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Tres hombres cabales

Cuando un hombre cabal muere me hace recordar a otros, de esos que no merecen ser olvidados

Cuando un hombre cabal muere me hace recordar a otros

Onofre Guevara López

10 de marzo 2020

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Por algo será, pues no precisó ninguna causa, tampoco es asunto particular, que cuando un hombre cabal muere me hace recordar a otros, de esos que no merecen ser olvidados. Con el fallecimiento de Ernesto Cardenal, me ha sucedido. Y junto a él, pienso en dos más.

Ernesto Cardenal

En las primeras horas que se comenzó a expandir por el mundo la noticia de que la eternidad le había abierto sus puertas al poeta Ernesto Cardenal, las palabras, sus armas de su guerra, empezaron a llover sentidas frases y merecidos elogios para su obra y para su vida de entrega apasionada por la libertad y la justicia desde su compromiso místico cristiano.


La contradicción con que se encuentra su obra, es que el pueblo por el cual vivió y poetizó, sigue padeciendo analfabetismo, pero cualquier cosa que piense y pueda decir sobre su poeta, será con palabras más honestas y sinceras que las contenidas en el cínico decreto oficial de “sus tres días de duelo”, precursor de las acciones de sus turbas que profanarían su misa.

Entre la lluvia de elogios a Cardenal, una gota profana salió de memoria: su imagen de cuando lo conocí… unos setenta años atrás.

A mero comienzo de la mitad del siglo veinte, se hacía uno de los tantos esfuerzos de unidad opositora contra la dictadura de Somoza García, con el Frente Defensor de la República, el que efectuó un mitin en el desaparecido Teatro Luciérnaga.

El animador anunció a un orador joven, flaco, quizá de 24 años y, para mí, desconocido: Ernesto Cardenal. No recuerdo a nombre de qué organización habló, pero pienso que no fue el de un partido político. Tampoco recuerdo el tema de su discurso –aunque, desde luego, muy antisomocista— y lo pronunció con la violencia oral de todo opositor apasionado.

En su caso, el discurso fue también gestualmente violento: ¡Ernesto golpeaba fuerte con su pie derecho el tablado del escenario, para enfatizar sus palabras! Así, en lo que duró su discurso, hizo sonar el tablado varias veces y, seguramente, también lo hacía temblar.

Era una pasión física la de Ernesto, que cambiaría por una pasión mística-poética, e igual que siempre, en su lucha por la libertad y la justicia social.

Hasta pronto y hasta siempre, Ernesto.

Germán Gaitán

El historial de Germán, tiene características novelescas: hijo adoptivo de un general de la Guardia Nacional, Francisco Gaitán, uno de los colaboradores de Anastasio Somoza García, en el asesinato del general Augusto C. Sandino. Cayó en desgracia ante Luis y Anastasio Somoza, después de ajusticiado su padre (1956).

Como fieras heridas, y heredando el poder, no quisieron sombra de competidores, y comenzaron a eliminar de la GN a elementos que, por su complicidad con Somoza García, podrían aspirar a alguna cuota de poder. Y en Gaitán fijaron sus celos.

No lo echaron de la GN, debido al respeto que Gaitán tenía entre viejos guardias, y optaron por apartarlo de Managua, enviándolo a la Costa Caribe como jefe militar.

Eso no les bastó, y después lo mandaron como embajador de su Gobierno a la República Argentina, desde donde supusieron no les causaría problemas. Pero ese fue uno de los pequeños sucesos que en la historia han producido sucesos extraordinarios: el joven Germán Gaitán, encontró en Argentina abrigo a sus inquietudes políticas, y estableció vínculos con jóvenes del peronismo, de la juventud comunista y del sindicalismo.

¿De qué modo Germán contribuyó a derrocar al régimen, del cual fue cofundador su padre? Germán logró hacer amistad con el periodista argentino Gregorio Selser, a quien le dio conocer datos acerca del general Augusto C. Sandino.

Ese fue motivo para que Selser se dedicara a investigar en las bibliotecas lo que pudieran tener recopilado sobre la lucha guerrillera de Sandino, en las montañas del norte nicaragüense. De ahí le nació a Selser su interés por el héroe, y una pasión por la historia de Nicaragua, y escribió dos libros, “El pequeño ejército loco” y “Sandino, general de hombres libres”. También escribió otros textos relacionados con la lucha sandinista.

Selser le entregó un original del primer libro a Germán, quien regresó a Nicaragua, contactó con el doctor Adán Selva, liberal independiente y propietario de la imprenta en donde editaba El Gran Diario, entre los últimos cincuenta y los primeros de los sesenta. Esos dos libros iluminaron a muchos estudiantes de la época, y la primera oportunidad que tuvo buena parte del pueblo nicaragüense de conocer mucho más acerca de su historia y de Sandino.

