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El orteguismo neocolonizado y con falsa identidad

Volver a la realidad pues, es topar con nuevas y viejas mañas politiqueras de la mancuerna dinástica

Onofre Guevara López

5 de septiembre 2017

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Si fuera posible abstraerse por algún tiempo de nuestra cotidianidad, o simplemente fingir que durante ese tiempo no nos hemos dado cuenta de nada, y si al volver a la realidad miramos edificios modelos del progreso económico y arquitectónico, pensamos que son pantallas con escenarios ajenos, porque detrás de todo eso está la misma Nicaragua con sus atrasos culturales, pobrezas extremas y mezquindades humanas. Peor aún, al instante veríamos un empeoramiento de estos rubros negativos, tan extendidos, que anulan fácil al discurso oficial.

Onofre Guevara

Propaganda de Daniel Ortega y Rosario Murillo en Managua. Carlos Herrera | Confidencial.

Por “oficial” entiéndase todo lo que emana del pensar y sentir del gobierno, de las clases económicamente dominantes, de los partidos políticos y los personajes de la política; es decir, todos los que impiden ver detrás de las pantallas con que se apantalla a la gente.  En general, la gente es receptora de su discurso del progreso, que lo digiere como verdadero, aunque viva dentro del círculo de la pobreza social, porque está sumida en la atmósfera de las verdades mediáticas y carece de autonomía cultural para analizar la realidad tal cual.


Si no fuera cierta esa enajenación, la gente se manifestara pública y masivamente en contra la entrega de la soberanía nacional que Ortega hizo con la Ley canalera 840. A esa protesta patriótica añadiría su rechazo a la otra entrega de soberanía del nuevo decreto 15-2017, el que, eliminando el decreto ambiental anterior, facilitará aún más de lo que se ha facilitado el saqueo de los recursos naturales. Cierto que hay voces que condenan este decreto, pero son las mismas voces patrióticas de siempre.

A la par de ese rechazo, se oyen voces oficiales pregonando las bondades del nuevo decreto; le dieron la bienvenida los agentes de compañías mineras que ya explotan nuestros recursos y, entre ellos, una dama nombrada la “empresaria del año”, a quien la explotación minera le parece algo así como una bendición para nuestro país.  El teólogo brasileño, Leonardo Boff, parece referirse a estos sectores del mundo oficial, en artículo en el diario mexicano La Jornada (01/09/17) cuando afirma que: “Se dejan neocolonizar para ser meros exportadores de commodities  en vez de crear las condiciones favorables para concluir la fundación de nuestro país”. Aquí podríamos agregar que los gobernantes y empresarios ofrecen y aplauden concesiones mineras que dejan hoyos en la tierra y en los pulmones de los mineros; las coimas de rigor en sus bolsillos y los falsos “ingresos” por el oro en las estadísticas de las exportaciones “nacionales”.

Siendo esa una muestra del discurso oficial, ya se puede imaginar la opinión del discurso oficialista de diputados serviciales, funcionarios serviles y los portavoces del capital criollo aliados del gobierno. Junto a esta “novedad”, al volver de la fingida abstracción, también hallaríamos las reformas a la ley electoral que, al igual que las reformas a la Constitución Política, le permite su continuidad en el poder a la mancuerna gobernante. Y haciendo coro al discurso electoral oficial, los políticos de alquiler, discuten sobre el negocio electoral para ver cuánto o qué pueden agarrar.

Otros políticos hacen esfuerzos por demostrar independencia de criterio frente al oficialismo, pero fieles a su discurso dotado de ideas extranjerizantes, pregonan sus esperanzas en la OEA; y ellos, sin fingir ninguna abstracción, creen que este organismo satélite de la política exterior estadounidense les vendría a “observar” las elecciones para garantizar su pureza. Esta ilusión no es fingida, pero ¿cómo calificarla, si de elecciones anteriores los observadores de la OEA han concluido en que hubo “irregularidades”, por no decir fraudes, pero aquí nada cambió por eso; que los resultados siguen siendo los que Ortega quiere que sean para alargar la cadena de sus “victorias”?

