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De los diarios a las redes

Las redes ofrecen grandes ventajas a las personas que disponen de computadoras, móviles, Tablet; y cuentas en Facebook, Instagram, YouTube y Twitter.

Guillermo Rothschuh Villanueva

9 de septiembre 2018

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Travesía histórica. Desde la aparición del diarismo (1884), pasando por los inicios de la radiodifusión (1933), la inauguración de la televisión (1956) y el despliegue de las redes (principios de siglo veintiuno), los medios en Nicaragua no han logrado librarse del lastre propagandístico y la supeditación partidaria. Son rehenes de la violencia incrustada en la historia nacional. Diario de Nicaragua, fundado por Rigoberto Cabezas (liberal) y Anselmo H. Rivas (conservador), pereció de manera fulminante por criticar a los expresidentes Adán Cárdenas y Vicente Cuadra. Las radios insurgieron durante la guerra liderada por Augusto C. Sandino; la primera estación televisiva la fundó el coronel Anastasio Somoza Debayle, para responder a intereses familiares; y las redes ha sido fagotizadas desde abril hasta la fecha. Un continuum dramático.

El empecinamiento de los gobernantes por eternizarse en el poder y su naturaleza refractaria al disentimiento, han dejado profundas cicatrices en el mapa mediático. Los intentos por cambiar su composición sanguínea han sido abortados. Cada vez que desean tomar distancia del uso instrumental al que han sido sometidos, las turbulencias políticas los atenazan. Durante el martirio somocista los medios apenas podían respirar. Censuras, cierres, multas, confiscaciones, destierros y asesinatos, fueron la receta impuesta para acallar crueldades y corruptelas. La permanencia en el poder de la familia dinástica nunca logró el sometimiento servil al que aspiraban. Siempre hubo medios y periodistas que contradijeran las narrativas oficialistas. Las batallas por la libertad de expresión son ejemplares. Jamás claudicaron.


Igual ocurrió durante la revolución sandinista (1979-1990). Nicaragua fue víctima de la agresión del presidente Ronald Reagan. El problema con los medios fue que sus dirigentes no quisieron comprender que la censura era un mal mayor. El Estado de Emergencia se prolongó demasiado. Era preferible dejar que los medios disintieran. No escucharon a sus simpatizantes dentro y fuera de Nicaragua. Acosados por Reagan y hostigados por La Prensa, la dirigencia sandinista no supo capear el vendaval. Gabriel García Márquez —sin dejar de cuestionar a La Prensa— se aventuró a criticar esta actitud: Es comprensible pero no justificable, que el gobierno de Nicaragua no tenga bastante serenidad y madurez para tolerar los excesos de un periódico que puede hacerle más daño con su desaparición que con sus provocaciones. Nunca se entendió.

La persistencia del mal. Cierre, acoso, intimidación, cooptación de las organizaciones gremiales, distribución parcializada de la publicidad estatal y acaparamiento de las licencias radioeléctricas, retrasan la modernización del periodismo nicaragüense. Cuando la prensa es acosada y agredida, los periodistas se empecinan por realizar un trabajo meritorio. Nunca retroceden. La modernización no se limita al uso de la nueva parafernalia tecnológica. Aun adquiriendo tecnología punta, si los medios no se liberan de la soga que ata su garganta con intereses partidarios y mercantiles, los periodistas no podrán realizar su trabajo con libertad y profesionalismo. En pleno siglo XXI, buena parte de la prensa no tiene empacho de seguir haciendo agitación, propaganda y contrapropaganda. Una rémora difícil de erradicar.

Muchos creen y cometen el error de pensar, que cualquier persona puede hacer periodismo. La profesión es manoseada. Interesados más en lealtades partidarias que en experiencia profesional, un conjunto de muchachas y muchachos apareció de pronto portando grabadoras, conduciendo programas y dirigiendo medios. Se plantan frente a la vicepresidente Rosario Murillo sin hacer preguntas. No hay réplicas o amagos de contradecirla. Son los convidados de piedra. ¿Qué pensará la vieja guardia del periodismo nicaragüense? Desde hacía nueve años el presidente Ortega no concedía entrevistas ni a medios nacionales ni internacionales. Para recomponer la imagen del gobierno, concedió cinco entrevistas en fila a las cadenas noticiosas internacionales: FOX News, Telesur, Euronews, CNN y RT. Sigue haciéndolo.

Amenazas, pintas en las paredes, intimidación, descrédito, quemas y destrucción de radioemisoras, devinieron como catalizadores para la reafirmación de un periodismo oficialista y/u opositor. Estamos varados. Transcurridas casi dos décadas del siglo XXI, el periodismo que practican algunos medios, sigue siendo bastante similar al que se ejercía en Nicaragua hace cincuenta años. El salto va a ocurrir cuando medios y periodistas dejen de ser perseguidos y/o acosado por no coincidir con la visión oficial. ¿Cómo esperar un periodismo distinto en un país donde muchos nicaragüenses sienten miedo de manifestarse en público? El escenario para ejercer el periodismo se agudizó a partir de abril. La hostilidad no cesa. No hay tolerancia. Las agresiones penden sobre quienes disienten o se distancian de las posiciones gubernamentales.

La persistencia de los medios. Resulta honroso comprobar —pese a tropiezos y debilidades— cómo algunos medios subsisten a través del tiempo. Han tenido que sortear tormentas y marejadas. En una sociedad partida en dos, ¿es dable pensar que medios y periodistas apuesten por el fair play? Tienen que comprometer mayores esfuerzos para contener el alud que conduce a la división de la familia nicaragüense. ¡Una exigencia impostergable! El abuso en las redes sociales durante los meses de abril, mayo, junio, julio, agosto y septiembre, aconseja mirarse en ese espejo. No asumir como premisa —en un país con una lucha cívica— que lo mejor es romper lanzas, confrontar, ofender, azuzar y sobre-adjetivar. Entre más ecuánimes sean dirigentes y medios, mayor estimación gozaran entre lectores, televidentes y radioescuchas. Las mentiras no gozan de buena salud. Son fácilmente detectables.

