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La Palma de Oro de Cannes se marchita en Triangle of Sadness

La sorpresiva ganadora de la Palma de Oro en el Festival de Cannes 2022, es una comedia que dispara humor escatológico contra un blanco muy grande

Juan Carlos Ampié

6 de noviembre 2022

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La película  Triangle of Sadness, se conforma de tres episodios, hilvanados por la presencia de una pareja dorada: Carl (Harris Dickinson) es un modelo masculino, listo para desplazar su fisonomía musculosa y mirada vacante por las pasarelas. Su novia, Yaya (Charlbi Dean), es influencer profesional. Proyectan éxito, hasta que se enfrascan una tensa discusión sobre quién pagará la cuenta en un restaurante. Es un pleito banal, sacudido por tensiones subterráneas conectadas con estatus económico y roles de género. Los seguimos a un yate de lujo, donde alternan con oligarcas rusos, magnates de las armas, un capitán marxista (Woody Harrelson) y la tripulación de proletarios que deben servirlos. Un inesperado evento violento los deja como náufragos en una isla, donde la lucha por la supervivencia cambia el balance de poder.

El director sueco Ruben Östlund ya ha explotado esta mina antes. De hecho, se ganó su primera Palma de Oro por The Square (2017), sátira sobre el mundo del arte, centrada en un merchant (Claes bang) que comete, y encubre un homicidio. Porque claro, los ricos son lo peor, ¿verdad? Quizás. Pero no hay gloria en repetir esa idea una y otra vez. La premisa viene desde las páginas de El Gran Gatsby, pasando por películas tan dispares como La muerte de un ciclista (Juan Antonio Bardem, 1955); La mujer sin cabeza (Lucrecia Martel, 2008) y Child’s Pose (Cãlin Peter Netzer. 2013). El problema no es la repetición, sino el vacío. La puesta en escena de sus películas puede ser formalmente elegante, pero conceptualmente no tienen mucho que ofrecer, más que una vana ironía.


El mayor problema está en que se repite a sí mismo. A la fecha, quizás su mejor trabajo es Force Majeure (2014). Tiene una idea genuinamente novedosa: un macho alfa de vacaciones con su familia en un hotel de invierno, se ve emasculado cuando ante una amenaza de avalancha, impulsivamente abandona a su mujer e hijos en la mesa de un café. Solo que el desastre no se materializa, y debe lidiar con la revelación de su cobardía. El tiempo del espectador estaría mejor invertido buscando esta película, que el refrito que vemos en el primer episodio de Triangle of Sadness. Si, los hombres son machistas. Las mujeres pueden ser cómplices de su subyugación. ¿ Qué más hay?

Pues, algo tan obvio como burlarse de la pretendida superficialidad del negocio de la moda. Yo pensé que ese pozo se había secado con el escarmiento que Meryl Streep le propinó a Anne Hathaway cuando esta se burló de la discusión por el color de una faja en The Devil Wears Prada (David Frankel, 2006), pero no es ese el caso. Última hora: los modelos viven de las apariencias. ¡Qué horror!

Las películas premiadas de Östlund comparten la oportuna capitalización de los resentimientos de la audiencia hacia los privilegiados. Véase, si le da el estómago, la mayor –¿peor?– provocación de Triangle of Sadness. En el yate de lujo, la equivocada decisión de programar la ceremoniosa Cena del Capitán en medio de una tormenta tropical, deja a pasajeros vomitando en cadena. Una intoxicación añade diarrea al cuadro. Mientras el barco se mece sin clemencia, la gente bonita expulsa vómito y excremento, a veces al mismo tiempo. Usted puede ver y celebrar la humillación.

Lo grotesco no me ofende, sino cuan agresivamente vacío es el ejercicio, y cuanto se felicita el cineasta por su supuesta irreverencia. Cree que está haciendo Los 120 días de Sodoma (Pier Paolo Pasolini, 1975), pero solo está brutalizando aquel viejo sketch de Monty Python sobre los hombres obscenamente gordos que devoran comida y vomitan en partes iguales. Lo peor es que Östlund no está desprovisto de talento. Tiene buena mano con los actores. Charlbi Dean es un legítimo rayo de sol. Dickinson es un buen exponente de masculinidad neurótica. Dolly de Leon es una revelación, como la afanadora que se convierte en virtual reina de la isla desierta.

El capítulo final de Triangle of Sadness casi redime a la película entera, pero en retrospectiva, vemos como todo lo que vino antes es un lastre. Calorías vacías que dejan un mal sabor de boca. ¿Para qué asquearte antes de servirte un banquete?

“Triangle of Sadness”
(Triángulo de tristeza)
Director: Ruben Östlund
Duración: 2 horas, 27 minutos
Clasificación: * * (Regular)

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