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“Quiere verlo y abrazarlo”: Así viven los hijos de los presos políticos que no pueden ver a sus padres

Decenas de niños no tienen comunicación con sus padres y madres presos en El Chipote. Y otros, que visitan los penales, son requisados abusivamente

Las demandas de los presos políticos Róger Reyes y Miguel Mendoza, en huelga de hambre, para ver a sus hijas, no ha sido respondida por las autoridades penitenciarias de El Chipote

Redacción Confidencial

13 de febrero 2022

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El llanto por la ausencia de sus padres o madres, encarcelados en El Chipote, es continuo. Fotografías, videos y audios, tomados antes de las detenciones, son los únicos medios que tienen para recordarles y sentirles cerca, porque el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo les ha cercenado, por más de ocho meses, el derecho a comunicarse. Y otros menores, también hijos de presas y presos políticos en La Esperanza o La Modelo o en celdas de los sistemas penitenciarios del país, pueden visitarlos, pero son sometidos a requisas “abusivas” y tras una o dos visitas prefieren no volver al penal. Estas son las historias de algunos de los menores, hijos de presos políticos, que no pueden ver a sus padres, a quienes el régimen condena ilegalmente.

Miguel Mendoza, bloguero y cronista deportivo independiente, estuvo con su hija por última vez el 21 de junio de 2021, previo a ser detenido en su casa por un contingente de la Policía Nacional. Esa noche, antes de que llegaran por él y lo llevaran a El Chipote, logró despedirse, sin saberlo, de su hija de siete años; la arropó en su cama, la abrazó y leyeron juntos un cuento.


Margin Pozo, esposa de Mendoza, recuerda que ella y Miguel habían decidido que, si él era encarcelado, no le contarían a la menor. Sin embargo, tres meses después del encierro de Mendoza, tuvo que decirle qué ocurría. 

El cronista deportivo Miguel Mendoza y su hija. Foto/Cortesía

“Me decidí a contarle porque vi el daño que le hacía la mentira. Creía que su papá la había abandonado, que no la quería y entró en crisis de ansiedad. Se comía los pellejitos de los dedos, se levantaba a cada rato en la noche, no quería ir sola al baño porque decía que tenía miedo, lloraba mucho, empezaba rabietas sin razones, era el enojo y el dolor de no poder ver a su papá”, relató Pozo en una entrevista con CONFIDENCIAL.

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Ahora, la menor sabe que su padre está encarcelado y van juntas a dejarle agua a El Chipote, pero en varias ocasiones ha sufrido crisis por no poder ingresar a ver su papá. “Me dice que lo extraña, que quiere ver su carita, que lo quiere abrazar, que le quiere decir que lo ama, que lo extraña, que quiere volver a jugar con él”, indicó. Sin embargo, no le permiten ingresar a verlo.

“Deseo que mi mamá regrese para siempre”

La hija de la rea política Tamara Dávila, miembro del Consejo Político de la Unidad Nacional Azul y Blanco (UNAB) e integrante de Unamos, tiene cinco años de edad y también sufre desde hace más de seis meses por no ver a su mamá. La menor presenció la captura el 12 de junio de 2021, y desde entonces pregunta sobre su paradero, cuándo regresará y si está viva o muerta, según reportes de medios independientes.

hijos de los presos políticos

Un dibujo que muestra los sentimientos de la hija de Tamara Dávila, presa política del régimen. Foto/Cortesía

“A mi nieta se le han arrebatado el derecho de estar y abrazar a su madre. Suman 239 días, ocho largos meses en los que no se le ha permitido ni una llamada telefónica”, denunció Josefina Vijil, madre de Dávila, en un tweet publicado esta semana.

En otra publicación relató que, luego de asistir a una de las pocas visitas que le han permitido a Dávila, llevó a su nieta al mar para darle los mensajes que le enviaba su madre, lloraron juntas y la menor lanzó dos conchitas al mar, deseando que su mamá “regrese para siempre y que acabe el covid-19”.

