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Lo que algunos no quisieran leer…

La instalación de la Constituyente le ha dado justificación, impulso y ventaja frente a una derecha que actúa solo conforme agenda en Washington

Venezolanos durante la consulta popular de la oposición en contra de la Constituyente. EFE/Leonardo Muñoz.

Onofre Guevara López

29 de agosto 2017

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Con la instalación de la Asamblea Constituyente venezolana, satanizada inútilmente por la reacción local e internacional, el proceso revolucionario ha ganado una batalla, aunque aún no la guerra. Esta tiene ricos patrocinadores, y seguirán disparando de todo, desde afuera y desde adentro, pero esta batalla perdida por la derecha significó –así en pasado, porque sus efectos ya duran más de lo esperado— una victoria de la paz contra los ánimos de guerra de un sector violento y estimulado mañosamente por una tremenda ofensiva internacional, acompañada de su terrorismo mediático.

Aquellas imágenes gráficas de violencia y destrucción callejeras, focalizadas en barrios de clase media para arriba, eran presentadas en todos los medios como algo generalizado en todas las ciudades, las que ponían al borde del caos y anunciaban la rendición inmediata del chavismo. Ahora, ¿en dónde están? ¿Qué se hicieron? Su desaparición de las calles, que es más importante que su desaparición en los medios, no fue un milagro de la Constituyente, sino un reflejó en la masiva participación de votantes que optaron por la paz, y su consecuencia en el repudio social a la violencia.


Es decir, fue y sigue siendo una victoria de los ciudadanos, incluso de oposición, cansados de la violencia demencialmente destructora. La Constituyente estimuló ese deseo de paz con el adelanto de las elecciones regionales para octubre, previamente convocadas para noviembre por el CNE. Esto desconcertó al sector de la oposición más comprometida con los intereses foráneos que definen su agenda política, y en otros sectores despertó la esperanza de hallar una salida a la violencia y su decisión de participar en las elecciones.

El desconcierto afectó también a esos intereses foráneos, pero ante el fracaso de sus agentes políticos internos no tuvieron más remedio que levantar la bandera caída de la violencia desde sus cubículos: el desprestigiado Donald Trump, fue el primero en anunciar la posibilidad de una agresión armada y medidas económicas contra Venezuela. La careta de la imparcialidad, con la mentirosa pérdida de su naturaleza imperialista se les cayó, aunque innecesariamente, porque nunca pudieron ocultar su verdadero rostro ante la vista de todo el mundo. Mejor decir: del mundo que siente en carne propia las consecuencias de sus agresiones. Ni qué decir de las ridículas declaraciones de “no reconocimiento” de la Constituyente venezolana, de parte de sus gobiernos mandaderos, ante el rescate imperial.

El hecho de que los patrocinadores norteamericanos levantaran la bandera de la derecha interna, y que sus agentes políticos salieran a clamar por las agresiones contra Venezuela a Europa (Julio Borges) y a Washington (la mujer de Leopoldo López), está despertando a la realidad a sectores opositores y estimulando la movilización popular a tomarse las calles en apoyo a los ejercicios militares del ejército bolivariano en respuesta a las amenazas de Trump. El rostro urbano que hace poco era violento y caótico en los sectores residenciales de la derecha se comienza a tornar en un rostro de paz y patriotismo.

Si el ejército de analistas del planificado caos venezolano, no estuvieran tan ligados a los agresores, tal vez buscarían las causas o las razones por las cuales han fracasado sus anuncios catastróficos sobre el futuro inmediato de la “dictadura” venezolana. Pero como sus compromisos no se los permiten, ni sus prejuicios les permiten esa libertad, seguirán ajenos y lejanos de la verdad: que el pueblo mayoritario, y sectores que estuvieron confundidos en determinados momentos por la propaganda, no han roto sus lazos con la dirigencia revolucionaria. Cree en ella, no por casualidad, menos por una milagrosa incursión divina en sus conciencias.