Con esa sola acción de Germán Gaitán, fue más que suficiente para ocupar un lugar destacado en la historia oficial del FSLN, pero ni siquiera se le reconocieron como uno de sus fundadores. No fue todo lo que Germán hizo por el sandinismo. También participó en la organización del Movimiento Nueva Nicaragua, el primer paso hacia la formación del Frente de Liberación Nacional y del FSLN, junto a Carlos Fonseca Amador.

De esa actividad de Germán, puede dar testimonio de primera mano el poeta Luis Rocha Urtecho, quien fue su compañero en el trasiego de armas, lo que a los dos les costó una temporada en la cárcel.

Tanto desestimó el FSLN los aportes de Germán como verdadero fundador, que después del 19 de julio del 79, lo redujeron a condición de ayudante en el ministerio que dirigió uno de los nueve comandantes, quien se apropió del título de fundador del Frente, sin haberlo sido.

Si Germán murió sin haber tenido el reconocimiento merecido, no es extraño entonces, que el oficialismo usurpador orteguista no lo haya mencionado nunca en sus circenses aniversarios. Es seguro que sus turbas, ni conocen quién fue Germán Gaitán.

Guillermo Suárez Rivas

A Guillermo Suárez Rivas, le conocí entre 1940 y1941. Él nació el 11/04/1927, pero entonces nada sabía de su vida.

Años después, quizás en los primeros años del decenio 50, reconocí a Guillermo en fotos suyas publicadas por los diarios de la época, cuando la dictadura lo capturó por haberle comprado un Garand a un raso de la GN y luego se lo entregó a un conspirador.

De los datos personales que sobre Guillermo ofreció al público la dictadura, él aparecía vinculado laboralmente a la distribuidora de películas mexicanas del poeta Octavio Rocha, padre de otro poeta, Luis Rocha. Después de no sé cuánto tiempo de sufrir la cárcel somocista, fue expulsado hacia Honduras. En aquellos días, sin Internet ni teléfonos celulares, un exiliado, por muy cerca que estuviera, era un ser lejano y olvidado por quienes no fueran de su familia.

Fue hasta en julio de 1960, cuando necesité buscar su casa en Tegucigalpa, que reconocí a Guillermo, y supe de sus cualidades humanas y políticas…también de su hospitalidad.

Su casa en Tegucigalpa era un verdadero consulado para los nicaragüenses antisomocistas, cualquiera fuese su militancia partidaria, de manera que su solidaridad era también patriótica. A la par de su tolerancia política y de respeto para las ideas de todos, su interés era ver libre a Nicaragua de la dictadura de entonces.

Guillermo fue militante socialista, lo cual no le hizo una persona sectaria. En su casa de Tegucigalpa, hubo siempre amistad y puertas abiertas para conservadores como Toribio Tijerino; liberales como Virgilio Godoy; guerrilleros como Carlos Fonseca Amador y Julio Alonso, y exmilitares que en algún momento se le rebelaron a Somoza García.

La generosidad de Guillermo la mantenía con su trabajo como distribuidor de “Pelimex” y administrador de sus salas de cine en Honduras. La esposa y las hijas de Guillermo, compartían con él su fraterna hospitalidad.

La inconsecuencia y la ingratitud del orteguismo con Guillermo, causadas por la pérdida de la ética revolucionaria, son las mismas que han funcionado en contra de Ernesto Cardenal, de Germán Gaitán y contra el pueblo nicaragüense.

Guillermo, a raíz del triunfo de la revolución, le fue confiado el cargo de embajador en Honduras, cargo por él ejercido de hecho y voluntariamente, y más tarde fue nombrado embajador en Panamá.

Después, fue marginado por el FSLN. Fue elegido concejal por el Partido Liberal Independiente del doctor Virgilio Godoy, en las elecciones municipales de Managua, ganadas por Herty Lewites.

Nunca se supo que Guillermo quisiera aprovechar sus cualidades políticas y humanas para obtener algún otro cargo público en el Gobierno sandinista. Guillermo sirvió a los nicaragüenses desde cuando la revolución era solo una esperanza, y trabajó por ella con sincero patriotismo.

A Guillermo le afectó un derrame cerebral y luego le alcanzo la muerte y, en cierto modo, el abandono en el municipio de Tola, Rivas, el 02/12/2011. Allá fuimos a verlo una vez (que resultó ser la última vez que lo vimos), junto al poeta Luis Rocha. Luis, fue viejo amigo y compañero suyo en una ocasión diferente a la ocasión en que yo fui su amigo y su compañero, y, en la etapa final de su vida, los tres ya formábamos una sola amistad.

A más de ocho años de la muerte de Guillermo, nuestros recuerdos y un homenaje a su memoria de patriota y revolucionario cabal.


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Onofre Guevara López

Onofre Guevara López

Fue líder sindical y periodista de oficio. Exmiembro del Partido Socialista Nicaragüense, y exdiputado ante la Asamblea Nacional. Escribió en los diarios Barricada y El Nuevo Diario. Autor de la columna de crítica satírica “Don Procopio y Doña Procopia”.

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