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El regreso de Sandino: ¡Qué se rinda tu madre!

¿En qué momento se esfumaron los ideales de Sandino y los fundadores del FSLN?

Daniel Ortega es igual que Somoza La diferencia está en que Somoza enfrentaba una insurrección armada. Ortega se ensaña en una insurrección cívica

Alejandro Bendaña

30 de abril 2018

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Quizá no todos los estudiantes se dieron cuenta que Sandino se hizo presente con ellos y ellas.  Fue un auto-convocado más desde el momento que esos jóvenes asumieron la representación de la dignidad del país.  Que fue también la causa avergonzado de Sandino y de los valientes hombres y mujeres  campesinos del norte que le siguieron en la batalla contra el imperialismo y un régimen atropelladores de los derechos de toda Nicaragua.  

Si bien no vimos imágenes del prócer nicaragüense, se escuchó y reprodujo una y otra vez, la exclamación  “Que se rinda tu madre”, el grito de otro estudiante Leonel Rugama y guerrillero urbano que a sus 20 años fue acorralado en una vivienda de Managua por un enorme contingente de la guardia de Somoza cuando se fajó a tiros hasta morir, el 15 de enero de 1970,  tras recibir la orden de rendirse.  


No importó, ni entonces ni ahora, ni para Sandino ni para Leonel, la correlación tan desigual de fuerzas , porque la historia no es asunto de números sino de ideales.  Ya de regreso en el gobierno en 2007 el Frente Sandinista prefirió olvidar el espíritu de rebelión de Sandino y Rugama.  Aquel grito de rebeldía incluso se omite de la conmemoración oficial del 40 aniversario de la muerte, y a Sandino con costo se le recuerda.    

Lógico porque esos ejemplos de rebeldía incomodaron a los “sandinistas” en el poder.  Demasiado tarde porque aquellas imágenes y testarudeces fueron y son parte del imaginario colectivo de la nación.  Leonel con su grito renació en la nueva generación de estudiante.  Ellos como aquellos perdieron el miedo y cuando eso ocurre los regímenes se tambalean en el poder, pierden el control para siempre.  

¿En qué momento se esfumaron los ideales de Sandino y los fundadores del FSLN? ¿Será  cuando alcanzaron, o fueron contaminados, por poder estatal del que en lo personal también fui parte?    Sobran opiniones y ciertamente enseñanzas para la historia de la izquierda y los movimientos populares del continente.  El punto es que esa historia de auto-tergiversación organizada no pudo hacer desaparecer  la mística combativa de figuras como Sandino y Leonel que apartan al oficialismo para regresar  a las calles y al campo nicaragüense, pero también el mundo.  

Sandino y Leonel, los verdaderos terminaron con la hegemonía del Frente Sandinista en Nicaragua.  Cambió radicalmente el escenario social y político.  Ahí se terminará de sellar la suerte del agonizante cuerpo de lo que falsamente se calificó como  gobierno sandinista.  

Para el bien de Nicaragua, porque el FSLN como partido pagará el precio histórico por haberse dejado capturar por los Ortega-Murillo y por reprimido con un salvajismo sin precedentes en este siglo.  No hay perdón.

Por mucho tiempo pensé que la democratización de Nicaragua dependía de la democratización del FSLN.   No resultó ser el caso.  Se derivó en sentido contrario hacia de cogobierno en alianza con el gran capital. Pretendieron enquistar un modelo que centenares de miles, harto de tanto desprecio y culminando con la debacle del instituto del seguro social,  fulminó en las calles.  

Durante esos días de la más grandiosa insurrección pacífica registrada en la historia nacional presencié una escena emblemática.  Como biógrafo y admirador de Sandino me impactó ver el video de un grupo de jóvenes escalando una efigie del prócer para quitarle un pañuelo rojinegro improvisado para reemplazarlo por la bandera azul y blanca.  Cierto, Sandino empuñó esa bandera durante su contienda militar, pero asumió la bandera nacional cuando firmó la mal lograda paz de febrero 1933.  La lucha de los estudiantes y campesinos es pacífica, por lo que corresponde esa bandera.  

Pero en la mesa de negociaciones Sandino perdió políticamente lo que había ganado moral y militarmente.  Que también sirva de lección.


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Alejandro Bendaña

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