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Se buscan golpistas

¿Qué mayor golpismo contra la democracia que el intento de sostener indefinidamente mediante el terror el absolutismo político?

Estudiantes participan en una protesta contra el Gobierno de Daniel Ortega en Managua. EFE | Bienvenido Velasco | CONFIDENCIAL.

Alejandro Bendaña

25 de julio 2018

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Curiosa definición del golpismo hecha desde el orteguismo. El golpe de Estado es un intento de derrocar a un gobierno por la fuerza militar. “Vulnerar  la legitimidad institucional establecida en un Estado”, dice el diccionario. ¿Legitimidad? ¿Institucionalidad? ¿Estado?  Si existieran, no estaríamos donde estamos en Nicaragua.

Pero bien, veamos algunos casos recientes de golpes en nuestra región.  El clásico y el más sangriento: el derrocamiento del Gobierno legalmente electo de Salvador Allende en 1973, a manos de las Fuerzas Armadas con el apoyo de los Estados Unidos. La destitución de Isabel Martínez de Perón en Argentina, en 1976, a manos de las Fuerzas Armadas y la extrema derecha.  El golpe de 47 horas contra Hugo Chávez en Venezuela en 2002 perpetrado por el alto mando venezolano y la organización patronal con el preaprobado norteamericano. El golpe contra el presidente Jean-Bertrand Aristide en 2004, obligado a abandonar el país tras ser secuestrado por un comando de fuerzas élites estadounidenses, luego de recibir amenazas de Francia.


La fórmula es similar, usualmente los Estados Unidos y las fuerzas armadas, pero en el caso de Nicaragua el orteguismo no se atreve a acusar al Gobierno de los Estados Unidos y tampoco parece causarle preocupación las inclinaciones del Ejército de Nicaragua.

Talvez se refieran a otra modalidad como fue el golpe institucional en Brasil en 2015 contra la presidente Dilma Rousseff perpetrado desde la vicepresidencia, el parlamento y el poder judicial. Acaso alguien piensa que Rosario Murillo, Gustavo Porras o Alba Luz Ramos Rosales le dará el golpe a Ortega?

Golpe en todo caso fue lo infringido por el orteguismo contra la Asamblea Nacional cuando de un plumazo borró la representación parlamentaria y existencia legal de la segunda fuerza política del país.  Como señalamos en aquel momento, “En uno y otro caso, los golpistas recurrieron a instrumentos legales desvirtuados para tratar de eliminar partidos y personalidades políticas que no le son afines a sus intereses. Se asume la presidencia en Brasil y se asumiría en Nicaragua mediante el fraude”.

Plantear el cambio pacífico de Gobierno o la realización de elecciones anticipadas, no es golpismo.  ¿O es que la OEA y los gobiernos de Europa son también golpistas?  A los que se agregan los obispos y la población en las calles enfrentados a un Gobierno armado hasta los dientes, desprovisto ética y políticamente de la capacidad o el derecho de gobernar. ¿Qué mayor golpismo contra la democracia que el intento de sostener indefinidamente mediante el terror el absolutismo político?


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