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¿Turismo sostenible?

Nicaragua se está convirtiendo en un destino turístico caro, con alojamientos de baja calidad a altos precios

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6 de enero 2016

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Cada fin de año trae consigo, tanto en el ámbito público como privado, una revisión de los hechos y actuaciones acaecidos a lo largo de los pasados doce meses con el fin nominal de establecer una evaluación crítica y sentar nuevas metas, planes y propuestas que mejoren la vida propia o la de los ciudadanos. Claro está que, en la mayoría de los casos, las revisiones están cargadas de justificaciones y frases como “se hizo lo posible” para ocultar los pobres resultados o la falta de cumplimiento de las metas que se pretendían alcanzar. Nos inclinamos a disculpar generosamente el estancamiento amparándonos en nuestra condición de país pobre y en vías de desarrollo. Nada más negativo para el avance de Nicaragua, ya que la población se acostumbra a aceptar la mediocridad como algo normal y esperable. No nos esforzamos verdaderamente por alcanzar niveles de excelencia en los diversos ámbitos de la vida del país, lo que implica que repitamos una y otra vez, los mismos errores y esgrimamos las mismas excusas.

Hace pocos días, escuchaba en una entrevista televisada, que en los años ‘60 Corea del Sur era uno de los países más pobres del mundo, destruido por la guerra y su PIB estaba por debajo del de Nicaragua. Su política de desarrollo para llegar a ser la potencia mundial que es hoy en día, se ha basado en una educación de calidad, de énfasis en el desarrollo tecnológico y ante todo, una disciplina de trabajo férrea. Sus espectaculares resultados nos enseñan que esos criterios continúan teniendo validez para poder salir de la pobreza y el sub-desarrollo


En los balances 2015 recientemente publicados en los periódicos, se hace énfasis que Nicaragua está en el camino de convertirse en un importante polo de atracción turística. Reconozco que efectivamente hay avances significativos en este campo y que contamos con recursos naturales suficientes que constituyen atractivos de calidad, en muchos casos, de carácter único. La infraestructura turística ha crecido exponencialmente, tanto en hoteles y restaurantes de lujo como en alojamientos para el turismo de menor capacidad económica. A nivel centroamericano comenzamos a ser una alternativa a Guatemala y Costa Rica; las llegadas de turistas aumentan cada año lo mismo que el gasto por persona, generando un importante ingreso al país en su conjunto.

Pero tenemos muchas asignaturas pendientes en especial en cuanto al manejo y conservación adecuada de nuestros recursos naturales, el control de la calidad de los servicios, la relación calidad-precio, la seriedad de los tour-operadores y el rol de las municipalidades en la protección del medio ambiente y en el control y promoción de sus recursos.

Con demasiada frecuencia, los centros de mayor afluencia turística carecen de planes de desarrollo sostenible que garanticen el manejo adecuado de sus recursos naturales y la satisfacción de las necesidades de los visitantes. Servicios públicos insuficientes como agua potable, electricidad y manejo de basuras, alcantarillado sanitario defectuoso o inexistente que incide directamente en la calidad del medio ambiente y los cuerpos de agua, sean marinos o de agua dulce, son entre otros, problemas que demandan medidas urgentes y efectivas, no simplemente excusas o paliativos mediocres.

Internet facilita las ofertas de alojamientos. Desafortunadamente, en muchos casos, no cumplen con lo que ofrecen y escapan además al control de las instancias turísticas que deberían garantizar la calidad del servicio y la relación adecuada de los precios.

Las playas sufren el tan extendido vicio nacional de convertir todo rincón en basurero y su situación, después de las masivas visitas de turistas especialmente nacionales, es simplemente estremecedora. A pesar de la existencia de papeleras en algunos sitios, la práctica no cede y la contaminación por basuras, plásticos, latas, botellas, empaques, etc., es una muestra más de nuestra escasa educación y responsabilidad cívica. Las excusas basadas en nuestro sub-desarrollo y pobreza son simplemente inaceptables.

La mayor parte de nuestros ríos y cursos de agua sufren contaminación por heces y lugares de cierto renombre, siguen permitiendo que sus restaurantes contaminen las playas con sus efluvios y desechos. ¿Por qué las municipalidades no ponen coto a estas situaciones que tanto daño causan al ambiente y a la incipiente industria turística? ¿Qué es lo que realmente queremos ofrecer?

La Carta de Turismo Sostenible de 1995 (hace ya veinte años), establecía entre otras recomendaciones:

“… La conservación, la protección y la puesta en valor del patrimonio natural y cultural, representa un ámbito privilegiado para la cooperación. Por parte de todos los responsables, esta actitud implica un auténtico reto de innovación cultural, tecnológica y profesional, que además exige realizar un gran esfuerzo por crear y desarrollar instrumentos de planificación y de gestión integrados.

La actividad turística ha de considerar los efectos inducidos sobre el patrimonio cultural y los elementos, actividades y dinámicas  tradicionales de las comunidades locales. El reconocimiento de estos factores locales y el apoyo a su identidad, cultura e intereses, deben ser referentes obligados en la formulación de las estrategias turísticas, especialmente en los países en vías de desarrollo.

… urge impulsar medidas que permitan un reparto más equitativo de los beneficios y cargas producidos por el turismo… Los gobiernos y autoridades competentes, con la participación de las comunidades locales, deberán acometer acciones orientadas a la planificación integrada del turismo como contribución al desarrollo sostenible.”

Urgen mejoras significativas en planificación y ordenamiento urbano; transporte público y redes viales, además de claridad en áreas de estacionamiento y reglas de tránsito; higiene y manejo responsable de desechos que garanticen la protección de salud de nuestros visitantes, entre otros.

Nicaragua se está convirtiendo en un destino turístico caro, con alojamientos de baja calidad a altos precios. Conozco lugares donde, sin decirlo abiertamente, se espera que el turista lleve hasta su propia ropa de cama y su almohada, además del papel higiénico y el jabón de lavar. Pareciera que esta fuera una estrategia para obtener beneficios con el menor esfuerzo y en el menor tiempo posible. Los retos actuales en este campo son muy altos ya que la competencia internacional es muy fuerte y cada país debe ofrecer cada vez mayor calidad, mayor originalidad, mayor creatividad, mayores y mejores atenciones personales, sin excusas por pobreza o subdesarrollo.

Creo que debemos dejar de mirarnos el ombligo y ampliar nuestras perspectivas, hacernos una crítica objetiva y de fondo para plantearnos verdaderas metas que nos pongan al nivel de los mejores. Ya es hora de dejar de disculpar nuestros fallos y optar por una estrategia de alcanzar lo óptimo sin conformarnos con la mediocridad.

Managua, 5 de enero de 2016


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Amelia Barahona

Arquitecto, especialista en Conservación del Patrimonio Cultural y gestión cultural

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