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Un conflicto histórico que dilucidar

Los dictadores tienen en nuestra Constitución Política a la primera acusadora de sus mentiras, antes que la OEA y el resto del mundo

Enrique Sáenz: La decisión es de los Gobiernos que votan los préstamos. ”El papel de Dante Mossi en BCIE es indecoroso”

Onofre Guevara López

23 de noviembre 2021

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Detrás de sus dispendiosos escenarios religiosos de diciembre, igual que sus escenarios políticos de todo el año, hay una frenética actividad de los dictadores tratando de las consecuencias de las sanciones emanadas con similar frenesí político desde Washington y Bruselas, sedes de la geopolítica neoimperial.

Los dictadores llevan quince años pretendiendo ocultar la cruel realidad político-social con sus floridos escenarios y su fantasiosa normalidad. Una ficción dentro de la cual el pueblo nicaragüense tiene anulados sus derechos a las movilizaciones públicas en contra de la dictadura que genera esta crisis.


Con los esfuerzos por coronar sus aspiraciones de libertad, el pueblo pasó a ser una especie de emparedado entre la opresión orteguista y la geopolítica de países con sistemas políticos opuestos, los que, de muchos modos, mediatiza y distorsiona nuestras aspiraciones.

La complejidad de esas contradicciones en que se debate nuestra situación en el mundo no se pueden dilucidar en un solo comentario periodístico, pero sí se puede aterrizar en las inmediatas consecuencias de estas contradicciones, de las cuales el pueblo de Nicaragua es víctima y protagonista a la vez.

Víctima de la dictadura, el pueblo protagoniza la lucha por su propia liberación, aunque, con tal desventaja de fuerzas ante la represión policiaca militar, que su lucha cívica no puede prescindir de la solidaridad internacional desde cualquier horizonte que aparezca.

La cuestión es saber qué clase de solidaridad se necesita, quiénes se la ofrecen, quiénes se la niegan y qué tipo de intereses persiguen los países líderes de las dos corrientes hegemónicas internacionales y los organismos que las representan.

II

Las argumentaciones con las cuales la dictadura pretende justificar sus facetas represivas y electoreras –tortura, cárcel, crímenes de lesa humanidad y fraudes—, tienen la finalidad de asentarse en el poder sin solución de continuidad. Una finalidad enmascarada con la supuesta defensa de la soberanía nacional, reclamando la no injerencia externa, la autodeterminación y la independencia, de todo lo cual se apropia pretendiendo ser la encarnación de la patria.

Con esa apropiación de la patria y de su Estado los dictadores excluyen al resto de la comunidad nacional; por ello, las sanciones que individualmente reciben junto a su séquito cívico-militar, no tienen por qué ser endosadas al pueblo nicaragüense.

La lucha popular en nuestro país es, precisamente, para de rescatar el derecho de soberanía, de autodeterminación, de independencia, de libertad y de los derechos del pueblo de manos de quienes se los han pillado todos durante demasiado tiempo.

Esos derechos birlados por la dictadura están estatuidos en la Constitución Política de la República desde 1987 y también en su artículo 46, refrendado por todas las reformas posteriores, incluso las que fueron encargadas por el dictador para reelegirse indefinidamente.

Si la comunidad internacional demanda y sanciona a la dictadura por la libertad de los presos políticos, los derechos humanos y democráticos es –en parte— porque los derechos establecidos en el artículo 46 de nuestra Constitución Política, no son impuestos desde el exterior; se trata de la Constitución Política redactada por la Asamblea Nacional con mayoría sandinista:

Artículo 46.-  En el territorio nacional toda persona goza de la protección estatal y del reconocimiento de los derechos inherentes a la persona humana, del irrestricto respeto, promoción y protección de los derechos humanos, y de la plena vigencia de los derechos consignados en la Declaración Universal de los Derechos Humanos; en la Declaración Americana de los Derechos del Hombre; en el Pacto Internacional de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales; y en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos de la Organización de las Naciones Unidas, y en la Convención Americana de los Derechos Humanos de la Organización de los Estados Americanos. (El subrayado es nuestro).

De modo que, cuando de las diferentes áreas geográficas y políticas del mundo se reclama a la dictadura el cese del estado policial y el respeto de los derechos humanos de los nicaragüenses, es porque son países también firmantes de esos pactos internacionales… ¡por lo cual es nuestra Constitución Política la que desmiente la acusación de la injerencia extranjera!

III

Los hechos que hacen nuestra realidad política y social, más nuestra máxima ley desmienten a los dictadores, y también desmienten a sus amigos políticos y gobernantes de quienes reciben su apoyo fundados en especulaciones político-ideológicas, y la mentira de que la dictadura es una revolución.

Nada de la solidaridad oficial rusa, venezolana, cubana, etcétera, se fundamenta sobre la realidad nicaragüense, sino ocultándola adrede. Estos políticos y gobernantes forman una parte de quienes nos tienen en la condición de pueblo-emparedado por la política internacional.

