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Viendo un retrato de Dora María

El futuro que está en su cabeza no se rinde, aquí no se rinde nadie y sus ojos desafiantes en su rostro demacrado me lo dicen

Retrato hablado de la presa política Dora María Téllez. | Foto: Campaña Sé Humano

19 de julio 2022

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En la soledad de su celda Dora María tiene mucho que recordar y así sus horas interminables de aislamiento, silencio y oscuridad no sean vanas. O en lugar de la oscuridad, es el foco que arde toda la santa noche en el techo sobre su cabeza para que no pueda dormir en la plancha de cemento que tiene por cama. Sin papel para escribir, sin libros que leer, sin nadie con quien hablar, su memoria se convierte en un camino infinito que recorrer de ida y vuelta. Y hay tantos recodos en ese camino, tantos pasos andados, tanta vida vivida. La adolescente que dejó los estudios de medicina en León porque los niños desnutridos siempre estarían volviendo enfermos ya que el hambre era la causa de su mal, y mejor buscar como cortar de raíz quitando de por medio la causa, el régimen de opresión y oprobio de la familia Somoza, una muchacha guerrillera de rizos negros bajo la boina negra, que le cortaron para que pareciera un soldado de la EEBI cuando fue la número dos del comando que asaltó el Palacio Nacional, la muchacha que parecía que no daba órdenes ni quería darlas cuando encabezó las fuerzas guerrilleras que se tomaron la ciudad de León, pero todo el mundo la obedecía, hombres curtidos, malcriados, sin miedo a la muerte, que se cuadraban a su paso, el traje de fatiga que le quedaba como un uniforme de colegiala porque nunca dejó de tener cara de niña salvo cuando veo esa imagen digital que la retrata tal como parece ahora, sometida a los rigores del mal comer y del mal dormir en su celda de aislamiento, sacada para interrogatorios a la hora menos pensada, media noche o madrugada, pero veo sus ojos vivos y alertas y sé que su mente sigue trabajando por dentro, viendo hacia el pasado e imaginando el futuro, no es cierto que las tiranías se repitan para siempre, y en su cabeza busca un adversario que afirme semejante dislate para rebatirlo, dialéctica siempre la Dora, una palabra tras otra abriéndose al análisis, un pensamiento del que parte la reflexión y ya no se detiene. Y nos sentaremos frente a frente un día más temprano que tarde en el corredor de su casa en Ticuantepe, me recibirá con una risa frente a una broma mía y nos reiremos juntos de otra broma suya. Esta escena está en mi cabeza mientras escribo estas líneas desde mi soledad en Madrid y está en la suya en su celda en Managua mientras sigue ella pensando y sigue recordando que todo valió la pena, a pesar de todo, valió la pena, la vida, la juventud, la lucha, las marchas interminables en la montaña, la clandestinidad, el riesgo, la cárcel, valieron la pena porque el futuro que está en su cabeza no se rinde, aquí no se rinde nadie y sus ojos desafiantes en su rostro demacrado me lo dicen.

Madrid, 19 de julio de 2022

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Sergio Ramírez Mercado

Escritor, periodista, político y abogado nicaragüense, exiliado en España. Premio Alfaguara de Novela (1998). Presidente fundador del encuentro literario Centroamérica Cuenta (2012). Primer centroamericano en ganar el Premio Cervantes (2017). Medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes de Madrid (2021). Fue vicepresidente de Nicaragua de 1985 a 1990.

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