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Marta Cranshaw: Una vida ejemplar por la causa de los pobres en Nicaragua

Guerrillera y luchadora social, desde mediados de los noventa dedicó su vida a los derechos de los migrantes

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Jaime Wheelock Román

12 de enero 2020

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Marta Isabel Cranshaw pertenece a la excepcional generación de jóvenes de los años 70 que dedicaron su vida para construir una nueva Nicaragua, libre de opresión política y de explotación económica.

Muchos de estos jóvenes, como René Núñez, Oscar Perezcassar o Claudia Chamorro, se identificaron con las nuevas doctrinas sociales de la iglesia que les mostró el camino de entrega generosa y solidaridad con los pobres de todo el mundo. Nydia Delgadillo, profesora de Marta en el Colegio La Asunción de Managua, asi lo atestigua:


‘Marta era una muchacha intachable, extraordinariamente comprometida que dedicó su vida a socorrer, mitigar y resolver problemas entre la gente más pobre y necesitada’’.

Y también como la generación de los 1960 y los 1970, Marta fue creciendo en el sombrío entorno de represión, arbitrariedad, cárcel y garrote, con el que se sostenía la dinastía Somocista. Y para erradicarlo esa misma juventud habría de enfilar sus luchas. Tal como lo narra Marta con candor juvenil:

‘’Todo comenzó un 15 de julio de regreso de clases, caminando de La Asunción rumbo a mi casa en San Sebastián. El Parque Central estaba atestado de curiosos y guardias. Bajé a sumarme y a preguntar qué ocurría. Luego aparecen avionetas y aviones. A lo lejos se oyó la balacera, ruido de  tanques que ensordeció el bullicio’’.

‘’Ese día los managuas supimos de la existencia del padre de la resistencia urbana, Julio Buitrago’’. Julio marcó mi vida grabando en mi memoria la máxima expresión de resistencia y rebeldía popular. Escondida en el cuarto de baño y con la solidaridad de Ana la cocinera de mi casa, devoré las noticias de La Prensa.  Dias después, cayó presa Doris Tijerino Haslam. Me fui a mi lugar favorito con el periódico entre las piernas.  “Dios mío la violaron y es una chavala!!!”.

‘’Años más tarde, presa en la loma de Tiscapa, cuando los de la seguridad me golpeaban e interrogaban me compararon con Doris Tijerino diciéndome “sos una vulgar con nosotros, la Doris era amable”. Por dos minutos dejé de lanzar epítetos…, casi caigo en su trampa; luego dije “la Doris es la Doris y yo soy yo”.  En mis adentros me decía “brutos, comparándome con la Doris, demasiado honor para mí.’’

La historia de ultrajes contra la población civil como la sufrida por Amada Pineda,  campesina violada por la guardia somocista, produjo profunda rabia e impresión en Nicaragua, hiriendo también la sensibilidad de aquella chavala de La Asunción.  Como ella misma más tarde refirió “La violaron delante de sus hijos pequeños y ¡no una ni dos veces sino toda la patrulla de la guardia!”

Asi se fue moldeando el carácter y el compromiso firme de Marta de entregarse junto con otros jóvenes de su generación, a combatir las injusticias.

Marta fue una incansable luchadora. Antes de los 15 años dió sus primeras batallas: En huelgas de maestros en 1970; en protestas por el aumento del precio de la leche, o en luchas de pobladores del Open III en Managua.

‘’Muchas de mi generación –relató Marta--, se integraron al Movimiento Cristiano Revolucionario y al movimiento estudiantil desde la secundaria o en la universidad’’. Ya en la universidad en León, tomó parte en tomas de tierras de Los Arcos, de Sutiaba, en huelgas de la construcción en 1972, 73 y 74 y en las de la salud.

La participación de Marta en las demandas sociales, no pasó desapercibida en su hogar donde libró en 1973, otra lucha más difícil y dolorosa: La prohibición de sus padres a su participación política, so pena de ser enviada al exterior o quedar encerrada en su casa. El asunto lo resolvió Marta optando por la lucha clandestina con el FSLN donde le esperaban duras pruebas.

En su primera incursión de militante de tiempo completo, escapó de milagro de perder la vida junto a los  35 compañeros con quienes se entrenaba cerca del Sauce para formar una columna guerrillera. La columna fue detectada y masacrada por la Guardia cayendo la mayoría de los futuros combatientes, entre los que se encontraba su compañera y amiga Arlen Siu. Por ese episodio una  corte militar del somocismo, condenó  en ausencia a Marta a ocho años de prisión por asociación ilícita para delinquir, sedición y otros cargos prefabricados.

