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Si no fuera el dinero, Ortega no se acercaría a China

El no ceder tiene gran importancia para Ortega, porque darle solución pacífica y democrática a la crisis le plantearía la obligación de rendir cuentas

Laureano Ortega firmó el restablecimiento de relaciones diplomáticas con China. Foto: Tomada de Presidencia

Onofre Guevara López

21 de diciembre 2021

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Igualmente: si el dinero no fuera el substrato del ejercicio absoluto del poder, ni el estímulo de todo esfuerzo por conseguirlo a través del gobierno ni la garantía para una vida con abundancia y bienestar… Ortega, ya hubiera buscado una salida pacífica a la crisis política y social creada por su represión en abril 2018.

Esa es una obvia observación, porque todo el mundo sabe de lo pobre que llegó al poder, y ahora es dueño de un incalculable capital que salta a la vista solo por las propiedades y los negocios que maneja su numerosa familia. 


Eso de los enriquecidos en grande no es un misterio. En nuestro pobre país, los grandes capitalistas tradicionales son tan pocos que es imposible no conocerlos, pero ninguno ha pasado por la presidencia del Estado, lo cual, al mismo tiempo, indica dos cosas incontestables: primera, la concentración de la riqueza nacional en pocas manos, y segunda, que a la riqueza del ortegamurillismo ni se le sospecha otro origen que no sea el poder. 

Eso señala una diferencia en cuanto a los orígenes de los capitales dominantes del país. Esta diferencia explica otra: que los Pellas, los Coen, los Gurdián y otros pocos de ese círculo dorado, son millonarios también por herencia familiar. Ninguno de ellos ha querido ser presidente, pero sabemos que tampoco lo necesitan para proteger sus intereses. Aquí ningún presidente ha dejado de ser orientado por ellos. Ortega, por ejemplo, utilizó un pensamiento de Carlos Pellas, en su exposición de motivos para reformar la Constitución Política.  

Eso deja clara la razón por la cual los neo millonarios del ortegamurillismo no tienen la tranquilidad de los viejos millonarios respecto a un cambio de gobierno, a menos que sea producto de una revolución, que no es el caso del gobierno actual. Tan obvio es el poder los millonarios tradicionales, que apadrinaron la alianza de Ortega con el Consejo Superior de la Iniciativa Privada (Cosep), que funcionó como gobierno corporativo hasta el 2018. 

Esos millonarios nunca trataron de evitar las reelecciones de Ortega, no han rechazado su dictadura ni siquiera porque tiene secuestrados a tres líderes del Cosep. Pero basta el rechazo de la mayoría del pueblo para causarle a Ortega la soledad, aumentada por su aislamiento internacional; dos motivos que motivan su búsqueda de apoyo para la continuidad de su dictadura, sin tener que ceder ante los reclamos de liberación para los presos políticos y el regreso a la institucionalidad.

El no ceder tiene gran importancia para Ortega, porque darle solución pacífica y democrática a la crisis le plantearía la obligación de rendir cuentas por todo lo hecho durante quince años. En cambio, para el pueblo, sería una vía abierta para emprender la democratización en libertad. Precisamente, en esto radica la gravedad del problema nacional: la solución democrática no le conviene a Ortega. 

II

De ahí el afán de Ortega por la relación con la República Popular China, y no por afinidad ideológica, como él lo argumenta y lo dicen algunos analistas políticos, quienes no siempre aciertan respecto a los motivos reales del viraje “diplomático” de abrazarse a China traicionando a sus pródigos padrinos taiwaneses. 

Solo Constantino Urcuyo, entrevistado por Esta Semana, en su edición del 12/12/21, acertó al decir que en Ortega no hay motivaciones ideológicas en su relación con China. Es cierto, solo tiene necesidades económicas que le satisfacía Taiwán, pero –por el continuo aislamiento diplomático de este— ya no se la garantiza para mucho tiempo. 

De paso, con su desprecio a Taiwán, Ortega le saca la lengua a los Estados Unidos, sin que esto tenga mucha trascendencia política. Con eso, lo que se demuestra es un puro y duro oportunismo político ante una emergencia para sobrevivir con su dictadura, y poder capearse de las consecuencias. 

De modo que si alguien busca razones ideológicas –como si se tratara de una China y de una Nicaragua hermanadas por el marxismo o el internacionalismo proletario— se equivoca. Igual se equivocan quienes piensan que Nicaragua, por culpa de Ortega, será la quinta estrella en la bandera china.

Para Chin, la relación con Ortega no es tan importante para su competición económica y comercial con los Estados Unidos. Aquel gigante milenario empobrecido de ayer, despertó con tal potente desarrollo iniciado hace 72 años, que ya tiene en jaque el liderazgo de la potencia capitalista más grande del mundo, y esto no varió con la ruptura de relaciones China-Nicaragua en 1985.

Es Ortega quien necesita de China para, primero, tratar de salvar su régimen y, después, proyectar su auto imagen de revolucionario retador valiente al imperialismo para salvar a América Latina de su hegemonía. Para confirmar su auto imagen, Ortega se arriesgó ir a la reunión del Alba-CPT en La Habana sin su gorra habitual, y exponiéndose a caerse subiendo la escalinata alfombrada. Ese riesgo lo sugiere el hecho de cómo se le ha visto en sus salidas –de vez en cuando— por su televisión. 

III

El triunfo de la revolución que fundó la República Popular China, significó la eliminación de la pobreza milenaria de centenares de millones de chinos en un proceso de 72 años. Orientados con las ideas del socialismo impulsaron el desarrollo material, técnico y científico que llevó a China a la condición de potencia mundial que ahora tiene.

