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Ortega evoca crueldad de Somoza, pero calla sobre maltratos a los presos políticos de su dictadura

Rinde homenaje a víctimas del terremoto de 1972. No dijo una palabra sobre los 235 prisioneros de conciencia de su régimen

Daniel Ortega y Rosario Murillo, la pareja dictatorial, junto a la cúpula policial y militar. En el extremo izquierdo, el comisionado general Horacio Rocha, nuevo ministro asesor en temas de seguridad. Foto/Tomada del 19 Digital

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24 de diciembre 2022

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En un discurso de 120 minutos, el tirano nicaragüense Daniel Ortega tuvo tiempo para alabar a Fidel Castro, atacar a Estados Unidos y Europa y denunciar las malas condiciones carcelarias de sus días de preso político entre 1967 y 1974, pero no dijo una palabra sobre la grave situación de los 235 prisioneros de conciencia bajo su régimen dictatorial.

El Estado de Nicaragua rindió homenaje a las víctimas del terremoto de 1972, que cumplió 50 años este viernes 23 de diciembre.  Ortega alternó sus ideas sobre la “solidaridad humana” con sus diatribas al “colonialismo”, mientras expresó su opinión sobre la tenencia de armas nucleares después de volver a relatar la historia del lanzamiento de las bombas de Hiroshima y Nagasaki en agosto de 1945, recurrente en su discurso “antimperialista” en las últimas décadas.


Ortega convocó a los principales ministros de su gabinete y algunos de sus hijos, como su tesorero Francisco “Chico” López Centeno y su asesor de inversiones Laureano Ortega Murillo, respectivamente, pero además al jefe del Ejército, al Consejo Militar, al director de la Policía y al nuevo ministro asesor en temas de seguridad, el comisionado general en retiro Horacio Rocha que se vistió con su uniforme, tal como si en su caso—igual que en el discurso presidencial—el tiempo no hubiese pasado, y siguiera siendo subdirector de la institución.

También estaba en la tarima el presidente de la Asamblea Nacional, Gustavo Porras, y la alcaldesa de Managua, Reyna Rueda.

Las malas condiciones carcelarias del somocismo

Según el relato del gobernante, la madrugada del 23 de diciembre de 1972, cuando se dio el terremoto, los reos sandinistas se encontraban aislados en la cárcel de la tiranía somocista, separados, cada uno localizado a diez celdas de distancia, en las paredes estaba escrito el reglamento que prohibía “hablar”, “silbar” y “cantar”, y que los obligaba a permanecer de pie.

“Celdas en las que había un camarote y era prohibido sentarse, es decir, no podíamos ni sentarnos en el camarote, ni sentarnos en el piso. No podíamos ni hablar con los otros compañeros, a gritos, que queríamos hablar, empezábamos haciéndolo e inmediatamente nos reprimieron, nos golpearon. Nos metieron al lado de cada celda. Ahí está eso todavía. En cada celda, hay una puerta, se abre la puerta y ahí están los tubos que van para el agua. Ahí estuvimos, ahí nos metían, nos encerraban, era la celdita que tenían de castigo ahí, a la orilla de cada celda”, agregó.

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Horas antes de estas declaraciones del gobernante, la coalición Lucha Nicaragua—formada por 17 organizaciones—denunció a Ortega por la intensificación de la represión y la crueldad, expresada en el caso de los actuales reos de conciencia por ser sometidos a aislamiento, torturas y la falta de atención médica especializada. Para todos ellos pidieron la libertad, a la puerta de la quinta navidad con presos políticos, igual que suplicó desde el exilio el obispo auxiliar de Managua, Silvio José Báez.

Sin embargo, el comandante se quedó en el pasado, mencionando las celdas de castigo en la que los metían, e incluso reconoció que algunos guardias fueron “tomando conciencia” y les ayudaban a sacar mensajes para los sandinistas que se encontraban luchando contra Somoza en la clandestinidad. En las noches no podían dormir: les mantenían la luz encendida y había zancudos. Para poder hacerlo, según él, a veces se metían debajo del catre.

Ortega olvida denuncias de privación del sueño

Desde junio de 2021, los familiares de los reos de conciencia del comandante han denunciado la privación de sueño y la mala alimentación que ha provocado la pérdida de hasta 40 libras de peso de algunos prisioneros, mientras les niegan visitas a sus hijos menores de edad o se las permiten muchos meses después, causando daños emocionales.

Dora María Téllez, la antigua comandante sandinista y crítica del orteguismo recientemente distinguida con el doctorado Honoris Causa por la Universidad de la Sorbonne Nouvelle en París, se encuentra por ejemplo en la penumbra en una celda de confinamiento solitario, igual que sus compañeras de lucha Ana Margarita Vijil, Suyén Barahona, y Támara Dávila como recordó el 29 de noviembre pasado el director de CONFIDENCIAL, Carlos Fernando Chamorro, quien viajó para recibir el reconocimiento en nombre de la historiadora encarcelada.

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“No hay suficiente luz, ni siquiera para distinguir la pasta dentífrica en el cepillo de dientes”, insistió Chamorro en el caso de Téllez. Los parientes de los reos de conciencia denunciaron también que no les permiten ni siquiera una cobija como ocurre con el sociólogo Oscar René Vargas.

En cualquier circunstancia, la narración de Ortega permite comparar el trato dispensado a los presos políticos en ambas dictaduras. Sostiene que ellos lograban introducir “libros, lecturas” en las cárceles somocistas, e incluso había guardias que les avisaban cuando habría revisión en las celdas. De manera permanente, Berta Valle ha pedido que le permitan leer las sagradas escrituras a su esposo, el exprecandidato presidencial Félix Maradiaga apresado en 2021, sin embargo, se lo han negado.

En su discurso, Ortega solo se refirió al presente para lamentar el fallecimiento de Blanca Segovia, hija del general Sandino, y del futuro solo anunció que el próximo 30 de diciembre harán un homenaje a Roberto Clemente, el jugador puertorriqueño que murió cuando traía ayuda a la Managua terremoteada.

Confundió rol histórico de Naciones Unidas

Recordó las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki, reclamó la acción que no se dio de Naciones Unidas luego que fueron lanzadas, a pesar de que oficialmente la organización no había sido creada dado que la fundaron el 24 de octubre de 1945, es decir tres meses después. En su discurso, en medio de los ataques a sus enemigos políticos, encontró ciertos remansos cuando el tema fue Fidel Castro.

“Lo primero que tenía que haber hecho el mundo, Naciones Unidas, los países desarrollados, era haber prohibido la existencia de armas atómicas y que a los que las poseían, como los Estados Unidos, que las destruyeran esas armas atómicas”, afirmó Daniel Ortega.

En su repertorio histórico obvió esta vez a Andrés Castro, lanzando la piedra contra el “yanqui invasor” en 1856, pero el tirano fue suficientemente denso para que los más jóvenes del auditorio huyeran a las pantallas de sus teléfonos móviles de manera momentánea. Solo, mientras volvían a aplaudir a Daniel Ortega, Rosario Murillo y sus acólitos.

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Octavio Enríquez

Periodista nicaragüense, exiliado. Comenzó su carrera en el año 2000, cuando todavía era estudiante. Por sus destacadas investigaciones periodísticas ha ganado el Premio Ortega y Gasset, el Premio Internacional de Periodismo Rey de España, el Premio a la Excelencia de la Sociedad Interamericana de Prensa, y el Premio Latinoamericano de Periodismo de Investigación del Instituto Prensa y Sociedad (IPYS).

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