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María Luisa Abarca: "La moral de los presos está en alto"

“Me dicen que me liberan, pero que no es momento para manifestarse mientras el país este inestable”, escribió Abarca en su cuenta de Facebook

La Policía mantiene presencia en puntos estratégicos de Managua. Foto: EFE

Redacción Confidencial

6 de febrero 2019

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La abogada María Luisa Abarca fue liberada el 31 de enero después de permanecer en las celdas de la Dirección de Auxilio Judicial durante 72 horas. Abarca fue capturada ilegalmente el 28 del mismo mes, luego de realizar una protesta “exprés” en el sector del hospital Monte España.

Relató en un post en su cuenta de Facebook que los agentes policiales la trasladaron a “El Chipote”, donde la interrogaron varias veces y le obligaron a quitarse la ropa y hacer sentadillas. También escribió sobre el apoyo que recibió de algunas presas políticas y aseguró que su integridad física estaba intacta.

María Luisa Abarca en un cartel que circuló para exigir su liberación. Cortesía


“Primero quiero agradecer a todos sus buenas vibras y deseos, por estar pendientes, por todo ese amor que sentí me llegaba y que fue lo que impidió que me derrumbase, en especial aquellos que se mantuvieron al pie del cañón con sus publicaciones acerca de la detención ilegal de la que fui víctima el día lunes 28 de enero, a mi familia y amigos más cercanos que se quebraban la cabeza de cómo proceder en pos de mi liberación y bienestar”, escribió la abogada en Facebook.

Abarca dijo que salió a la calle a expresar su inconformidad por “ciertas medidas que se estaban analizando y tomando en el contexto de un estado policial” y que en su opinión no benefician en nada a la sociedad. Ese día salió de su casa rumbo a un punto que no estuviese lleno de policías pero que fuese lo suficientemente concurrido para exponer su opinión.

“Llegué a la zona entre Invercasa y el hospital Monte España y empecé a hacer mi cartel el cual decía textualmente: ‘No pienso pagar por los desmanes de este ni otro gobierno. No a la reforma fiscal y del INSS’. Una chavala que pasaba se interesó e hizo otro rótulo. Ambas nos pusimos paralelas de los lados de la calle y procedimos a iniciar el plantón. Algunos pitaban, tomaron fotos, un taxista pasó tres veces gritándome: ‘te vas a quemar puta’. Nosotras manteniendo nuestra posición y vigilando al mismo tiempo”, explicó Abarca.

Alrededor de las cinco de la tarde, desde Villa Fontana, una patrulla llena de policías se aproximó al punto en el que las dos mujeres realizaban la protesta. La joven que decidió acompañar a Abarca ingresó al hospital y la abogada dobló su cartel y se metió a una cafetería. La unidad policial se estacionó frente a la entrada del Monte España y entraron armados causando pavor y alarma entre los ciudadanos.

“Aprovecho para salir caminando para no levantar sospechas, cuando llevo de 200 a 300 metros empiezo a correr volteando de vez en cuando y me percato que una patrulla viene en mi dirección, me cruzo un carro y escondo entre otro que está parqueado. Estoy agachada cuando siento que me levantan de la camisa, con uso desmedido de fuerza, yo no representaba amenaza alguna, a lo que decido cooperar para no provocar más daño del inminente. Me esposan y me subo a la tina entre jaloneos”, escribió Abarca en su cuenta de Facebook.

Le ordenaron que se pusiera boca abajo, sin embargo, Abarca relató que no quería poner su cabeza en la tina de la camioneta, por lo que al final los oficiales decidieron llevarla dentro del vehículo. Mientras empujaban su cabeza, un oficial vociferaba que “las ratas” lo tenían hartos y que iban “a matar a todos”.

Los interrogatorios en “El Chipote”

La abogada relató que los oficiales no le dijeron hacia dónde la trasladaban. Solo la esposaron y le pidieron su celular. Finalmente la bajaron frente a una puerta pequeña y le ordenaron que se ubicara contra la pared. Le quitaron un “canguro” que contenía efectivo, sus identificaciones, dos aceites esenciales, bálsamo labial, llaves, un pepper spray, un silbato, cigarros y encendedor. Tomaron fotos de ella y de sus pertenencias.

“Sale al encuentro un capitán y otro oficial, que me reciben y meten (al) recinto. Ahí empieza el interrogatorio: con quién andaba, que por qué ando provocando, que si no me doy cuenta que mis acciones asustan a la gente y desestabilizan al país; a lo que respondo que andaba sola, que estoy protestando pacíficamente y que los que asustan son ellos con esos despliegues policiales excesivos, que no van acorde con mi supuesto delito”, dijo la mujer a los oficiales.

