cierto es que los bosques que otrora cubrían grandes extensiones de nuestro país van siendo sustituidos por campos yermos, pastizales y agricultura de subsistencia. Hay países en los que el Estado paga a los propietarios de tierras para que las vuelvan bosques. Nosotros, en nuestro corto-placismo miope, hacemos exactamente lo contrario, comprometiendo seriamente la existencia misma de las nuevas generaciones, la protección de los recursos hídricos y la sobrevivencia de la rica diversidad con que nos ha bendecido la madre naturaleza.

La fauna va poco a poco emigrando o sencillamente desapareciendo ante el implacable avance de la destrucción de sus hábitats. El empobrecimiento de los suelos, la falta de agua, la escasez de alimentación, generan nuevas oleadas de migrantes del campo a las ciudades, aumentando la presión por viviendas, servicios, infraestructura, educación, etc. El abandono del campo trae consigo no solo pérdida de capacidad productiva sino que profundiza y perpetúa el ciclo de la pobreza de grandes masas poblacionales.

Pienso que las soluciones deben buscarse en cambios estructurales serios que verdaderamente abran nuevas perspectivas y provean alternativas viables, sostenibles y respetuosas con el medio, que impulsen la producción y conserven los recursos naturales. No podemos seguir alentando el crecimiento urbano simplemente porque no hemos sabido encontrar el camino hacia la verdadera valorización del campo y los campesinos, los productores de la riqueza. Seguimos produciendo lo mismo y en las mismas condiciones que hace cincuenta años. El valor agregado de nuestras materias primas sigue siendo esquivo, limitado. Las inversiones en este campo continúan siendo escasas y de poco impacto. Para muchos, la riqueza pronta, a costa de la destrucción del país, es el camino del “éxito”, no importa que los daños colaterales comprometan el futuro.

Es momento de parar esta maquinaria, esta infame depredación y presionar con toda claridad por que los recursos naturales se respeten, que entremos al mundo del progreso, de la superación de la pobreza, con proyectos sostenibles de país que beneficien integralmente a toda la población de forma racional y no simplemente enriquezcan a unos cuantos irresponsables. Una vez más, hago un llamado para que no nos quedemos callados, ¡el silencio nos hace cómplices!


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Amelia Barahona

Amelia Barahona

Arquitecto, especialista en Conservación del Patrimonio Cultural y gestión cultural

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