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Luis Carrión y Mónica Baltodano: “El gran desgaste del FSLN el 19 de julio, Ortega caerá como Somoza”

La resistencia cívica, la crisis social, los servidores públicos y el rechazo a la "sucesión" de Rosario Murillo

Vista de un comercio de venta de camisetas con la imagen del presidente Daniel Ortega, en Managua. Foto: Efe/Jorge Torres

Carlos F. Chamorro

19 de julio 2022

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La dictadura de Daniel Ortega celebrará hoy, por tercer año consecutivo, el aniversario del derrocamiento de la dictadura dinástica de los Somoza con una puesta en escena partidaria en cadena nacional de radio y televisión, con una coreografía de unos mil invitados, sin atreverse a convocar a un acto de masas en la Plaza de la Fe como era su tradición, antes del estallido social de 2018.

Para Luis Carrión Cruz, dirigente de Unión Democrática Renovadora (Unamos, antiguo MRS), uno de los históricos comandantes de la revolución del FSLN que lideraron el derrocamiento de Somoza hace 43 años, el abandono de la plaza es un confirmación del “desgaste político del FSLN y de Ortega, que no tiene confianza en su capacidad de convocar políticamente a una multitud”.


Por su parte, la comandante guerrillera Mónica Baltodano, también disidente de la deriva totalitaria de Ortega y exiliada en Costa Rica como Carrión, considera que “Ortega y el FSLN cada día pierden más ese respaldo y por eso esta dictadura va a caer, como cayó también la de Somoza”.

En una entrevista con CONFIDENCIAL y Esta Semana, realizada en la víspera del 19 de julio, Baltodano y Carrión coinciden en que la salida política democrática a la crisis de la dictadura Ortega Murillo demanda recuperar la capacidad de organización en los territorios.

Daniel Ortega ejerce hoy un poder absoluto en Nicaragua y está empeñado en imponer un régimen totalitario. ¿Qué nivel de apoyo tiene en el propio Frente Sandinista, en sus bases sociales y económicas y en el Gobierno, este proyecto totalitario?

Mónica Baltodano- El 19 de julio de 1979 fue un día de consenso nacional, todo el país celebró el fin de la dictadura dinástica de Anastasio Somoza; y aunque esta celebración ha sido secuestrada desde hace varios años como un acto para rendir culto a la persona de Daniel Ortega, alguna vez la historia recuperará y ubicará en su justa dimensión esta gesta.

A 43 años, el respaldo del Frente Sandinista, y en particular Daniel Ortega, ha quedado casi pulverizado, no solo dentro del pueblo nicaragüense sino también dentro de las bases del Frente Sandinista, dentro de las bases históricas, donde muchos hemos denunciado la deriva dictatorial. Ese poder concentrado que ha sometido a todas las instituciones, al Ejército y al país entero; y la mayoría de la gente, aún aquellos empleados públicos y hasta funcionarios históricos del Frente Sandinista lo respaldan con una gran reserva, es decir, lo respaldan en público, pero al interior no están de acuerdo con lo que está pasando. Dependen económicamente de él para llevar el sustento a su familia, para tener trabajo, pero no lo respaldan en sus acciones, porque como hemos visto, cada día asumen posturas más radicales, posturas absolutamente demenciales, como lo que pasó con las monjitas.

Yo creo que cada día pierde más ese respaldo y por eso esta dictadura va a caer, como cayó también la de Somoza.

Este 19 de julio, igual que el año pasado, no se ha convocado a un acto de masas en la plaza, sino a una reunión con invitados imponiendo una cadena nacional de radio de televisión. ¿Por qué no hay una convocatoria masiva si tienen todo el poder para acarrear a sus simpatizantes y a sus partidarios?

Luis Carrión- Daniel Ortega reconoce que su poder, aunque aparentemente monolítico, ha sufrido un gran desgaste político. Ya no puede,  si no es totalmente por la fuerza, convocar esas grandes manifestaciones que en algún tiempo se realizaban para celebrar el 19 de julio.  Ortega entonces necesita escenarios totalmente controlados, con pequeños grupos de gente que aplaudan según guion, y evitarse el riesgo de hacer una convocatoria y que esta sea rala, débil y poco entusiasta como sería llevando a gente por la fuerza, y llevándolos comprados, pero sin ninguna convicción para celebrar este día. Entonces, yo creo que esa es la razón, no tiene confianza en su capacidad de convocar políticamente a una multitud suficientemente grande.

Hay corrientes dentro del Frente Sandinista, esta pugna que se expresó públicamente entre los históricos y Rosario Murillo, o Rosario Murillo y los históricos. ¿Cuál ha sido el desenlace?