Los oficiales ingresaron a Abarca a una celda preventiva y la sacan horas más tardes a otro interrogatorio. Esta vez le preguntan por qué está protestando si las reformas tributarias y del INSS son solo proyectos. Le increpan que es culpa de los “golpistas” que Nicaragua atraviese esta situación económica, asimismo, insisten en saber quién es su líder y qué persona le pagaba los 500 córdobas para asistir a las marchas.

“Les digo que no lo conozco (a Lesther Alemán), que no tengo líder porque no soy oveja y no necesito pastor. Que llevé víveres, y que yo nunca he recibido un centavo de nadie por ir a una marcha y, es más, que si revisan se darán cuenta que yo marcho y protesto desde mucho antes del 18 de abril”, respondió.

Abarca es llevada a la misma celda. Luego sacan nuevamente para otro interrogatorio (similar) en el que sus respuestas son las mismas. Inconformes con lo dicho, los agentes meten a la abogada, otra vez, a la celda y le exigen que se quite todos los aretes que tiene, incluido el de su nariz. La aboga les responde que conoce sus derechos y exigió una llamada para avisar a sus familiares dónde estaba. Algo que al final nunca sucedió.

La prisionera AJ 13 de la celda 36

Los oficiales sacaron nuevamente a Abarca de la celda a la que había sido llevada para desnudarla y obligarla a hacer sentadillas.

“Me llevan a una sala de interrogatorio de esas con espejo donde una policía me ordena que me desnude, lo hago y me dice que haga cinco sentadillas y me dice que me vuelva poner la ropa. Me pasan ya a las celdas. Soy la prisionera AJ 13 de la celda 36. Entro a un lugar que no tienen ventilación, ni iluminación natural, lúgubre, con un olor raro, ahí están otras 2 privadas de libertad y les pregunto la hora. Me dicen que son tipo 9:30 de la noche. Me ofrecen comida y me prestan un pedazo de cartón para limpiar una plancha de concreto que (durante) los próximos días será mi cama. Me acuesto angustiada pensando que mi familia no tiene idea de mi paradero, las mujeres se duermen y yo me suspendo y me siento frente a la comida, sin siquiera mirarla, a pesar que ese día sólo desayune una taza de café y un sándwich”, explica en su publicación Abarca.

Durante su estancia en “El Chipote” Abarca comió poco. Sus compañeras de celda tampoco lo hicieron. Los platos salieron de la celda intactos.

“Me duermo y al rato llegan a sacarme para interrogarme nuevamente. Más de lo mismo. Recibo un plato con mi nombre y reconozco la escritura de mi hermana, estallo en llanto en una mezcla de alivio y vergüenza por hacerles pasar un momento difícil. Martes y miércoles son igual. Las mismas preguntas, me explican su opinión de lo del INSS y de la reforma fiscal, me dicen que eso va a ayudar a los más pobres a conseguir medicina más cara como quimios y a hacer diálisis. Y que la reforma fiscal solo afectará a aquellos viciosos como yo porque lo que encarecerá serán los cigarrillos y el alcohol”, narra Abarca.

La abogada responde a los oficiales que las reformas “nos afectarán a todos”. Los oficiales suavizan su postura. Abarca cree que quizás sucedió después de que los agentes vieron sus post y luego de escuchar sus convicciones e ideales.

El día de la liberación

El jueves 31 de enero los oficiales nuevamente sacaron a Abarca de su celda. Esta vez le tomaron sus huellas, le pusieron el uniforme azul con el que posan todos los presos políticos en sus juicios, y le toman más fotos de frente y de perfil.

“Me asusto pienso que me van a dejar refundida ahí, me devuelven a la celda y diez minutos después de haber recibido mi almuerzo vuelven a sacarme, esta vez diciéndome que saque mis pertenencias. Salgo triste hasta que me dicen que mi hermano está ahí para llevarme. Una emoción y euforia me invade. Por fin vuelvo a sonreír el sol sobre mi cuerpo y respiro el aire profundo mientras soy encaminada a otra parte del complejo acompañada de la investigadora. Llegamos (y) veo a mi hermano, su carita denotaba lo que había pasado en estos días. Ahí están la comisionada y mi otro interrogador”, refiere Abarca.

La comisionada y su otro interrogador le dijeron que la liberaban pero que no era momento para manifestarse mientras el país estuviera inestable. Le dicen que se porte bien, pues no quieren que vuelva. Abarca abraza a las dos oficiales y luego camina hacia la salida sonriendo, diciendo adiós y tengan buenas tardes, a todos los agentes que se encontró a su paso. Igualmente, a los simpatizantes sandinistas que están a las afueras de la DAJ.

“Quiero asegurar que mi integridad física está intacta y que no fui sometida a ninguna tortura. Contarles también que la moral de los presos está en alto, y que les admiro porque si en tres días yo estaba mal, no me imagino como podrá ser llevar más de una semana ahí. Les quiero decir también que no es el odio lo que nos va a sacar de esta situación sino el amor que es lo único que construye y edifica. Abrazos fuertes”, finaliza el post Abarca.


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