Contrario a lo ocurrido con varios partidos políticos —nacidos al abrigo de favores y de efímera existencia— muchos medios perduran. Bastan tres ejemplos. El diario La Prensa —fundado en 1926— cumplió noventa y dos años, pronto arribará al siglo. Es el decano de la prensa nacional. Sobrevivió al naufragio. Pedro Joaquín Chamorro Cardenal la transformó en el primer medio de comunicación en generar opinión pública en Nicaragua. En una tribuna en defensa de las libertades públicas. Su visión lo indujo a realizar cambios en su política informativa y editorial. Acogió las luchas sindicales; dejó de hostilizar a la izquierda y estuvo claro de la importancia de la lucha político-militar del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN). Un salto derivado de su evolución política y de su convicción social-demócrata.

Manuel Arana Valle inició las trasmisiones de radio Mundial el 1 de marzo de 1948. Con setenta años de existencia, fue la primera radioemisora en Amplitud Modulada (AM). Ninguna emisora ha alcanzado el rating de la Mundial. Manuel Espinoza Enríquez gusta llamarle La catedral de la radiodifusión nicaragüense. El 5 agosto de 1957 turbas nicolasianas —las fuerzas de choque del somocismo— destruyeron sus estudios, vapulearon a Arana Valle y al periodista Joaquín Absalón Pastora. Radio Darío apareció el 1 de enero de 1951. El parto de Juan Toruño Calderón alcanzó los sesenta y siete años de existencia. Siete veces destruida, resurge de entre las cenizas debido al empeño de Aníbal Toruño, heredero y continuador de la institución que legó su padre a la ciudad de León. Una radio que hace y sigue haciendo historia.

El análisis de los medios permite seguir los altibajos de la política nacional. Su funcionamiento sirve para verificar los niveles de apertura política existentes. La lucha por una libertad de expresión plena continúa. Los zarpazos indican que la temperatura política del país estaba en alza. La Prensa, la Mundial y la Darío, han sido víctimas de la cólera gubernamental. Las vicisitudes compartidas forman parte de los encontronazos sufridos por los nicaragüenses. Tres medios con más vida y méritos que partidos políticos creados para obtener granjerías y coludirse con los gobernantes. Resulta fácil comprender a qué intereses o urgencias respondían Alianza Liberal Nicaragüense, Cruzada Liberal por la Unidad, Alternativa por el Cambio, Gran Unión Liberal, Movimiento de Salvación Nacional y otros más. Aspiraban a vivir del presupuesto nacional.

Las redes. Las redes ofrecen grandes ventajas a las personas que disponen de computadoras, móviles, Tablet; y cuentas en Facebook, Instagram, YouTube y Twitter sobre los otros actores. Durante casi cinco meses, los excesos cometidos en las redes tienen diversos orígenes. Sin pesos ni contrapesos, los usuarios mienten y tergiversan los hechos, suplantan la realidad y alientan las confrontaciones. Los medios no pueden permitirse esta liberalidad. Están sujetos a examen. En la era de la posverdad, una gran cantidad de usuarios se rehúsan a sustentar la verdad. Un cambio bastante improbable. Medios y periodistas —insisto— deben aprovechar las oportunidades ofrecidas por las redes. La verdad —para existir— además de ser dicha y expuesta, necesita ser defendida. A los medios corresponde esta tarea.

La permisividad que ofrecen las redes viene a ser su atributo más seductor. Cualquiera puede verter lo que apetezca. No importa su importancia o banalidad. Disponibles las veinticuatro horas del día, su carácter lúdico —un parentesco heredado de la televisión— incita al uso constante. Los agregados que tienen son subyugantes. Invitan a su utilización. Permiten mezclar diversos colores, los diseños pueden personalizarse y los Gif crearse al gusto del usuario. Las redes propician la canalización de torrentes de emociones y añaden movimiento a las imágenes. Los íconos más usados son los emoticons. Suman valor al texto. Una forma agradable de aprendizaje digital. Su lenguaje es sugestivo y atrayente; fácil de decodificar. Los medios están en desventaja. Carecen de muchas de estas cualidades.

En las redes pueden expresarse —en una sola imagen— horror, rabia, dolor, angustia, cariño, desamor, repulsión, desencanto, rechazo, aceptación, muerte, vida y solidaridad. Tienden a polarizar los afectos. Las simpatías y antipatías no admiten mediaciones. La procacidad y la maledicencia encuentran alojo. Las magnifican. Las redes provocan un efecto catártico. Son encantadoras. Tengo la impresión que fueron creadas con el propósito que las personas pudiesen volcar los sentimientos más enrevesados. Dan rienda suelta a sus antipatías y lanzan dicterios contra los oponentes. Jóvenes y viejos recurren a ellos de manera desprejuiciada. En Nicaragua se hermanan en su capacidad de generar opiniones favorables o desfavorables sobre la insurrección cívica. Medios y redes se encuentran por ahora trenzados en esta batalla.


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Guillermo Rothschuh Villanueva

Guillermo Rothschuh Villanueva

Comunicólogo y escritor nicaragüense. Fue decano de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Centroamericana (UCA) de abril de 1991 a diciembre de 2006. Autor de crónicas y ensayos. Ha escrito y publicado más de cuarenta libros.

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