MB- A pesar de que “el Chino Enoc” era un combatiente que reconoció públicamente que había sido parte de los grupos paramilitares, ahora está en prisión, no por haber disparado contra el pueblo y contra los estudiantes, sino por haberse opuesto públicamente a las políticas de Rosario Murillo y haber expresado una fisura que existe actualmente dentro del Frente Sandinista entre quienes no comparten el liderazgo y el rol que juega Rosario Murillo, que es un liderazgo autoritario vertical y absolutamente antidemocrático.

Lo que ocurre es que la cohesión que se produce cuando hay poder y hay reparto de migajas, y hay reparto de privilegios, es bastante fuerte. Las fisuras se van a manifestar en el momento en el que el pueblo pueda movilizarse, pueda expresarse. No necesariamente me refiero a ir a las calles, sino que tenga la capacidad de expresarse y coincida esa movilización popular con los desprendimientos masivos que se van a producir por las divisiones internas que ya hay dentro del Frente Sandinista. Y eso ha pasado no solamente con la dictadura de los Somoza, sino con regímenes autoritarios en todo el mundo que se desmoronan al calor de la movilización y de las respuestas populares, que en algún momento en nuestro país van a ocurrir así como ocurrió en abril del 2018.

La “sucesión de Rosario Murillo”

Pero, en este momento pareciera que el régimen demuestra capacidad de mantener activa la represión, imponer una suerte de estabilidad autoritaria. ¿Dónde se ubican en este esquema, los empleados públicos, que no son paramilitares Unos  dicen, estoy defendiendo un trabajo; otros dicen, estamos secuestrados; y otros defienden al régimen de Ortega, y la mayoría se queja de que están bajo vigilancia política.

LC- Esas tres circunstancias que se esgrimen para justificar la participación dentro del Estado, son legítimas, reales; o sea, hay quienes lo apoyan, hay gente que se siente atemorizada, y hay gente que está defendiendo un trabajo. Pero, yo no tengo ninguna duda de que lo que están por algún tipo de convicción o por algún tipo de interés material, más allá del salario, la posición en ciertos niveles del Estado les da la oportunidad de recibir prebendas, o de aprovecharse de los procesos de corrupción que se han extendido y se han generalizado, son una minoría. La mayoría de los empleados públicos, yo estoy convencido, y es lo que se observa, están ahí: uno, por temor, y dos, porque no tienen opciones. En Nicaragua, si vos perdés ese trabajo, la gente no tiene, prácticamente, opciones, como lo demuestra la migración masiva, masiva como nunca, de nicaragüenses hacia Costa Rica, hacia los Estados Unidos y hacia otros países. La gente no tiene esperanza, no tiene opciones de mejorar su vida y a eso le teme muchísimo la gente que está en el Estado.

Entonces, el Estado no es monolítico y por eso es que tienen vigilancia permanente, incluso sobre su propia gente. O sea, una dictadura como esta, de vocación totalitaria y dinástica, necesita aplicar las mismas medidas de control, que le aplica a la población, a sus propias filas, como lo hemos visto claramente, hasta llegar a la represión, la amenaza y la cárcel, como en este caso, del “Chino Enoc”.

Hace cuatro años el Frente Sandinista, con la Policía y los paramilitares, desató una represión sangrienta con la “Operación Limpieza” en Managua, en Masaya, en Carazo principalmente, y en otras partes del país; de hecho, este 19 de julio están celebrando un aniversario de esa represión. ¿Qué impacto tiene eso en las bases del Frente Sandinista?

MB- Uno de los factores que contribuyó más a la pérdida de respaldo interno y a la pérdida de respaldo nacional fue la brutal represión desatada hace cuatro años, no solamente está demostrado en todos los presos y presas que, provenientes de las filas, estuvieron y están actualmente en la cárcel: como Dora María Téllez, como Ana Margarita; pero, también como Harry Chávez, como Irving Larios. Hay un claro repudio a la dictadura. Y que hagan estas celebraciones sobre estas matanzas, confluyan a la vez con la celebraciones de hace 43 años verdaderamente es atroz, vergonzoso, y yo creo que no contribuye a cohesionar; todo lo contrario, contribuye a demostrar el espíritu mafioso mentiroso. El afán de construir un relato dictatorial, como hacen todos los dictadores, el relato alrededor de un intento de golpe de Estado, y justificar las matanzas.

De manera que más bien demuestra, que los nicaragüenses, como dijo alguna vez Pedro Joaquín (Chamorro), —nos hemos quedado sin patria—, porque decía él, —mi patria es la libertad—; y cuando no hay libertades de movilización, cuando no hay libertades para protestar, cuando no hay libertad de expresión y de prensa, los nicaragüenses estamos literalmente sin patria.

Y estas conmemoraciones atroces, de crímenes que se cometieron en todos estos lugares donde la donde se realizaron las típicas operaciones limpiezas, muy parecidas a las que realizó Somoza en 1978, es una perversión de la historia, y es una perversión de los símbolos y de las fechas.