La otra parte –más grande y más activa la integran los políticos y gobernantes de los Estados Unidos, de la Unión Europea y de la mayoría de los miembros de la OEA.

Sin embargo, todos esos países –cualquiera sea su importancia e intereses geopolíticos— fundamentan sus acusaciones y reclamos a los dictadores en la defensa de los derechos humanos y políticos que acabamos de leer en el artículo 46 de nuestra Constitución Política.

De modo que los dictadores tienen en nuestra Constitución Política a la primera acusadora de sus mentiras, antes que la OEA y el resto del mundo. Pero para capearse del cumplimiento de pactos y convenios internacionales sobre el respeto a los derechos humanos tendrían que romper también el Pacto con las Naciones las Naciones Unidas y demás convenios internacionales.

IV

La solidaridad que recibe el pueblo de países neoliberales, no puede inducirnos a la ingenuidad política de pensar que detrás de la defensa de nuestros derechos, a sus Gobiernos no los mueven otros intereses. Este tema y la situación de pueblo-emparedado que tenemos, nos obliga a ser claros y honestos:

Todos los países mencionados arriba, no digo que son de izquierdas ni de derechas, porque –además de que tales adjetivos no son siempre son adecuados para unos ni para otros—, sus contradicciones van desde las rivalidades comerciales hasta los complejos conflictos políticos ideológicos referidos, por un lado, a mantener posiciones hegemónicas con reminiscencias coloniales y, por el otro lado, aunque en algunos haya aspiraciones similares, manejan la idea y pugnan por un nuevo esquema geopolítico internacional multilateral, contrario al esquema hegemónico tradicional de los grandes países capitalistas.

Ese es el fundamento de las contradicciones del mundo de hoy, que de otro modo lo fueron en el reciente ayer y lo será de mañana, sin saberse cómo ni cuándo terminarán. La hipocresía política no cabe en el mundo de hoy, universalmente globalizado igual que su información. Ningún político –o persona regularmente informada— puede alegar ignorancia, ni puede pasar como un ingenuo de esta realidad.

Todo nicaragüense debe ser consciente de que lo del pueblo-emparedado es solo un símil, y en la realidad debe actuar en consecuencia: nunca más permitir mordiscos políticos de nadie, para lo cual la vigilancia política es el arma indicada.

Al margen de estas cuartillas

*Todos los países, aparte de su sistema político, tienen en su interior contradicciones y conflictos económicos, políticos y sociales…

*La sociedad ideal no existe, no existió, ni muchas generaciones futuras la conocerán…

*Los opresores niegan esta realidad y su conducta política se vuelven irracionales como individuos y como líderes del sistema social que defienden…

*Las buenas ideas y los buenos sentimientos sirven para actuar en la vida personal, pero no determinan la conducta política de los Estados…

*Igual en la comunicación de las dos corrientes políticas en contradicciones no siempre son honestas con su clientela; su parcialidad los denuncia, cuando…

*Los medios de comunicación disfrazan, lo feo propio y sobre dimensionan lo feo ajeno…

*Ejemplo de malos ejemplos, vistos la semana anterior:

*1) El programa la Conexión Chile de la CNN, entrevistó a la doctora Vilma Núñez de Escorcia, sobre la situación de Nicaragua…

*La presentadora hizo una buena narración sobre el origen de la dictadura Ortega Murillo, y sus similitudes con la dictadura de los Somoza…

*Pero cuando llegó al origen de esa dictadura, puso reversa a la historia; ocultó al padrino estadounidense del fundador de la dinastía Somoza con su intervención armada sobre nuestro país…

*2) Lo obvio: de una isla solo se puede salir por avión, por barco o nadando…

*Pero Yunior García, en proceso de ser convertido en el “Guaidó cubano”, voló sobre un milagro…

*El lunes estaba “bloqueado”, no podía salir de su casa en La Habana… ¡pero el miércoles ya estaba dando conferencia en Madrid!

*3) *Para la información neoliberal, todo aliado es demócrata, aunque sea un matón…

*Para la información izquierdista todos los opositores somos “agentes del imperialismo”…

*3) TeleSUR y RT cuentan con exactitud hasta del último detalle de la vida, lucha y represión de los pueblos bajo gobiernos neoliberales…

*4) TeleSUR y RT solo tienen cámaras y micrófonos para los dictadores de Nicaragua…

*Pero los apagan para no reflejar la vida y la lucha del pueblo, y ocultar la represión de parte de los dictadores…

*En Nicaragua la dictadura de quince años se reeligió la cuarta vez con el 19% de los votos de su clientela cautiva…

*Pero las susodichas cadenas televisivas lo “vieron ganar” con el 75% porque lo dicen los dictadores…

Demasiado se nos olvida el cuidado que debemos tener para mentir y comer pescado.

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Onofre Guevara López

Onofre Guevara López

Fue líder sindical y periodista de oficio. Exmiembro del Partido Socialista Nicaragüense, y exdiputado ante la Asamblea Nacional. Escribió en los diarios Barricada y El Nuevo Diario. Autor de la columna de crítica satírica “Don Procopio y Doña Procopia”.

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