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Los cuatro retos de la Alianza para la Prosperidad

Inversiones y oportunidades, la informalidad y el crecimiento, la estrategia territorial, y el problema de la seguridad

El Gobierno de Estados Unidos espera que los recursos que entregará a Guatemala para el plan de la Alianza para la Prosperidad del Triángulo Norte de Centroamérica, contribuyan a resolver los problemas de delincuencia, migración y pobreza. EFE/Esteban Biba

Manuel Orozco

11 de marzo 2016

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Existen cuatro aspectos ausentes en el Plan de la Alianza para la Prosperidad.

Primero, persiste la pregunta de si las estrategias propuestas de inversiones en el campo de crecimiento económico en agro industria y turismo podrán crear las oportunidades necesarias para que cambien las circunstancias materiales de los hogares meta. Es decir, y para ponerlo de forma más clara: la gente que está emigrando son personas del estrato medio bajo dentro de la distribución del ingreso, con ingresos anuales menores a los US$3,000, tomando esto en cuenta ¿Podría una estrategia de inversión en estos campos contribuir a mitigar la migración?


La gente no se va por falta de trabajo sino porque los salarios no dan para vivir. En el contexto actual, una persona dentro de ese rango de salario ($250 mensuales) considera sus opciones ante el costo de vida (que generalmente anda por los US$400 mensuales por persona) y mira la posibilidad de emigrar y ganar prácticamente 10 veces al ingreso que tiene actualmente y enviar en remesas aún más de lo que ganaba, por ejemplo, trabajando en El Salvador.

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El aumento de la inversión en agro-industria o turismo, que genera salarios inferiores a los US$300 mensuales, plantea la interrogante de si estas son opciones viables de mejores oportunidades.  Además, dada la magnitud de la migración,  estamos hablando de más de 30,000 personas adultas por año, ¿será posible crear oportunidades para retener a esta población?

Segundo, en el contexto macroeconómico actual, las economías centroamericanas están prácticamente definidas por dos polos de crecimiento y generación de riqueza, con un tercer grupo en el medio bastante subestimado.  El crecimiento de la región ocurre en gran parte por su dependencia en la economía global, en particular, por las exportaciones de mercancías (predominantemente agricultura, turismo, y maquilas).  En las exportaciones de mercancía, menos de 20 productos captan más del 60% de las exportaciones que son manejadas por menos de 50 empresas que llegan a emplear a un pequeño sector de la fuerza laboral.[1] Tenemos entonces un sector exportador centrado en pocas áreas y pocos productos, empleando a pocas personas.

El otro polo de crecimiento está ligado a la migración.  En promedio, la región recibe entre remesas, comercio nostálgico, turismo y otros servicios asociados a la migración que producen ingresos de más del 20% del ingreso nacional.  Las remesas, las cuales representaron $17 mil millones en el 2015, llegan a más de 3.5 millones de Centroamericanos y representan más del 50% del ingreso total de estos hogares.  Estos hogares a su vez generan una reserva de ahorro superior a US$3 mil millones, la mayoría de manera informal, y que suele estar por encima de la capacidad de ahorro de quienes no reciben remesas.

En el medio de estos polos está una fuerte masa de informalidad, en esta se concentran tres cuartas partes de la fuerza laboral y del sector empresarial.  Es un eufemismo hablar de sector privado en Centro América cuando la gran mayoría de éste son empresas unipersonales que poseen ingresos inferiores a dos salarios mínimos.

Las políticas económicas actuales de los países en cuestión están enfocadas en las mismas iniciativas de crecimiento propuestas en el componente de productividad del plan de la alianza.  Pero estas son estrategias de bajo rendimiento que generan poca riqueza y crecimiento en la región y que pueden ser mejoradas sustancialmente, como se explorará, con la incorporación de innovación y fortalecimiento del capital humano.

De igual manera, las estrategias para abordar la informalidad siempre han sido complicadas y poco exitosas: Centro América no ha logrado reducir el tamaño de su informalidad en los últimos 40 años.  Es un problema crónico que no se resuelve de manera unilateral o afectando un único componente.

Las bajas tasas de crecimiento en el ingreso son producto de focalizarse en un modelo económico basado en el aumento de la producción agrícola o de productos de bajo rendimiento, los cuales se caracterizan por el uso mano de obra poco calificada, no educada y mal pagada.   A esto se acompaña la histórica desigualdad social heredada desde el siglo XIX.

