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Las palabras no matan

Si como Gobierno no ordenan las muertes, pero sus policías y sus paramilitares siguen matando... significa que perdieron autoridad sobre estos

Si como Gobierno no ordenan las muertes

Onofre Guevara López

5 de junio 2018

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Las palabras no matan. Pero sirven para dar la orden de matar. La facultad natural, y más que natural, humana, de expresar los  pensamientos con un lenguaje articulado con las palabras, la está utilizando la gente del poder para mentir y para tratar de engañar de la forma más hipócrita. ¿Y por qué no?, también las utilizan sus secuaces para expresar sus odios durante sus ritos de torturas y de muerte a que tienen sometida a la población civil nicaragüense. De ello, hay muchas muestras.

“Queremos la paz”, “que se acabe el odio entre hermanos”, grita el dúo ante sus partidarios, mientras a sus esbirros suman a diario nombres de jóvenes estudiantes y de trabajadores en la lista de los óbitos inesperados de inocentes. Su delito; querer ser ciudadanos libres y no súbditos de una familia nada real, pero sí con muchos riales ajenos en sus arcas. Conservar estas intactas, es su principal razón para decir falsas palabras de amor y de paz, al mismo tiempo que utilizan otras palabras para emitir las órdenes de reprimir y matar a quienes les pregonan el fin de su corrupción.


El Gobierno de Ortega dijo que rechaza “…totalmente todas las acusaciones de esos grupos que en una provocación demencial y sin precedentes en nuestro país, se confabulan para denunciar “ataques” inexistentes, luego se atacan y atacan, y producen víctimas para culpabilizar a las instituciones del Orden Público”. Renuncio a intentar hacer un análisis político  de estas palabras, porque esto corresponde más bien al estudio de un psiquiatra, especializado en criminología.

Si como Gobierno no son los que ordenan las muertes, pero sus policías y sus paramilitares siguen matando a los jóvenes, y como jefes del Gobierno no pueden pararlos, significa que los asesinos actúan por su cuenta y, en ese caso, ya perdieron la autoridad sobre… ¡y la razón de seguir en el Gobierno, porque son incapaces de garantizar la vida de nadie!

“Nicaragua no es propiedad privada de nadie, los dueños de Nicaragua somos todos los nicaragüenses…”, dijo Daniel Ortega el pasado miércoles ante una raquítica concentración de sus partidarios, como si hasta hoy se diera cuenta de eso, porque hasta hoy la sigue viendo como de su propiedad. Algunos medios, creyeron interpretar en esas palabras de Ortega, como su ruptura con el gran capital por su cambio de táctica ante la insurrección popular desarmada.

Pero eso es su despecho por el cambio –real, ocasional o circunstancial— del empresariado. Pienso que también que, con esas palabras, quiso decirles: Me abandonan, después de que manejé el poder como si Nicaragua fuera propiedad privada mía y de ustedes… ¡ingratos!

 “Dejalos que se diviertan mientras los matamos, pues están alegres porque los dejamos vivos”, le dijo un policía a un “oreja” orteguista cuando llegó a  denunciar a unos estudiantes de estarse juntando en torno a quien tocaba una guitarra. Palabras de odio, expresando su sentir de esbirro, para quien asesinar a los estudiantes es una necesidad para proteger a continuidad del sistema político que le ha enajenado como ser humano para convertirlo en un animal feroz.

“¿Quién te está pagando, y cuánto te pagan para que andés protestando?”, es la pregunta que le hizo un policía a un estudiante mientras lo torturaba. Palabras asociadas por el esbirro a su propia costumbre de recibir paga por ejercer su función criminal, no necesariamente en monedas o billetes, sino que se paga con la oportunidad de que hacer dinero con las “mordidas”, los negocios ilícitos, el robo de los bienes de todo reo, y el derecho a quitar dinero al pariente de un reo por “llevarle una razón”. Todo en escala menor, respecto a lo que ve hacer en grande a sus altos jefes policiales y políticos.

“Agradecele al comandante que no te matamos”, gritó a un detenido un policía. Su enfermiza mentalidad, no le da más que para ver a sus jefes dotados de autoridad para decidir sobre la vida y la muerte de un ser humano. Sin duda alguna, el orteguismo es un fenómeno criminal que ha “ducado” a sus esbirros para que se sientan los dueños del país, como si fuera su hacienda privada y los nicaragüenses sus reses.

“Te vamos a matar y vas aparecer en la Cuesta del Plomo”, les dicen algunos policías a los detenidos. Este lugar fue fatídico en tiempos de la dictadura de Somoza Dabayle, porque allí llevaban los cadáveres de jóvenes asesinados, y en donde ahora ya comenzaron a aparecer otros. De modo que existe una asociación mental y prácticas delictivas –consciente o inconsciente, da lo mismo— entre los somocistas y los orteguistas.

“El crimen organizado y (el) narcotráfico financian a estos grupos delincuenciales que operan y se movilizan en motos y vehículos encapuchados, con armas de fuego objetos contundentes”. Esta es un fragmento de una comunicación de la Policía, que pretende describir a los jóvenes estudiantes y trabajadores movilizados contra la represión y los crímenes de la misma Policía, pero más bien parece su autoretrato.

Solo están retratando a sus propias pandillas que utilizan como su fuerza cooperadora. Los vehículos de que hablan, son las camionetas del Estado que la Policía está utilizando para cumplir la misma función de los “Becat” del somocismo.

En su comunicado, la Policía publicó nombres de las pandillas que, dice, están operando en el país, cuya existencia la negaron todo el tiempo (porque “este es el país más seguro de Centroamérica”). Pero hoy revelan sus nombres con el fin de asociarlas a la insurrección popular desarmada: en “Managua: Los Plots, Los Galanes, Los Parqueros, Los Panzones. Masaya: Las Malvinas, 26 de Febrero, Los Cajetas. León: Yeguas negras, Adiack, Las tortuguitas. Granada: Sabanetas y Bocas negras”.

“Si querés la baja, vas a estar cuatro años en la cárcel y sin salario”. Son palabras en la boca negra de un comisionado de la Policía orteguista, que expresan pensamientos torcidos, sentimientos de odio, de venganza y amenazas contra los policías que piden su baja o cuando no quieren salir a reprimir y a matar.

La falsa información y la deformación de los hechos, se reflejan también en los escritos de sus boletines oficiales digitales, con las que pretenden hacer ver otra la realidad, la realidad que les gustaría ver. En el Informe Pastrán, edición del 30/05/18 de este boletín coseporteguista, se refirió a “…la concentración de miles de sandinistas entre la Rotonda Hugo Chávez y la Avenida Bolívar”, la misma que, según fotos aéreas, alcanzó en menos de dos cuadras.

Pero sobre la manifestación más grande de las efectuadas en abril y  mayo –nutrida de gente en sus cuatro kilómetros— la redujo a “Grupos de oposición (que) marcharon de la Rotonda Paul Genie a la Rotonda de Metrocentro, en la denominada Marcha de las Madres de Abril”.

Tres cosas olvidó el periodista Pastrán: el profesionalismo; la distancia entre las rotondas Paul Genie recorrida por la  multitud; y que, “para mentir y comer pescado… hay que tener muuuucho cuidado”!


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Onofre Guevara López

Onofre Guevara López

Fue líder sindical y periodista de oficio. Exmiembro del Partido Socialista Nicaragüense, y exdiputado ante la Asamblea Nacional. Escribió en los diarios Barricada y El Nuevo Diario. Autor de la columna de crítica satírica “Don Procopio y Doña Procopia”.

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