Se comenta en la oposición, que con el último remiendo a la ley electoral –la posibilidad de votar sin estar registrado en el padrón—, el orteguismo facilitará la doble o triple votación, por cierto ya acostumbrada. Pero el discurso oficial dice que con esa medida se facilitará la votación, porque “restituye” el derecho a votar de los que se abstuvieron en las elecciones anteriores y para castigarlos los habían borrado del padrón electoral. Ambas versiones se asemejan a la realidad. Pero dejan algo importante a margen: que borrar y restituir hacen la evidencia del irrespeto del orteguismo por lo institucional, y de la imposición de sus caprichos, según la ocasión.

¿Y cuál es para el orteguismo la última ocasión?  Tratar de borrar el hecho real de que en las últimas elecciones predominó la abstención electoral de modo contundente, lo cual hizo más obvio el fraude. Y ahora pretende que, levantando el castigo a los abstencionistas, estos recurran en mayor cantidad a las mesas electorales, para que el fraude no se justifique por la ausencia de los electores. Están presintiendo otra gran abstención y les dan miedo los resultados de sus burlas al derecho del voto libre, y por eso se apuraron a ponerles parches a sus métodos.

Volver a la realidad pues, es topar con nuevas y viejas mañas politiqueras de la mancuerna dinástica. Ya no les basta engañar a los “enemigos”, engañan también a sus bases, las que ahora no están apaleando “enemigos” de la “revolución” en las calles… porque estos ya no van a las calles. Ahora  protestan contra la burla de sus “dedazos”. La mancuerna proclamó su amor por la práctica democrática, diciéndoles a sus bases que seleccionarían a sus candidatos según el resultado de una encuesta que nunca existió, pero sus dedos sí funcionaron: casi todos sus candidatos fueron “redigitalizados”, o sea, reelegidos.

Nadie puede predecir cuál podría ser la reacción final de los que protestan contra los “rededazos”, porque a pesar de ser una expresión masiva de descontento, son personas que para protegerse de las consecuencias de su rebeldía recurren a cosas indignas: primero, decir que la culpa de la burla no es de la mancuerna, sino que señalan indistintamente a Rosario y a Daniel para ampararse en uno de ellos cuando el otro los castigue; y segundo, echarles la culpa a los líderes intermedios para no tocar a ninguno de los dos. ¿Qué se puede esperar de militantes sin militancia verdadera? Nada y cualquier cosa,  porque esas bases actúan enajenadas desde hace mucho tiempo.

Aunque esa afirmación puede parecer ofensiva, no lo es, pues esas bases han dejado hacer muchas cosas peores a la mancuerna, y nunca reaccionaron, sino hasta ahora por una cuestión electorera. La desaparición de lo revolucionario que pudo haber habido en la conciencia de estas bases, ha tenido una variedad de causas:

a) En ellas casi no quedan combatientes históricos, y si algunos lo fueron solo tuvieron una participación emocional; b) a raíz de la crisis del FSLN, al orteguismo se sumaron personas sin compromiso ideológico con la revolución; c) captaron a jóvenes que no vivieron la etapa inicial de la actividad revolucionaria ni la crisis de los ochenta; d) los líderes que torcieron los principios originarios del FSLN y lo convirtieron en su instrumento político, han deformado su historia, han inventado héroes, y olvidado a muchos de los verdaderos; e) cooptaron a parásitos de la politiquería como algunos “liberales” que, incluso, ya son parte activa de la bancada parlamentaria orteguista.

Las peores formas para no conservar una herencia revolucionaria son  falsificar y olvidar la historia de la revolución para dejar a las nuevas generaciones huérfanas de sus orígenes, desarraigadas y sin identidad ideológica. Y la peor consecuencia de ese olvido y la falsificación, es convertir en una masa de engañados a las nuevas generaciones (piense en la “Juventud Sandinista”). Con ello, borran las huellas de la revolución y les dejan campo libre a las ideas adversarias de todo progreso social para imponer su sistema político personalista y hacer de la sociedad un reducto de un pensamiento conservador.

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Onofre Guevara López

Onofre Guevara López

Fue líder sindical y periodista de oficio. Exmiembro del Partido Socialista Nicaragüense, y exdiputado ante la Asamblea Nacional. Escribió en los diarios Barricada y El Nuevo Diario. Autor de la columna de crítica satírica “Don Procopio y Doña Procopia”.

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