¿Cuál es el futuro del FSLN con Daniel Ortega y Rosario Murillo, o incluso, eventualmente sin Daniel Ortega? Rosario Murillo está colocada en la línea de sucesión constitucional, como vicepresidente. ¿Tiene un liderazgo propio para encabezar una dinastía, sin Daniel Ortega?

LC- Yo creo que el control que tiene la familia Ortega Murillo del Frente Sandinista, y el ejercicio totalitario del poder, que está en proceso aún de consolidación, van a llevar al Frente Sandinista al desastre, a lo que queda del Frente Sandinista, porque como decía Mónica, el Frente Sandinista está sumamente disminuido, y en gran medida es la expresión de alianzas mafiosas entre grupos de poder y grupos económicos que giran alrededor de Daniel Ortega.

Rosario Murillo no tiene la misma capacidad de convocar y de reunir a esos grupos, e indudablemente, aunque ella tiene un grado muy importante de control sobre las estructuras del Estado y los pequeños grupos que forman el Frente Sandinista, no tiene el reconocimiento y el liderazgo histórico, que de alguna manera Daniel Ortega representa.

En una circunstancia que Rosario Murillo sustituya a Daniel Ortega al frente del Gobierno y del Frente Sandinista, una serie de tensiones y contradicciones que están ahí, que están soterradas, que están controladas por Ortega, van a comenzar a salir a flote. O sea, Rosario Murillo no tendría un Gobierno tan fácil, y por el contrario, profundizaría las contradicciones, porque Rosario Murillo es una mujer profundamente vengativa, y no solo con sus adversarios políticos, sino con cualquiera que discrepe, disienta o la contradiga dentro de las propias filas del Frente Sandinista. Entonces habría un debilitamiento, de la de la unidad, de la cohesión, aún de estos grupos mafiosos que sostienen el poder de Ortega.

¿Dónde se ubica el papel del Ejército de Nicaragua en esta crisis, o en estas tensiones, en el intento de consolidación de un régimen totalitario? Y no estoy hablando del general Avilés o de la cúpula del Ejército, sino ¿existe alguna reserva institucional, en esta institución, frente al futuro de este intento de perpetuar una dinastía?

MB- Yo creo que existen reservas de patriotismo dentro de las filas del Ejército, y lo digo porque algunos altos oficiales han manifestado su descontento con el estado de cosas; pero también, no han compartido, por ejemplo, lo que pasó con Hugo Torres, con la cobardía del Ejército que no le rindió los honores adecuados cuando murió en la cárcel de Ortega.

Pero también, pero hay que reconocer que hasta el día de hoy a través de Avilés, Ortega ha logrado controlar el Ejército, y lo hace de la misma manera que con el resto del FSLN, trafican con las necesidades del pueblo, y también consolidan su poder o su capacidad de someterlo sobre la base de los privilegios, de permitirles los grandes negocios, grandes oportunidades para enriquecerse.

También creo yo, que el Ejército, y no solo el Ejército, sino también la Policía, han sido pervertidos; pero creo que todavía hay elementos, dentro del Ejército, que pueden reaccionar. Ortega ha construido el caudillismo durante los 43 años, le tocó jugar ese rol y eso contribuyó a ser el elemento que todavía consiste alguna cohesión en el Frente, y una subordinación de estas instituciones. Pero nadie se le subordinaría de esa misma manera dentro del Ejército y dentro de la Policía, a Rosario Murillo. Entonces yo creo que ahí hay una reserva, que hay que seguir esperando que en un futuro pueda reaccionar, como ha pasado, insisto, en otros procesos históricos, y en el mismo proceso de la dictadura de Somoza donde se produjeron fisuras importantes que contribuyeron a su derrumbe también.

La salida democrática

A diferencia de ese proceso contra la dictadura de Somoza, que fue un proceso nacional, político, masivo, pero también insurreccional, con un componente de la lucha armada. Hoy hay un consenso en Nicaragua en la búsqueda de una salida política, cívica. ¿Qué espacio hay de resistencia cívica hoy en Nicaragua, bajo el estado policial?, ¿o la oposición tiene expectativas en que la presión externa puede producir un cambio político democrático?

LC- En este momento no existen posibilidades de que los sectores antiorteguistas y prodemocracia se puedan manifestar, y ese es el propósito de todas las medidas que Ortega ha estado tomando. Su represión, su encarcelamiento, las amenazas están dirigidas a intimidar, y no a unos cuantos, están dirigidas a intimidar a cualquiera, porque cualquiera, aunque no haya tenido mayor participación en la lucha de abril del 2018 o posteriores, puede ir a la cárcel. Y  hemos visto casos de gente que va a la cárcel y no sabe a veces ni por qué, o no los dejan salir del país, o los reprimen de cualquier forma.

