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Las fiestas agostinas en Chontales

Orgullosos podemos decir que Chontales cuenta con el mejor compositor y arreglista de sones de toros de Nicaragua: Hugo Castilla Sandoval

Foto: Cortesía Arturo Barberena.

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“Catarrán es el sumo sacerdote. El único
que en el centro de la plaza oficia sin acólitos.
En cuanto comienza el rito, el miedo los dispersa”.
Guillermo Rothschuh Tablada- Letanías a Catarrán

1. Los chontaleños se ven obligados todos los años a refrendar que las fiestas patronales de Juigalpa, su cabecera departamental, son las mejores de Nicaragua. Sienten comprometido su prestigio. Una cita que empieza desde los primeros días de mayo con las rifas dominicales de terneros y toretes, con la intención de acopiar fondos. Al compás de sones de toros, los ánimos empiezan a desentumirse. Los ganaderos regalan los animales para mantener viva una tradición con más de un siglo. Las familias brindan sus aportes y se apuntan en las rifas, con el deseo de garantizar que las celebraciones sean exitosas. Esta es su más genuina aspiración.


2. Cien años después de existencia de esta expresión cultural, Juigalpa todavía no cuenta con un libro que recoja la historia de las montaderas de toros. El tiempo apremia. Entre más tarde se escriba, las probabilidades de disponer de fuentes confiables, serán menores. En los programas oficiales y satíricos existe material, sus autores podrían auxiliarse. Hay que recuperar esta efeméride. Los viejos ganaderos que prestaban sus toros fallecieron. Con su muerte se perdió la oportunidad de contar con información valiosa. Hay que acelerar el paso. Urge encargar a dos o tres jóvenes, que asuman la tarea de redactar este testimonio histórico-cultural.

3. Una historia con criterios de periodización muy bien definidos, con un antes y un después de la eliminación del bramadero y la instalación de la manga. Los campistos adiestraban sus caballos de manera rigurosa. Para mostrar sus aptitudes moldeaban a sus pegasos; había momentos donde los dejaban solos para mostrar sus cualidades. Se lucían arrimando los toros al bramadero. Caballos y montados eran uno solo. La fama de los centauros chontaleños traspasaba fronteras. De vez en cuando aparecen campistos urgidos por demostrar que no han muerto. Hoy no les dejan tiempo ni tienen espacio para mostrar sus dones. ¿Será posible corregir el error?

4. Todos los años invierten dinero en reforzar palco y barrera. ¿A cuánto ascenderá hasta ahora la suma invertida? En vez de seguir poniendo parches sería oportuno iniciar la construcción de una nueva plaza de toros. Estudiantes chontaleños de arquitectura, podrían contribuir en su diseño y construcción, que sea expresión cabal de nuestra tradición taurina. En sus bajos debería reservarse un espacio para la creación del “Museo taurino de Chontales”. Triste reiterar que Chontales no cuente con un local para atesorar una historia que forma parte de nuestra identidad cultural. La desmemoria es un mal endémico en todos los quehaceres de la vida nacional.

5. La tradición chontaleña debe mantenerse y para eso se necesita propiciarla. Continuamos precipitándonos copiando estilos y formas importadas. ¿Estamos conscientes del mal que ocasionamos? Con el paso del tiempo, somos el remedo de expresiones taurinas traídas desde distintos lugares. Los chontaleños que todos los agostos se dan cita en su tierra natal, deben sentirse desilusionados. Viajar miles de kilómetros para apreciar más de lo mismo, no debe gustarles. Vienen a darse un baño de chontaleñidad, no a sentirse extraños en su propia tierra. ¿Quién será el chontaleño o los chontaleños que se impondrán a rectificar estos embustes?

6. Tradición que no se renueva desaparece, esto no significa dar carta abierta al plagio y a la copia. Somos tan tontos que plagiamos sin miedo al ridículo. Era lógico que las cañas fuesen sustituidas por las varas, las varas por tablas y las tablas por tubos de metal. Lo impensable era que los montadores se vistiesen a la usanza texana. La vestimenta de nuestros campesinos era cotona blanca, pantalón azul y sombrero de paja. En un intento por rescatar nuestra más gustada expresión cultural, tal vez es posible que los montadores profesionales vistan a la antigüita o por lo menos evitar no continuar falsificando nuestras corridas de toros. Pienso que todavía se puede.

7. En Pamplona, la plaza de toros más reconocida internacionalmente de España, durante los famosos “Encierros”, una cita con la adrenalina —deben correr 859 metros con los toros pisándoles los talones— el traje que lucen durante los ocho días que estos duran, del 7 al 14 de julio, la vestimenta con que aparecen todos los años, es camisa y pantalón blanco, una bufanda roja atada en la cintura y un pañuelito rojo asido al cuello. Los españoles, de quienes heredamos esta tradición, nunca han recurrido a otras expresiones que no sean las suyas. ¿Será tan difícil que nosotros podamos afianzar lo nuestro? Al menos yo creo en esa posibilidad.

Foto: Cortesía Arturo Barberena.