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¿Por qué tarda tanto? ¿Por qué no me llama?

La presidenta de Unamos, Suyen Barahona, encarcelada en El Chipote desde 13 de junio de 2021, tampoco ha visto en todos estos meses a su hijo de cinco años. La última vez que lo tuvo en sus brazos fue minutos antes de ser detenida.

“Le dio muchos besos, abrazos, le dijo que lo amaba y salió hacia la calle para que su hijo no viera cuando los policías, que estaban rompiendo los portones, se la llevaran”, relató César Dubois, esposo de Barahona.

“Sunshine (brillo solar)”, como Suyen llama a su hijo desde que nació, no sabe que su madre está encarcelada. Sus padres acordaron que le dirían que “está trabajando, ayudando a muchas otras personas a que tengan una vida mejor, a que puedan ser más felices”.

hijos de los presos políticos en Nicaragua

Un dibujo del hijo de Suyén Barahona, presidenta de UNAMOS al momento de su arresto. Foto/Cortesía

Sin embargo, la ausencia de Barahona es resentida con más fuerza a medida que pasan los días. “Sunshine pregunta por ella todos los días, hay días que está más triste, que llora por cualquier motivo, más cabizbajo, y dice que extraña a su mamá, por qué su mamá no viene, por qué ha tardado tanto”, detalla Dubois.

Suyen y “Sunshine” eran muy cercanos. Jugaban, leían y se dormían juntos. Ahora, Dubois intenta mantener esas rutinas que el menor tenía con su madre, pero, afirma, cada vez “es más difícil” justificar la ausencia que se ha prolongado por más de siete meses.

“Papi, te extrañamos mucho”

Las hijas de dos y cuatro años del abogado Róger Reyes, antes defensor legal del también reo político Félix Maradiaga, tampoco saben que su padre tiene más de cinco meses de estar encarcelado en El Chipote y sufren porque “se ha tardado mucho” en regresar del trabajo. 

Fernanda Guevara, esposa de Reyes, explica que como familia decidieron no contarles de la detención y que, previendo el secuestro, él preparó un video donde les dice lo mucho que las ama y que él está trabajando.

hijos de los presos políticos en Nicaragua

Un dibujo de las hijas del preso político Róger Reyes. Foto/Cortesía

“Cuando preguntan por él, lloran o entran en crisis porque no lo han visto, les pongo el video que les dejó, les enseño videos donde él está hablando, les enseño fotos y oramos por él, un momento cada una, para que regrese pronto”, relata.

La hija de ocho años del reo político Félix Maradiaga, precandidato presidencial e integrante de la UNAB, también sufre por no poder ver y escuchar a su padre. La menor tenía una comunicación fluida con él, hasta que fue detenido el 8 de junio de 2021, acusado de infringir la “Ley de Soberanía”.

Desde 2020, Maradiaga estaba distanciado físicamente de su familia –que está en Estados Unidos– por la restricción migratoria “de facto” impuesta por el régimen que ordenó retener su pasaporte y se negaron a reponérselo.

El único consuelo de la menor, según relata su madre Bertha Valle, es un video en el que su papá le dice que la ama, le expresa las ganas que tiene de volver a verla y lo importante que es en su vida.

También: más de 100 familiares de reos de conciencia demandan la libertad de todos

Violentan derechos de la niñez 

Los familiares de los presos políticos de El Chipote afirman que han solicitado, a través de varios escritos, el contacto entre los menores de edad y sus padres. Sin embargo, las autoridades policiales y judiciales no dan una respuesta. 

La esposa de Mendoza detalla que durante el juicio contra su esposo, en el que la justicia orteguista lo condenó por los delitos de “conspiración para cometer menoscabo a la integridad nacional y difundir noticias falsas”, la demanda de comunicación entre padre e hija fue expresada ante el juez Luden Martínez, pero este no se pronunció al respecto.