¿Alguien podría encontrar, aunque fuera una mínima coincidencia con lo que fue la Revolución Popular Sandinista y su caricatura que hoy es el orteguismo? Ni siquiera ese “alguien” existe.

China no es socialista, menos comunista, aunque sea comunista el partido que se puso a la vanguardia de su desarrollo, pero ajeno al marxismo como ortodoxia, los chinos construyeron su socialismo con características chinas. Es decir, de la única manera de ser marxista: fieles a la realidad histórica concreta de su país, y no conforme a recetas aplicables en cualquier terreno. 

La China “comunista”, solo es un cliché del arsenal propagandístico de quienes se interesan en afirmar en mentes despolitizadas la idea del “comunismo” como sinónimo de todo lo malo. No es este, sin embargo, el momento de aclarar asuntos ideológicos acerca de por qué China no es comunista, como tampoco lo fue la ex Unión Soviética que apenas cubrió una etapa de la construcción socialista.

Lo cierto histórico es que no había nadie en China que no fueran los comunistas, con la fuerza organizada capaz de transformar a su país y convertirlo en la potencia que ahora es. De todo ha ocurrido en China, incluso turbulencias en su proceso político y contradicciones entre sus dirigentes, hasta alcanzar la categoría de potencia. Al fin y al cabo, las contradicciones internas no son una exclusividad china.   

IV

¿Entonces, qué es China? Es un país con capitalismo de Estado dirigido con ideas del socialismo y libre mercado, cuyos resultados los obtuvo rápido, mientras a los Estados Unidos necesitó un proceso de no menos 200 años. 

En pocas palabras, defino la diferencia entre el China y los Estados Unidos: aquí, las políticas del Estado las orientan los círculos industriales-financieros; en China, las políticas de los círculos industriales-financieros son orientadas por el Estado. 

¿Qué en China hay partido único? Sí. En Estados Unidos hay dos partidos y representan a la misma clase social con resultado único:  garantizan la continuidad de su sistema político social capitalista.

¿Qué en Estados Unidos los dos partidos compiten en elecciones? Ciertísimo. Pero las elecciones no cambian nada del sistema, lo confirman todo.

En China no hay elecciones presidenciales como en los Estados Unidos, cierto. En USA hay costosos carnavales electorales, pero concluida la fiesta de cada cuatro años, las estructuras del poder clasista y del sistema política social continúan iguales, solo algunos cambios formales en el gobierno. En este carnaval electoral no participa la mayoría de los estadounidenses, reflejados en los porcentajes de votantes. 

En Brasil hay un carnaval anual más alegre y con más derroche artístico que los carnavales electorales estadounidenses; se alegra la mayoría de brasileños, pero, pasadas las fiestas, las estructuras del sistema político y social de Brasil sigue igual como el último día anterior al carnaval. 

¿Elecciones y carnavales son iguales? Naturalmente que no. Pero veamos cómo la vida demuestra que nada es absoluto, que lo relativo es real y, por eso, la misma cosa puede ser diferente a la vez: las elecciones y los carnavales libres y participativos tienen en común que suceden repetidamente, pero no cambian nada de las estructuras económicas, políticas y sociales de Estados Unidos ni de Brasil.

Sin embargo, unas elecciones libres, honestas, transparentes y con todas las de ley efectuadas en este momento histórico de Nicaragua… ¡sí podrían producir cambios importantes en las estructuras económicas, políticas y sociales que mejoren en buena parte la vida de los nicaragüenses!

Ese comentario sobre las elecciones libres y democráticas como factor de cambio, o de inmovilidad, según las condiciones históricas de cada país, acaba de confirmarse con el triunfo electoral de Gabriel Boric Font, en Chile. Con Boric Font, en Chile se abrirá un proceso de cambios que podría culminar con la ruptura total de su vitrina neoliberal.

En estas diferencias entre las dos potencias, hay una ventaja para China…y para los chinos: su competición, en especial con los Estados Unidos, no la está haciendo trascender de lo económico comercial hacia las confrontaciones bélicas alrededor del mundo, como lo hace su rival, sino con la cooperación multilateral global.

Con mi opinión sobre las diferencias entre China y los Estados Unidos, no me defino en pro del partido único en Nicaragua. Cada país tiene sus propias realidades históricas, y solo un loco, un idiota o un reaccionario –que a veces se confunden—podría pensar que es posible trasladar la experiencia de un país a otro.  

Ya apenas me queda espacio…

Al margen de estas cuartillas

*En 1845 los Estados Unidos ya tenía conquistado su cetro imperial con la bomba atómica…

*China estaba liberándose de la ocupación japonesa…

*Luego, la guerra civil entre los comunistas de Mao Zedong y los nacionalistas de Chang Kai-Shek, quien, derrotado (1949) huyó hacia Taiwán…

*Con apoyo estadounidense, fundó la “República de China”, y “representante” de toda China entre los cinco miembros del Consejo de Seguridad de la ONU... 

 *Esa usurpación terminó, cuando reconocieron a la verdadera China (1972); fue el comienzo de la fuga de los aliados de Taiwán


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Onofre Guevara López

Onofre Guevara López

Fue líder sindical y periodista de oficio. Exmiembro del Partido Socialista Nicaragüense, y exdiputado ante la Asamblea Nacional. Escribió en los diarios Barricada y El Nuevo Diario. Autor de la columna de crítica satírica “Don Procopio y Doña Procopia”.

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