8. Ya que insisto en hablar de tradición, orgullosos podemos decir que Chontales cuenta con el mejor compositor y arreglista de sones de toros de Nicaragua. El odontólogo Hugo Castilla Sandoval, fue un entusiasta compositor de sones de toros, herencia que le viene de su madre. Doña María Teresa Sandoval, elevó sus cánticos, noches y madrugadas, durante muchísimos años, en la iglesia parroquial. Devota consagrada de la virgen de la Asunción, en cuyo honor los juigalpinos celebramos nuestras fiestas patronales. Hugo dejó más de cien composiciones, hace falta grabar su más bella herencia para los chontaleños. Espero que más de alguno se anime.

9. La tradición se nos escapa, hoy luce incompleta. Toros que con su presencia lograban que la barrera quedara vacía, ante el temor de sus embestidas, están en franco proceso de extinción. ¿Cuánto habrá incidido esta carencia en la desaparición de sorteadores? De vez en cuando aparece un toro bueno al cacho y la gallardía de toreros improvisados se desinfla. ¿Cómo suplir esta clase de toros? Los astados de antaño, procedentes de Hato Grande, de los Rondón Sacasa; San Ramón, de Humberto Mongrío Rivas y San José, de los Gómez, con su fiereza daban una tonalidad distinta a la plaza. Catarrán forjó su mito sorteando a pecho abierto estos toros.

10. Para ser fieles a la verdad y no falsificar la historia, comparar los toros huidores llegados de San José, San Ramón y Hato Grande, con toros recientes de hacendados chontaleños. Hubo toros que tuvieron que pasar varios años para que les quitaran la fama, (El Cumbo Negro, El Trampolín, El Viajero, El Calereño). Las diferencias entre unos y otros; la insistencia de los ganaderos por mantener la crianza de toros destinados a las barreras. Una historia escrita con la intención de deshacer mitos y revalidar grandezas, justo reconocimiento para quienes se han esforzado por mantener en alto la tradición. Una historia que dé cabida por igual a personajes populares.

11. Con el desarrollo poblacional de Chontales y específicamente de Juigalpa, el número de bandas musicales ha venido creciendo. Durante mi adolescencia los consagrados eran Manuel Flores, Juan Calero, Hernán Flores, Arnulfo Mendoza, Leocadio Téllez, Hugo Castilla Sandoval y Rolando Flores. Después aparecerían Germán y Wilfredo Bermúdez, Ronaldo Flores, Gustavo Flores y Luis Téllez. Ahora las bandas son muchísimo más: Los Chico Díaz, Los Ríos, López, Traña, Los Paiwas, Central, González. A inicios del 2000 solo existían Los Ríos, Los Chico Díaz, Traña y González. Su versatilidad hace que su demanda se extienda todo el año.

12. Como expresión de la trascendencia adquirida por las bandas musicales, siguen aumentando. Algunos se preguntarán, ¿cómo hacen para subsistir sus integrantes? Sin demanda no hubieran aparecido renovadas, tres nuevas bandas: El Serrucho, As y Asunción. Los chontaleños las requieren para todo tipo de festejos. No solo para animar las fiestas patronales. En una ciudad como Juigalpa — que continúa engordándose, hay quienes dicen que ya sobrepasó los 85 mil habitantes— y donde las fiestas son un continuum, sus interpretaciones cargadas de júbilo, se escuchan a diario por todos los barrios. Las bandas musicales son el alma de las fiestas.

Foto: Cortesía Arturo Barberena.

13. Los chontaleños debemos alegrarnos, desde hace buen tiempo los ganaderos compiten por contar con el mejor hato de toros. La confirmación de su excelencia ocurre durante las fiestas patronales. Prestan sus mejores animales con la intención de sentar precedentes. Los toros forman parte de su orgullo. Una vez concluidas las fiestas agostinas, la sentencia de los asistentes engrandece a sus ganaderías. Se sienten halagados de saber que, gracias a sus toros, una vez concluidas las celebraciones, sus nombres andarán de boca en boca, como prueba de ser dueños de los mejores astados. El reto consiste en renovar la calidad de sus toros año con año.

14. La plaza de toros más grande de Nicaragua está dedicada a Catarrán. Su nombre es sagrado en labios de los chontaleños. Parece que no tendrá sustituto. Propios y extraños coinciden que la Plaza Monumental Vicente Hurtado Morales, Catarrán, es lugar de consagración para criadores como para montadores. Nadie puede asegurar que dispone de los mejores toros o de ser un gran montador, si antes no pasan el desafío que les espera en la plaza Catarrán. Montadores llegan de todo el país, en busca de fama y fortuna. Vienen a conquistar la acreditación que los certifica como los mejores y asistir a otras plazas taurinas, donde acudirán a confirmar sus méritos.

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Guillermo Rothschuh Villanueva

Guillermo Rothschuh Villanueva

Comunicólogo y escritor nicaragüense. Fue decano de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Centroamericana (UCA) de abril de 1991 a diciembre de 2006. Autor de crónicas y ensayos. Ha escrito y publicado más de cuarenta libros.

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