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"Encontramos a Lucía angustiada", denuncia hermana de periodista

Hermana de la periodista Lucía Pineda Ubau narra las malas condiciones en las que se encuentra en la cárcel.

Lizbeth Pérez junto a Lucía Pineda, en una captura de pantalla del video filmado por los eurodiputados en una visita a El Chipote. // Foto: Reproducción

Colaboración Confidencial

Karen Pineda Ubau

17 de abril 2019

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Hoy visité por primera vez a mí hermana, Lucía Pineda Ubau, en la prisión en el Centro Penitenciario La Esperanza, en Tipitapa. Sentía muchas ganas de verla, pero tenía temores de lo que sentiría al verla. Titubié días antes y decliné. Me negué a visitarla ya que pensaba que no lo soportaría, que me quebrantaría y la haría sentir mal a ella y sufriría aún más de lo que ha sufrido Lucí estos 116 días.

Llegamos puntuales, a las ocho de la mañana, según el horario establecido para hoy, de 8:00 a.m. a 11:00 p.m. Inicialmente fuimos sometidos a todo un protocolo de admisión de visitas: primero elaboran un carné a cada visitante, hacen consultas a Gobernación, verifican si en realidad uno es familiar o no, te ingresan a una habitación privada de requisa donde te quitás los zapatos y de pies a cabeza te escanean sin escáner. Después de cuarenta minutos o más de este protocolo, nos llevaron escoltados a un salón de visitas, me llené de nervios por  tanto hermetismo y porque desde hace un año no la veo, debido al temor de ella de que visitáramos Nicaragua, y verla nuevamente en circunstancias totalmente adversas, arbitrarias y acusada de cosas totalmente infundadas y descabelladas.


Mientras mi madre, mi primo Noé y yo esperábamos impacientemente, pude observar dentro de la prisión que existe toda una organización de prisioneras en actividades de limpieza de celdas, pabellones y demás áreas del penal. Me asomé por un ventanal y pude ver a otros familiares visitando a reas en un ambiente de tristeza, tensión e incertidumbre al igual que nosotros.

Por fin, pasada casi media hora vi venir a mí querida hermana por un pabellón, yo ya ni sabía cómo reaccionar para no afectar más el estado emocional de ella, fue muy duro e impresionante verla venir escoltada por más de seis oficiales del Centro Penitenciario, resguardada y custodiada como que fuera la peor criminal de la historia del narcotráfico o terrorismo. Y se me vino a la mente la imagen de cuando capturaron a Pablo Escobar en Colombia, no supe si reír o llorar, pues me daba mucha alegría verla y tristeza a la vez. Un ridículo completo, todo un espectáculo arbitrario. Lloré y la abracé fuerte muy fuerte y las tres horas de la visita estuvo custodiada sin ninguna privacidad.

Encontramos a Lucía sin ánimo, desganada de consumir alimentos, sensible, angustiada de tanta soledad, sometida a un aislamiento 24/7 donde no se le permite un libro, salir al patio, recrearse, respirar aire puro, asistir a talleres de terapia ocupacional, congregarse a misa o culto. Nos manifestó su depresión, que quiere leer noticias, leer algún libro, escribir, que necesita compañía, hablar con alguien, compartir con las otras prisioneras, petición a la que hizo caso omiso el penal. Está en una celda de dimensiones limitadas, sofocante, sin ventilación ni ingreso de aire natural. Ha sentido desesperación, desorientación y en ocasiones aturdimiento, pero siempre está en oración eso la fortalece día a día.

Lucí está pálida, débil, hablando con una voz muy baja y pensativa. Nos dijo que agradece a todas las personas que aunque no la conocen oran por ella, nos preguntó por muchas personas que en algún momento estuvieron en su vida y hoy, hablando bíblicamente, como Pedro negó conocer a Jesucristo, esas supuestas amistades también niegan que algún día tuvieron amistad o relación con ella. Agradece a sus verdaderas amistades por estar pendientes de su situación, por las maravillosas cartas que ha recibido y alimentos que le mandan, agradecida con los medios nacionales e internacionales que están pendientes de su caso. Lucía nos manifestó que a pesar de los atropellos que ha sufrido está más fuerte que nunca, más fortalecida y esperanzada de una nueva Nicaragua. Que a pesar de que su salud y aspecto han desmejorado notoriamente, ella sigue orando como lo siempre lo ha hecho, con o sin adversidades, orando por los nicaragüenses, orando hasta por el Gobierno de turno para que reflexione de su accionar que día a día llevaran a Nicaragua por el camino de la miseria y desesperanza.

Estoy orgullosa de mi hermana, una mujer de fe inquebrantable, dejándome su determinación, su  fuerza, muchas enseñanzas de paciencia, lucha, perseverancia, dignidad. Enseñándome que la paciencia es el arte de tener y no perder la esperanza, que si en el mundo solamente hubiese alegría, el ser humano no podría aprender a ser valiente y paciente y que cada uno de nosotros debemos de adquirir una fe firme y verdadera.

Te amo hermana. DIOS CON NOSOTROS

* Carta de la hermana de la periodista nicaragüense publicada el 16 de abril tras visitarla en la prisión.


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