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La heredera: ¿Fisuras al interior del FSLN?

Se han producido fisuras en la militancia de base. Daniel Ortega, consciente de este cortocircuito, trata de limar las diferencias

Los políticos que se apoyan en la madurez y la experiencia saben que la política de Ortega es pendular que oscilará entre el autoritarismo y la dictadura

Oscar René Vargas

6 de mayo 2017

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La heredera designada es un caso muy interesante. Único en nuestra historia contemporánea. Su ascenso fue difícil, protegida por Daniel Ortega llegó a ser candidata a la vicepresidencia por el FSLN. Ya en la Vice Presidencia, ha demostrado una extraordinaria capacidad para impulsar su proyecto personal.

A falta de monarcas, se le rinde culto en las ceremonias del poder. Quiere convertirse en jefe máximo. Quiere crear una estirpe de poder, una dinastía. Esto ha producido fisuras al interior del FSLN. El cambio ideológico del “sandinismo gubernamental” ha provocado también la controversia de algunas de sus caras más visibles. Todo su proyecto tiene como base una sociedad desigual y fragmentada.


Sin embargo, su dominio está vigente en nuestros días. Es esta atmósfera que respiramos. Su influencia personal se debe, seguramente, al apoyo de sectores de la élite de empresarios, políticos y altos funcionarios que son sus cómplices y sus socios; y sobretodo de Daniel Ortega. Ahora, su influencia en el presidente es enorme.

Su herencia política está por verse. Bajo su dirección el “sandinismo gubernamental” se ha transformado en un partido de bandazos, se ha derechizado, ha dejado abandonados a los sectores progresistas, ha separado a muchos militantes y secretarios políticos municipales. Hay una inconsistencia ideológica profunda. La base social que ha construido tiende a ser oscilante que pasan rápidamente de una posición a otra.

Su estrategia política es la producción intencionada de ignorancia que para lograrlo necesita de la colaboración no solo de políticos y publicistas, sino también de medios de comunicación y periodistas bien conocidos, comprados o voluntarios. No hay formación de cuadros, solamente activistas. Moviliza capas sociales empobrecidas sin ideología definida.

Quiere ser reconocida como la arquitecta del Estado moderno, pero aceptó que una religión se convirtiera en la prioridad por encima de los derechos de las mujeres. De ahí que le toque disimular, silbar por las esquina, encogerse de hombros, rezar para que pase la tormenta de las denuncias de los medios de los múltiples asesinatos de mujeres.

El gobierno actúa como si las instituciones de Estado fueran suyas. Al mismo tiempo da la impresión que el Estado ampara a los corruptos. Existe un silencio cómplice del gobierno. El gobierno no puede ser ambiguo, sino que tiene que ser contundente ante el problema sistémico de corrupción.

¿Cuántos corruptos existen en el gobierno? Algunos funcionarios del gobierno están inmersos en dos tipos de corrupción, la de las comisiones y la de la instrumentalización de las instituciones públicas, lo que explicaría su enriquecimiento inexplicable.

Hay riesgos de deterioro social, el empleo informal está en aumento y existe el temor de estancamiento en la reducción de la pobreza y el aumento de la desigualdad. La pobreza, la injusticia y la discriminación todavía son realidades lacerantes en nuestra sociedad.

El objetivo de las políticas públicas es que el malestar político sea anulado con masivas dosis de distracción (parques, campos de juegos, estadios, piñatas, etcétera) destinadas a apartar la atención de donde debería estar; es decir, es la fabricación premeditada del desconocimiento.

Permanentemente quiere mantener las aguas sociales aquietadas, aunque siempre se presentan ondulaciones, con ese objetivo han emergidos figuras convencionales, halcones de trayectorias contrastadas. Todas estas estrellas palidecen ante la heredera de la corte presidencial.

Su gestión económica está por verse: los rendimientos tienden a disminuir en materia de crecimiento de la producción de bienes para el mercado interno y la redistribución de la riqueza es negativa. Sus conocimientos de economía se limitan a una visión relámpago en la banca y de la alta administración.

No hay preocupación para cambiar la matriz exportadora, las exportaciones se basan en los mismos 10 principales productos desde hace 30 años. No hay un Plan de Nación a mediano plazo. Nicaragua necesita una agenda sustentable para avanzar hacia una sociedad más justa, próspera e incluyente.

Se repite sin cesar que el programa económico no es ni de derecha, ni de izquierda, pero el programa neoliberal no engaña a nadie. El Estado ha profundizado su ineficiencia por el excesivo centralismo y control. Hay preocupación por la disminución en los niveles de inversión, insuficientes avances en la productividad y la persistencia en las brechas estructurales.

En su lógica confía más en su familia que en un cuadro del sandinismo histórico, manteniendo la herencia del nepotismo en el poder. Se fía más en la familia que en personas más calificadas. El nepotismo es parte de su concepción del poder. La influencia política de la familia en las decisiones de poder no es nueva en Nicaragua.

La heredera se ha dado de bruces con sectores del sandinismo histórico, incluyendo al adalid de la fracción más negociadora con el gran capital. La disputa ha estado envuelta en un clima de enfrentamiento nunca visto antes en el partido de gobierno. Su protagonismo ha logrado la desunión del partido de gobierno.

Se han producido fisuras en la militancia de base. Daniel Ortega, consciente de este cortocircuito, trata de limar las diferencias. El resultado aún no se conoce. Pero se trata de un pulso donde sólo cabe un ganador. Pero demuestra que la lucha por el poder y la sucesión es implacable.

La salida de la heredera marcaría un cambio profundo en la política. Culminaría un proceso incipiente hacia el realismo centrista que impulsa los otros aspirantes a la sucesión, pero que aún queda camino que recorrer. De momento, nada ha cambiado. La heredera sigue dando saltos.

Se avecina un periodo de incertidumbre y cambios drásticos en los ámbitos económico, social y político alimentada por la caída de la cooperación venezolana y la ley Nica Act promovida por sectores políticos estadounidenses. Sin embargo, predomina la voluntad de asegurarse la sucesión presidencial; empero, con este propósito se ha desatado un lucha interna por el poder en el círculo íntimo. Su poder es mucho más frágil de lo que se piensa y su gestión puede terminar en un desastre múltiple.

 


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Oscar René Vargas

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