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Normas medievales en el siglo XXI

Las persecuciones inquisitoriales que en nuestro país se han vuelto cosas de todos los días en Nicaragua

Las persecuciones inquisitoriales que en nuestro país se han vuelto cosas de todos los días en Nicaragua. Mediavales

Onofre Guevara López

13 de marzo 2017

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Para ser mujer coraje, a doña Vilma Núñez no le hacía falta el reconocimiento de la embajadora estadounidense, doña Laura Dogu.  Y si queremos ser más claros, digamos que tampoco necesita ese reconocimiento de parte de ninguna otra persona para seguir siendo mujer de coraje.  Doña Vilma no ha trabajado ni luchado pensando en obtener de ningún título honorífico, porque la vocación de trabajar y luchar por la justicia le nació de su elevado nivel ético, se le fortaleció con su sentido humanista del Derecho desde hace más de sesenta años y lo reafirmó ante la sangre de sus compañeros estudiantes asesinados y heridos por el ejército de la dictadura en 1959.  Es indiscutible que las cualidades de mujer coraje de doña Vilma, nacieron y crecieron con ella, y ella las hace reconocer y valorar con su lucha valiente y sin descanso por la justicia.

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Siempre se ha sabido, que esas sus cualidades de mujer coraje doña Vilma nunca las divorció de sus otras cualidades de mujer, de esposa ni de madre cuando decidió conspirar contra el régimen somocista, corriendo el riesgo de ser asesinada.  No la doblegaron la cárcel y las torturas, las que supo superar con su moral superior a la de los esbirros de la moral pigmea de la dictadura somocista.  Triunfante la revolución, que la mayoría de nicaragüenses la concebía liberadora, le valoró justamente sus aportes y le dio la responsabilidad de impartir la justicia por la que tanto había luchado, desde la vicepresidencia de la Corte Suprema de Justicia.  Pasado el corto período revolucionario –o “alegrón de burro”, en nuestro lenguaje coloquial—, doña Vilma intentó deshacer entuertos (los vicios personales y partidarios), y pasó a ser víctima de los oportunistas.  Luego, manteniendo incólume su actitud crítica, se comprometió con los reclamos por la justicia y los derechos humanos, sin partidarismos.

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Y ustedes, conciudadanos nicaragüenses, ¿piensan que los esbirros de la dictadura actual han olvidado esa trayectoria de doña Vilma, como para suponer que las empleadas de Ortega-Murillo en cargos públicos hablan por ellas mismas cuando dicen –sin mencionarla— que el reconocimiento como mujer coraje a doña Vilma es un “acto de hostilidad” contra el gobierno de su patronos políticos y del país?  Cierto que –como lo afirman esas mismas señoras— la embajadora Dogu irrespeta “los límites impuestos por su investidura”.  Pero esa no es la causa de fondo del acoso en su contra, sino el intento de poner en duda los valores intrínsecos de doña Vilma, los cuales son reconocibles al margen de cualquiera consideración política.  Esas señoras, cuando no son ellas las que irrespetan los límites de la institucionalidad, apoyan ciegamente las iniciativas anti constitucionales del gobierno familiar.  Lo real, es que tanto la embajadora como ellas, cumplen con fidelidad burocrática las respectivas líneas políticas de sus gobiernos.

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En lo que las señoras burócratas también se extralimitan, es en su odio hacia la doctora Núñez, pues aplican como una norma legítima la persecución política contra cualquier crítica al comportamiento de los gobernantes.  Pero, ¿creerán que ellas han olvidado que el odio y las agresiones contra la doctora Núñez, tienen su otro origen en su papel de acusadora-defensora en el caso Zoilamérica?  Cuando estas señoras dicen en su carta protesta contra la embajadora estadounidense, que el hecho de reconocerle a la doctora Núñez su condición de mujer coraje “rompe la armonía y la unidad que tenemos”, ¿dejaron de pensar que tal armonía y unidad han sido inexistentes entre la familia de Zoilamérica, y no precisamente por su culpa?  ¿O pensarán acaso, que nadie conoce la relación entre la denuncia de aquella violación y su condena nacional e internacional, y la valiente gestión de la doctora Núñez, como para suponer que el odio contra ella es gratuito, casual o porque “se lo merece”?