“Cumplo 232 días de estar en este lugar, en una celda de castigo, y no me he quejado ni un solo día, lo único que pido es que me permitan ver a mi hija, ya tengo casi 8 meses de no verla”, expresó Mendoza en unos segundos que le dieron para hablar durante el juicio.

El esposo de Suyen refiere que durante las visitas también lleva dibujos del menor y pide que sean entregados a su madre, pero nunca lo autorizan.

La abogada Wendy Flores, defensora de derechos humanos del colectivo Nicaragua Nunca +, afirma que la restricción de visitas de menores de edad violenta el derecho a la integridad personal y psicológica de los niños.

“Todas estas restricciones de visitas, contacto, llamadas, tiene un impacto en los niños y las niñas que tienen un desarrollo, un crecimiento y deben de tener un vínculo con sus padres y sus madres, además, se les está lesionando ese derecho, que está protegido por la Convención de los Derechos del Niño, por la Convención Americana de Derechos Humanos, y por el Código de la Niñez y la Adolescencia de Nicaragua”, enumera Flores.

Requisas abusivas durante visitas en los penales 

Los hijos de presos políticos que permanecen en centros penitenciarios del país, aunque tienen autorización para realizar visitas, también son víctimas del régimen orteguista. Flores señala que hay requisas “abusivas” durante las visitas de las que no están exentos los menores.

“Las requisas nunca deben ser invasivas, ni siquiera para las personas adultas, no se debe dañar o lesionar la dignidad humana ni la integridad personas. Sin embargo, en Nicaragua, existe una práctica que raya en el abuso sexual de las personas adultas, que las hacen desnudarse, hacer sentadillas, les han puesto la regleta para detector de metales en sus partes íntimas, y esto, por ejemplo, nunca debe ser realizado a menores de edad, porque puede significarles un trauma y va contra los principios y normas internacionales de derechos humanos que protegen a los niños, niñas y adolescentes”, denunció.

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Familiares del preso político Bryan Alemán, encarcelado desde agosto de 2020 en el Sistema Penitenciario Jorge Navarro, conocido como La Modelo, relatan que desde hace un año decidieron que su hija de dos años y tres sobrinos de tres, seis y once años, que antes lo visitaban en el Penal, dejaran de asistir por las requisas a las que eran sometidos.

“Los revisan tal como si fueran adultos, como si fueran delincuentes. A las niñas les quitan las colas, les revisan el cabello, a todos los hacían abrir la boca, quitarse los zapatos, les tocaban su cuerpo sobre la ropa, les revisaban las bolsas, les quitaban sus dibujos si llevaban alguno, a la más pequeña que usaba pamper se lo quitaban, algunas veces les preguntaban si llevaban algo ahí (en sus partes íntimas), y todos salían casi llorando porque ahí no había privacidad de nada”, denunciaron.

En otra visita, a una de las menores también le dijeron que por usar una falda “provocaba a los hombres” y “amenazaron” con sacarla de la visita.

“Es humillante como tratan a los niños, si los podían ofender lo hacían y los revisaban como si se tratara de delincuentes”, reiteraron.

La hija de Alemán, de dos años, sufre por no ver a su papá. “Llora por él, lo llama cuando llora, pero no se le puede seguir llevando por el daño psicológico que le están causando con esas revisiones”, justifican los familiares.

También denuncian que el maltrato para los adultos es peor durante las revisiones, pues incluso son obligados a desnudarse, les ponen el detector de metales en sus partes íntimas y les tiran a la basura la comida que llevan.

Parientes de otro reo de conciencia, encarcelado en La Modelo desde hace más de dos años, también relatan que sus hijos ya no quieren visitarlo, por las requisas. “Ellos lloran y extrañan mucho a su papá, pero ya no quieren ir a visitarlo por como los tocan en esas revisiones”. Mientras, los meses de encierro se siguen acumulando, y las madres y padres presos tampoco pueden ver ni abrazar a sus hijos, ni darles o recibir alguna palabra de ánimo o aliento.


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