Marta, con el seudónimo de Cristina, es trasladada a Chinandega donde desarrolla junto con el tambén clandestino Alonso Porras, trabajos políticos-organizativos y redes de colaboradores, en los ingenios azucareros y el puerto de Corinto.  En esta labor  llena de peligros y privaciones, se fue forjando,  gracias al extraordinario tesón de jóvenes como Marta Cranshaw, la base de lo que mas tarde se desencadenaría en una insurrección armada de todo el pueblo contra la dictadura. Sin militantes decididos, valientes  y laboriosos de la calidad de Marta, no hubiese sido posible ninguna insurrección.

En 1977 Marta es capturada por la guardia cerca de la Compañía licorera en Chichigalpa. Una joven de tez muy blanca y rasgos finos no podía pasar desapercibida. Ella, aún esposada, logró gritar ¡soy Cristina, Viva el Frente Sandinista¡. Y eso la salvó e igual revelarle al comandante departamental General Meneses, su vínculo paterno. Fue llevada a las oficinas de la seguridad en la loma de Tiscapa donde la torturaron y golpearon dejándole de por vida dolores en su columna vertebral. Pero a Marta no le lograron sacar ninguna información que comprometiera su trabajo o la seguridad de sus compañeros de lucha.

Una prueba más le faltaba. Su padre, preocupado por su vida e integridad, consiguió de Somoza promesas de su libertad a cambio de que firmara una renuncia pública al Frente Sandinista. Su padre llegó hasta la celda de Marta y su respuesta, mostrándole los morados en todo el cuerpo fue la siguiente: “Decile al que te dijo eso que aquí estoy bien presa, y si vas a venir a verme, nunca más se te ocurra hacerme una propuesta de ese tipo”.  De todas manera, su libertad llegó meses mas tarde con la toma del Palacio Nacional.

A principios de 1979, Marta se integra a las columnas que combatieron en el Norte de Chinandega y León, donde tomaron el puesto fronterizo de Guasaule y las ciudades de Somotillo, Villanueva, Villa Salvadorita, San Pedro, Santo Tomas del Nance, San Francisco, El Viejo y finalmente la cabecera Chinandega, el 18 de julio. Logró pues coronar sus sacrificios y anhelos de derrocar el regimen dictatorial. Tenía entonces 24 años de los cuales nueve, peleando por sus ideales.

Con el triunfo de la Revolución, Marta fue un pilar en la reorganización política del FSLN y en apoyo a la defensa, la producción y la organización popular. Fue miembro del Comité del FSLN en Chinandega; luego, de la comisión de masas en Managua,  Secretaria Política de Madriz, de León y Chinandega en 81. En 1983 pasó a ser ministra delegada de la presidencia en Occidente. También fue miembro del Consejo de Estado.

Después de la derrota electoral del FSLN, Marta, como muchos militantes, buscó nuevos horizontes para continuar apoyando causas de la gente más necesitada.  La multiplicación de la pobreza y la migración, la convenció de trabajar desde la sociedad civil en auxiliar a los migrantes nicaraguenses y de otros países del área.  En esa dirección trabajó incansablemente desde mediados de los años 90, logrando dar cuerpo a la Red Nicaraguense para las Migraciones desde la cual socorrió a mas de 60 mil personas.

Con Marta, hemos perdido a un valiosísimo ser humano. Alguien, de quien dijo Flor Monterrey, ‘’Muy pocas veces la vi sin esperanzas. No se rendía. Luchó hasta el último momento’’. Creo que solo una vez se quejó en su vida política cuando protestó contra el despojo brutal de su casa y sus pocas pertenencias en León, ejecutada por una turba de sicarios en violación al derecho elemental y la dignidad de la persona. Y peor, contra alguien que lo había entregado todo trabajando incansablemente por su pueblo, sacrificando --como lo subrayó una de sus maestras de colegio--, hasta su derecho y oportunidad de ser madre y formar una familia.

Si a la nobleza, dedicación, valentía, e integridad le podemos buscar un nombre, yo le llamaría Marta Cranshaw. No deja nada material. Si, un espléndido testimonio de su vida ejemplar. Ni siquiera la enfermedad la doblegó. Entonces,  Muerte, dónde está tu victoria?  Si aquí, permanece encendido entre nosotros, el legado de virtudes, calidad humana e integridad de esta mujer nicaraguense ejemplar.

*Palabras en sus honras fúnebres. Managua, 10 de enero 2020

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