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Triunfo de oposición en Honduras no tendría cambio radical con Ortega

Crisis de Nicaragua en campaña electoral, donde 13 candidatos se disputan presidencia. Partidos Nacional, Liberal y Libre van en la delantera

Una mujer camina por un puente peatonal donde han instalado propaganda política. Foto: EFE | Confidencial

Redacción Confidencial

25 de noviembre 2021

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Las excelentes relaciones entre el presidente saliente hondureño Juan Orlando Hernández (JOH) y el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo, colocan al proceso electoral de este 28 de noviembre en el país catracho cómo un evento clave para determinar el balance geopolítico en la conexión de Honduras con la crisis sociopolítica y de derechos humanos que vive Nicaragua.

Las tres principales fuerzas políticas que se disputan la presidencia de Honduras son el Partido Nacional, el Partido Liberal y el Partido Libertad y Refundación (Libre), en un proceso que lleva 13 candidatos presidenciales.


De acuerdo a las firmas encuestadoras, son los representantes de estas tres fuerzas políticas los que tienen la mayor probabilidad de alcanzar el triunfo el domingo próximo.

Xiomara Castro de Zelaya, esposa del derrocado expresidente Manuel Zelaya, encabeza al Partido Libre y busca hacer historia al convertirse en la primera mujer presidenta de Honduras; el alcalde de Tegucigalpa, Nasry Asfura, es el aspirante del oficialismo y va segundo en la intención de voto, mientras que Yani Rosenthal, por el Partido Liberal, marcha como la tercera fuerza política en los sondeos.

Castro de Zelaya logró asumir la primera posición en las encuestas luego que el Partido Libre y Unión Nacional Opositora de Honduras (UNOH), conformada por el Partido Salvador de Honduras y el Partido Innovación y Unidad, se aliaron en octubre, para enfrentar al candidato oficialista del Partido Nacional.

La candidata presidencial hondureña Xiomara Castro, del Partido Libertad y Refundación (Libre). Foto: EFE | Confidencial

El esposo de Castro, el expresidente Manuel Zelaya, es una conocida figura de la izquierda hondureña y durante su gestión fue un aliado político incondicional de Daniel Ortega, antes de que fuese derrocado por un golpe de Estado en 2009.

“El proceso electoral cobró un impulso a raíz de la unión entre el Partido Refundación de Honduras y el partido Salvador de Honduras. En estas elecciones no había certeza sobre si ganaba el Partido Nacional o el Partido Refundación, pero la Alianza entre  (el partido) Libre y el Partido Salvador de Honduras ha venido a mandar a un segundo lugar al Partido Nacional y hemos visto que la reacción del partido ha sido muy violenta en su campaña”, explicó Julieta Castellanos Ruiz, socióloga y académica hondureña y quien fue rectora entre 2009 y 2017 de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras.

Oficialismo acusa a sus adversarios de ser como Nicaragua

Precisamente la reacción del oficialismo ha sido tan desesperada que incluso uno de sus principales ejes de la campaña electoral del Partido Nacional ha sido desenterrar las buenas relaciones entre Manuel Zelaya y el orteguismo, para precisamente señalar que un eventual triunfo de la señora Castro de Zelaya enrumbaría a Honduras a condiciones políticas y sociales como las que vive Nicaragua bajo el yugo del régimen de Ortega y Murillo.

Luego que Zelaya fue derrocado por un golpe de Estado organizado por las fuerzas militares hondureñas y expulsado del país, fue acogido por Ortega en Nicaragua. Zelaya usó entonces al país como base para iniciar su demanda política de reintegro en el poder. Esta situación provocó la suspensión de Honduras en la Organización de Estados Americanos (OEA) debido a la ruptura del orden democrático en el país.

Sin embargo, que el Partido Nacional use la relación entre Zelaya y Ortega como un eje de ataque en contra de la candidatura de Xiomara Castro es visto por los analistas como una clara contradicción política, tomando en cuenta que JOH y Ortega mantuvieron una cordial alianza política que se trasladó incluso a foros diplomáticos regionales como la misma OEA.

“Es una contradicción porque la campaña del Partido Nacional exhibe a Nicaragua, Venezuela y Cuba como dictaduras de izquierda, regímenes autoritarios, gobiernos criminales.  La gente está confundida, porque el Gobierno (de JOH) firma un acuerdo con Nicaragua, aparecen los presidentes dándose la mano, pero la campaña del Partido Nacional es bastante hostil con el régimen nicaragüense, tratando de decir: ‘no voten por una candidata que se parece Ortega o por un partido parecido al FMLN. No vote por una candidata que puede llevar a Honduras a lo que es Venezuela, Cuba o Nicaragua”, explicó Castellanos.

La firma a la que se refiere Castellanos es al acuerdo transfronterizo firmado por JOH y Ortega el 27 de octubre, evento para el cual el mandatario hondureño visitó Nicaragua.