Los procesos sociales son cíclicos. Tuvimos una oleada de lucha popular en los años recién pasados, y ahora hay un retroceso producto de la brutal represión. Estas olas van a regresar. ¿Cuándo? Es difícil decirlo, pero la dictadura en la situación de aislamiento político interno, internacional, en que se encuentra va a ir gradualmente perdiendo la capacidad de mantener el control sobre el país y sobre la gente; las sanciones externas son importantes, juegan un papel, pero debieran de estar enmarcadas en una estrategia más integral, política y diplomática, no solo las sanciones como una especie de castigo, sino como parte de una estrategia dirigida a debilitar la cohesión del régimen y dar los espacios necesarios para que ese resentimiento, ese rechazo generalizado que hay al régimen, pero que está aplastado y que está imposibilitado de manifestarse, vaya encontrando los espacios necesarios para acelerar el desgaste de la dictadura, su proceso de deterioro lo va a conducir a un cambio democrático, tal vez más gradual,  tal vez más rápido, pero inevitable.

Mientras tanto, ¿puede perpetuarse el régimen en el poder? ¿Cuáles son sus fortalezas y su principal debilidad?

MB-  La principal fortaleza sigue descansando en la represión, en la cárcel, en el exilio de muchos de nosotros, y entonces es una fortaleza pírrica, porque descansa en las armas, en la Policía y en las armas del Ejército. La historia muestra de que cuando perdés pueblo, cuando perdés consenso nacional, al final la gente se termina manifestando.

Ahora la gente ha escogido el camino de la lucha cívica. Yo creo que está pendiente la tarea de articularnos, de conseguir consenso en algunas acciones de las distintas fuerzas, de establecer algunos puentes que tienen que estar basados en la acción concreta; y a mi juicio, con el accionar de la gente que está en el territorio. La capacidad de ponernos de acuerdo para una estrategia en relación a los presos y a las presas que están detenidos en todas las cárceles de Nicaragua; tenemos que tener capacidad de diseñar conjuntamente estrategias y campañas activas en las que se combinen las acciones internas, pero también la acción de las fuerzas internacionales.

La verdad es que el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, los organismos financieros como el BCIE, siguen respaldando a Ortega. Entonces la acción internacional está sumamente débil. Debemos apostar a la consigna de que —solo el pueblo salva al pueblo—, y fortalecer nuestra organización territorial, cada una de las fuerzas, aunque sea en forma separada, pero ser capaces de construir puentes de articulación para la realización de acciones de resistencia.

Y el eje más débil que tiene la dictadura es su incapacidad de dar respuesta a las grandes necesidades de la población. La enorme migración, los muertos en el Río Bravo, la migración hacia otros países de Centroamérica, buscando la vida, indican que no hay respuesta a las enormes dificultades económicas que está pasando la gente; hay problemas en el salario; hay inflación; hay evidente corrupción en el manejo del petróleo y del combustible.

Esa es la principal debilidad y es uno de los elementos clave que va a incidir para las explosiones que, seguramente, ocurrirán en el futuro y que, ojalá esta vez, nos encuentre más organizados, más articulados, para que sea realmente la oportunidad para acabar con la dictadura y para iniciar un camino de construcción democrática y en libertad en nuestro país.

LC- Es importante que las organizaciones que tienen alguna base en Nicaragua trabajen seriamente para consolidarse, para fortalecerse, y eso es lo que va a permitir en un futuro cercano que estas fuerzas se vayan articulando no necesariamente en un solo (bolsón) pero sí dentro de una misma visión, dentro de un mismo objetivo político y estrategia y de una lógica que sea inclusiva, porque la exclusión va a llevar a futuras crisis, si no se resuelve.

Entonces, eso es lo que tiene que permitir que las fuerzas se articulen y que actúen de manera coherente, algunas a lo mejor se pueden más adelante fusionar, o tal vez no. Pero eso no es lo indispensable. Lo indispensable es la acción colectiva, compartida, que puedan constituirse en una alternativa de poder frente al régimen.

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Carlos F. Chamorro

Carlos F. Chamorro

Periodista nicaragüense, exiliado en Costa Rica. Fundador y director de Confidencial y Esta Semana. Miembro del Consejo Rector de la Fundación Gabo. Ha sido Knight Fellow en la Universidad de Stanford (1997-1998) y profesor visitante en la Maestría de Periodismo de la Universidad de Berkeley, California (1998-1999). En mayo 2009, obtuvo el Premio a la Libertad de Expresión en Iberoamérica, de Casa América Cataluña (España). En octubre de 2010 recibió el Premio Maria Moors Cabot de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia en Nueva York. En 2021 obtuvo el Premio Ortega y Gasset por su trayectoria periodística.

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