Por cierto, no solo del criterio de los analistas oficiales del ejército mediático viven los pueblos. Analistas hay de sobra en toda partes con su criterio libre de compromisos con intereses que pretenden retornar al poder de Venezuela a viejas dirigencias políticas corruptas y coimeras de las transnacionales del negocio petrolero. Y como es obvia la reproducción dominante de los análisis contra el proceso revolucionario venezolano en nuestros medios de comunicación –que a la vez ignoran toda otra versión—, me permito sinterizar algunas conclusiones de comentaristas fuera de ese círculo de hierro, sobre los por qué nada ha podido romper la confianza mutua pueblo-gobierno en Venezuela:

*Una clara visión de la estrategia comunicacional de parte de la dirigencia, activada por todos los actores políticos del Partido de gobierno, quienes han demostrado una gran capacidad de convocatoria en los escenarios reales y en los medios digitales.

*El aparato de gobierno es visible a toda hora todos los días, y sus líderes son bien conocidos por la población, y nada de secretismo sobre sus actividades; todo esto ha desbaratado la avalancha de calumnias en su contra; su relación con la gente es fluida y permanente para confrontar todos los temas planteados por la derecha.

*Un juego permanente de la política sin temores, con flexibilidad para trazar y desarrollar la comunicación sobre lo cotidiano con mensajes de paz, tolerancia y diálogo con cada sector que lo desee escuchar, algo esencialmente opuesto al discurso violento y sin programa de la derecha.

*Actuación diaria de los militantes del Partido con un discurso claro, del que se apropia la gente honesta de la población, sobre todos los tópicos que se tocan en las redes sociales contra el proceso.

*La capacidad negociadora del presidente de la república, su apuesta por el diálogo, su capacidad de trabajo, sin la afectación emocional que la derecha ha querido provocar con sus calumnias de todo calibre; eso le ha permitido revertir la defensiva en ofensiva; y su comprensión y uso de la comunicación digital le han sido efectivos.

*Con la elección e instalación de la Asamblea Constituyente le ha dado justificación, impulso y ventaja frente a una derecha que actúa solo conforme agenda elaborada en Washington; con lo que está demostrando a su pueblo y al mundo que el juego político se define dentro del país, no por encargo extranjero y menos en las oficinas del gobierno gringo.

*En general, la derrota de los planes inconstitucionales de la derecha la está causando una política de propuestas racionales y contundentes, lo que ha permitido atraer a la mayoría de los críticos internos del propio gobierno (aparte de los muy comprometidos), a los indecisos y a los moderados de la oposición hartos todos de la violencia.

*El éxito de la Constituyente, tanto por su masiva elección de más de ocho millones de votos, como en los resultados de sus medidas constitucionales en busca de la paz, también contribuirá a la definición de la victoria de la revolución sobre las viejas y corruptas clases políticas orientadas desde el extranjero.

(Un entre paréntesis final: si nada parecido ha visto en nuestro país, con sus gobernantes autoritarios, maestros en secretismo y profesores del engaño… pero aun así los sigue comparando con los de Venezuela, no es por mera coincidencia, sino por mala información o por pura miopía política).

-o-

Ruperta y Ruperto:

--Ya echaron sus lágrimas por el cierre en Venezuela de la señal de la TV Caracol, una portavoz no oficial de las agresiones externas desde Colombia, Rupertó…

--Aquí, en Nicaragua, Rupertá, hace más de un año cortaron la señal oficial de Venezolana de Televisión, y los amigazos de Venezuela en el gobierno… ¡ni se mosquearon!

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Onofre Guevara López

Onofre Guevara López

Fue líder sindical y periodista de oficio. Exmiembro del Partido Socialista Nicaragüense, y exdiputado ante la Asamblea Nacional. Escribió en los diarios Barricada y El Nuevo Diario. Autor de la columna de crítica satírica “Don Procopio y Doña Procopia”.

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