Fuente: Banco Mundial. “Evolución de los principales indicadores del mercado de trabajo en Centroamérica y República Dominicana, 2006-2010,” Organización Internacional del Trabajo, 2011. Disponible en: https://goo.gl/3kQA0e

De igual forma no está claro cuál es el referente de éxito y el hito que se quiere alcanzar con cada uno de los componentes.  Por ejemplo, ¿cuál debería ser la meta que estos países deberían fijarse en función de un modelo más exitoso que el que han logrado hasta el momento? ¿Debería ser contar con un modelo como el de Costa Rica, por ejemplo?  La economía de Costa Rica es entre 2 y 4 veces el tamaño de sus vecinos y puede ser un buen referente a la hora de establecer ciertos hitos clave.

El componente de capital humano planteado como parte de la Alianza es de gran importancia ya que puede atacar frontalmente el problema de la baja productividad de la región asociada a la baja calidad de su capital humano.  Un aumento en la formación técnica y en la retención escolar son estrategias viables para lograr esto.

Existe una pregunta clave en cuanto a si la  inversión en la fuerza laboral y en la retención escolar en secundaria reducirá los niveles de migración de menores y creará condiciones de mejor atención a la población. Muchos donantes ya han trabajado en este sector de educación y capacitación, sin embargo, la inversión en capital humano es mucho más que estos dos componentes e implica asociarla en función instrumental con la economía del conocimiento. De nuevo, ¿cuál es el referente a utilizar y cual el hito que se busca alcanzar?

Actualmente el problema de la educación no es solo de cantidad, sino de calidad.  Si bien es cierto que solo un poco más de la mitad de los jóvenes completa la educación secundaria, y menos del 20% de la fuerza laboral es calificada y con educación formal, la calidad del conocimiento adquirido es muy rudimentario y poco competitiva.  Para que estos países aumenten sus tasas de crecimiento y calidad educativa, la formación técnica y académica requiere que exista una masa crítica de la población que forme y sea formada por encima de las cifras actuales.  Para ello hay que introducir economías de escala en los sectores del conocimiento que incluya un mercado de intermediación de la educación.

Tercero, la cuestión territorial es clave.  La PAP propone como estrategia transversal enfocar la inversión en aquellas municipalidades más afectadas por la migración o la violencia.  Una lectura a los lugares seleccionados muestra resultados inconclusos.  En general, se observa muy poca correspondencia entre los municipios seleccionados y la intensidad de los problemas, talvez con la excepción de Honduras.

En los tres países los índices locales de desarrollo humano son prácticamente similares al promedio del país. Tanto Guatemala y Honduras priorizan las ubicaciones en donde hubo mayor emigración de menores, mientras que en El Salvador la distribución es menos clara.  En este sentido la estrategia transversal propuesta con las municipalidades no necesariamente coincide con las realidades.

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Cuarto, la propuesta sobre inseguridad es una estrategia que continua en el camino ya trazado y que ha ofrecido resultados mixtos. ¿Habrá que repensar la inseguridad fuera del marco convencional? Por qué tanto énfasis en temas de seguridad, cuando los inmigrantes identifican que se van por la combinación de los problemas. El reto de la inseguridad existe ante la presencia de un ecosistema del crimen organizado con costos de oportunidad muy altos. Por ejemplo, las redes de extorsión tienen un éxito operativo con márgenes de ganancia de menos de US$1,000 mensuales en su intimidación a hogares o negocios. Sin embargo, son ingresos casi tres veces mayores que los salarios que estos criminales tendrían en un empleo en la economía formal.  Las bandas de narcotraficantes tienen una red más sofisticada que emplean sicarios y pandillas para sus operaciones, y generan al menos US$700 millones por realizar el trasiego.  Para estos grupos es importante identificar mecanismos que hagan más caro su trabajo ¿sería viable una amnistía a los del crimen organizado, igual a lo que se propuso en las transiciones democráticas a los militares que violaron derechos humanos?

El autor es investigador del Diálogo Interamericano. Segunda de tres partes

[1] https://www.thedialogue.org/blogs/2016/02/a-new-strategic-approach-for-el-salvadors-economic-development-challenges/


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Manuel Orozco

Manuel Orozco

Politólogo nicaragüense. Director del programa de Migración, Remesas y Desarrollo de Diálogo Interamericano. Tiene una maestría en Administración Pública y Estudios Latinoamericanos, y es licenciado en Relaciones Internacionales. También, es miembro principal del Centro para el Desarrollo Internacional de la Universidad de Harvard, presidente de Centroamérica y el Caribe en el Instituto del Servicio Exterior de EE. UU. e investigador principal del Instituto para el Estudio de la Migración Internacional en la Universidad de Georgetown.

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