El candidato presidencial del Partido Nacional de Honduras, Nasri Asfura, realiza su cierre de campaña en la ciudad de Lempira. Foto: EFE | Confidencial

El acuerdo, firmado en un acto que se llevó a cabo en la Casa de Gobierno, que el régimen bautizó como Casa de los Pueblos, se denomina: Tratado entre Nicaragua y Honduras en el Mar Caribe y aguas afueras en el Golfo de Fonseca, y establece las delimitaciones fronterizas en mar y tierra establecidas por la Corte Internacional de Justicia de La Haya, y abriría las puertas para una eventual explotación conjunta de los recursos de la zona.

Entre las lecturas que se hicieron de la firma de este tratado, está la referida a que el mismo también implicó para JOH negociar con Ortega la posibilidad de que Nicaragua lo acoja en caso de ser cercado por las investigaciones de la justicia de Estados Unidos por supuestos vínculos con el narcotráfico.

Este refugio sería bajo condiciones similares a las que se encuentran en el país los expresidentes salvadoreños Mauricio Funes y Salvador Sánchez Cerén, quienes igualmente enfrentan procesos en El Salvador por supuestos actos de corrupción.

Libre toma distancia de la crisis nicaragüense

Xiomara Castro de Zelaya ha respondido la campaña del Partido Nacional manteniendo una prudente distancia política de lo que acontece en Nicaragua, sin pronunciarse a favor o en contra de los acontecimientos ocurridos en el país, principalmente las votaciones de este 7 de noviembre, en las cuales Ortega se asignó la victoria electoral en un proceso sin competencia política y transparencia.

Sin embargo, esto ha provocado que se alcen ciertas voces contradictorias sobre la postura de Castro de Zelaya y el partido Libre en relación a la farsa electoral de Nicaragua, incluso a lo interno de sus propias fuerzas políticas.

Una de las principales figuras de esa tendencia es el diputado Jorge Calix, quien busca reelegirse en su curul y es el actual jefe de bancada del Partido Refundación.

“Es deplorable celebrar un proceso electoral con todos los oponentes encarcelados, eso no es democracia, lo critico aquí –Honduras–, entonces lo tengo que criticar en otro país”, manifestó el congresista en unas declaraciones brindadas a Radio América de Honduras, dos días después del proceso de votaciones en Nicaragua.

Triunfo opositor no traería cambios radicales con Nicaragua

Sin embargo, la tendencia de Calix no es la mayoría entre el Partido Refundación y algunos analistas señalan que una eventual victoria de Castro no implicaría un cambio de rumbo radical en la política exterior de Tegucigalpa hacia Nicaragua.

“Yo no creo que se vaya a modificar sustancialmente la relación entre Nicaragua y Honduras con un eventual triunfo de la oposición. El Partido Libre ha tenido una relación demasiado tolerante, de discreto silencio, ante las arbitrariedades del régimen sandinista”, opinó por su parte Víctor Meza, exministro de Interior y director del Centro de Documentación de Honduras (CEDOH).

En una de las últimas decisiones de JOH en política exterior, Honduras se abstuvo en la resolución de la Asamblea General de Cancilleres de la OEA del 12 de noviembre, en la cual 25 países votaron a favor de declarar que “las elecciones del 7 de noviembre no fueron libres, justas ni transparentes y no tienen legitimidad democrática”, en referencia al proceso de votaciones en Nicaragua.

“Un triunfo de la oposición lo que podría implicar, más que un cambio radical en la postura con Nicaragua, es un cambio de estilo. Un cambio de relacionamiento público, eso sí lo creo”, opinó Meza.

“Si las próximas votaciones sobre la crisis de Nicaragua en la OEA se dan antes del 27 de enero, que es la toma de posesión en Honduras, no creo que se dé un cambio. Es más, es posible que Honduras pase de la abstención, al rechazo a la condena. Pero si le tocara ver esto a un eventual nuevo Gobierno, la votación podría modificarse, pero en dependencia del nuevo tipo de política exterior que traiga el Gobierno entrante”, añadió.

Meza: no hay punto de comparación con Nicaragua

El 30 de noviembre, un día después de los comicios hondureños, está previsto que el Consejo Permanente de la OEA realice una “apreciación colectiva” de la situación de Nicaragua, de conformidad con la Carta de la OEA y la Carta Democrática Interamericana.

Ambos planteamientos forman parte de los procedimientos establecidos en la Carta Democrática Interamericana para la suspensión de un Estado miembro tras demostrarse que se rompió el orden democrático en el mismo, proceso similar al que vivió Honduras en 2009, a raíz del golpe de Estado contra Manuel Zelaya.

Meza señaló en relación a este precedente,  que pese a las irregularidades y problemas que enfrenta el proceso electoral de Honduras a pocos días de su desenlace, no tiene, desde su punto de vista, un punto de comparación con lo ocurrido el 7 de noviembre en Nicaragua.

“Son procesos electorales radicalmente diferentes. Mientras en Honduras es casi seguro que la oposición puede ganar las elecciones, porque se han logrado reducir en gran medida las posibilidades de fraude, en Nicaragua eso era imposible porque no hay competencia política. Un país que tiene a los opositores tras las rejas, no puede garantizar un proceso electoral creíble y confiable que genere legitimidad política”, finalizó Meza.


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