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Las persecuciones inquisitoriales que en nuestro país se han vuelto cosas de todos los días, como las que se ejecutan contra el poeta Ernesto Cardenal, el escritor Sergio Ramírez y la doctora Vilma Núñez, son ejemplares del rezago ideológico y ético que nos obliga a vernos en el pasado colonial, como si lo miráramos en un espejo retrovisor.  Para parecernos más a nuestro propio pasado, contribuye mucho la actividad de las sectas, como en el caso extremo de criminalidad contra la joven Vilma Trujillo, incinerada durante un rito “religioso”.  Si comparáramos lo que aquí ocurre con la horrible tragedia que sufre Guatemala, podría parecer que tratamos de validar aquello de que “el mal ajeno es consuelo de tontos”, y eso pondría al orteguismo como un ente político ingenuo, y no lo perverso que realmente está siendo.

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No vamos a comparar las persecuciones y la actividad de las sectas de aquí, con la tragedia de Guatemala porque, aun siendo similares en retraso, lo sucedido allá la semana anterior está tan cercano a la realidad medieval que hasta el nombre del antro de injusticias y violaciones contra niñas desamparadas por la familia y el sistema, es traído desde la Edad Media: “Hogar Seguro Virgen de la Asunción”.  Nada de hogar, menos de seguro y siendo ellas las únicas vírgenes, no tuvieron ninguna asunción a ningún cielo, sino que, 40 de ellas, queriendo escapar de aquel santuarios de la crueldad y la hipocresía santulona, fueron a parar varios metros bajo la tierra.  En este caso, una tierra inhóspita en lo social, pues esas niñas ni siquiera tuvieron derecho a sobrevivir en la pobreza que le es consustancial al sistema guatemalteco, tan parecido al de muchos países, incluso de los más desarrollados.

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¿Por qué lo digo? Porque el egoísta sistema capitalista no es capaz de aplicar una justicia social acorde con su desarrollo tecnológico, sino que la sustituye con la llamada “caridad cristiana”, mucho más barata y revestida de santidad para ganarse la entrada al “cielo”.  En los centros en donde supuestamente se practica esa caridad –sean de educación, iglesias para predicar, comunidades o asilos religiosos—, son reclusorios para los desechados socialmente, en especial, para niños y niñas “de la calle”, se convierten de hecho en lugares donde curas, monseñores y cardenales satisfacen sus aberraciones sexuales y le dan rienda suelta a la sevicia que es propia de la degeneración humana.

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Además, son lugares en donde pueden hacerlo todo con impunidad, o con leves castigos –generalmente con penitencias—, porque son centros regentados bajo un supuesto manto cristiano.  Lo único nuevo en las normas medievales trasladadas a las sociedades actuales, es que forman parte de la globalización capitalista.  Y, como es tradicional en este sistema, las cuotas de justicia social, solo se hacen reales en donde la fuerza de la lucha organizada de los trabajadores vence la represión y la resistencia de las clases que prefieren hacer su “justicia” con la caridad cristiana.  Si esto no fuera cierto, en Guatemala no hubiese ocurrido la horrible mortandad de 40 niñas y otras están en peligro de morir por los abusos criminales sufridos en un centro de cristianísimo nombre.

Ruperta y Ruperto:

--Chicón Rosales, Rupertó, dice que él no viola la Constitución, pero cuando se le descubre una de sus violaciones, entonces alega que la derecha le odia por ser un hombre de izquierda…

--Es fácil descubrir que Chicón miente, Rupertá; solo hay que señalar por cuál de los siguientes motivos se ve impulsado a mentir: a) arrepentimiento de haber pasado como sandinista antes del 79; b) arrepentimiento de haber sido ministro del trabajo de un gobierno de la derecha en los 90; c) auto castigo por haber abandonado la causa de su hermano; d) auto satisfacción por haber cumplido la misión de infiltrado en la derecha por orden de Daniel; e) haber sobre cumplido alguna sanción por alguna falta cometida hace algún tiempo...

--¡Es más fácil bailar el trompo en una uña que dar con el motivo, Rupertó!

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Onofre Guevara López

Onofre Guevara López

Fue líder sindical y periodista de oficio. Exmiembro del Partido Socialista Nicaragüense, y exdiputado ante la Asamblea Nacional. Escribió en los diarios Barricada y El Nuevo Diario. Autor de la columna de crítica satírica “Don Procopio y Doña Procopia”.

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