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“Sergio” relata hartazgo contra el Estado-partido del FSLN en el Poder Judicial

Funcionario público por más de una década: “Esto se está poniendo feo”, murmuran sus compañeros, y “ellos van a buscar cómo se hunda Nicaragua”

Photo for illustration only / Confidencial

Cindy Regidor

11 de octubre 2022

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La impotencia, el hastío y el temor de los funcionarios del Poder Judicial en Nicaragua son cada vez más obvios. Ante la cruenta represión desatada a partir de 2018 y el Estado policial impuesto por el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo, alzar la voz para reclamar en contra del control partidario del FSLN sobre sus empleos y sus vidas no es posible, así que muchos han optado por renunciar o abandonar sus puestos de trabajo para irse del país o emprender un negocio, mientras otros soportan en silencio las cada vez más fuertes exigencias del partido de Gobierno, únicamente quejándose, entre cuchicheos, con alguien de confianza.

Ese es el panorama que describe “Sergio”, un funcionario del Poder Judicial desde hace más de una década, que brindó una entrevista a CONFIDENCIAL y al programa Esta Semana, quien asegura que los principales ejecutores de ese control férreo son los magistrados, jueces y sindicalistas, quienes tampoco se salvan de las nuevas prohibiciones: viajar fuera del país o asistir a misas y procesiones de la Iglesia católica.  


“Sergio” compartió que, aunque no puedan expresar sus opiniones disidentes en público, muchos funcionarios de ese poder del Estado, incluidos quienes ostentan altos cargos, sí las tienen: consideran que el régimen y el FSLN ha cometido graves errores, entre ellos perseguir y encarcelar a miembros de la Iglesia católica o aislar internacionalmente a Nicaragua. 

Este es el testimonio de “Sergio”, quien pidió mantener su identidad protegida para evitar represalias en su contra. 

Trabajas en el Poder Judicial desde hace más de una década, ¿cómo entraste al servicio público?

Entré al servicio público hace más de doce, trece años, por medio del aval político. Podés estar capacitado, con muchos postgrados, maestrías, pero si no tienes el aval político, no vas a entrar nunca. Esa es la condición necesaria, ser un militante del Frente Sandinista para poder entrar a laborar a cualquier institución del Estado, no solo al Poder Judicial. 

¿Y cómo era el ambiente para tu desempeño profesional antes de 2018 y cómo es ahora?

Siempre ha sido el mismo, uno pone siempre al Frente Sandinista como primera instancia, sea lo que sea, siempre tenés que cumplir con tus labores partidarias. Aquella persona que es militante sandinista tiene que pagar una cuota mensual al partido, dependiendo de lo que vos ganés. Se sabe que jueces y magistrados pagan mensualmente 500 córdobas, y así va, desde los jueces, desde el secretario, el conserje hasta conductores, o sea, es dependiendo de lo que te salga en la planilla. 

¿Qué otras obligaciones tenés como militante del partido?

Tienes que andar vigilando a los opositores, te mandan a las caminatas los sábados, te mandan a limpieza de parques, pero no lo haces por convicción, sino que lo hacés por obligación, porque recordá que tenés un salario y de ese salario dependen muchas personas en tu hogar.

A partir de 2018, ¿son más las obligaciones o las presiones para mostrar esa lealtad hacia el partido?

Sí, las presiones han aumentado, definitivamente. Siempre seguimos, dentro del Poder Judicial, en Facebook, Twitter, Instagram... fue una gran alegría para nosotros, un montón de gente festejó, desde jueces, desde el cargo más inferior hasta el cargo más superior, cuando Arturo Mc Fields (entonces embajador de Nicaragua ante la OEA) se rebeló y expuso al régimen.

Nosotros nos sentimos muy alegres porque era una voz de esperanza la que teníamos en ese momento, ver que un alto cargo dentro del Estado exponía las arbitrariedades… fue una voz que gritaba en ausencia de nosotros, que no tenemos voz, que no podemos manifestar nada porque el secretario político, que comúnmente es un juez, anda detrás de vos vigilándote. 

El sentimiento es grande, todo el mundo está en contra y cuando te digo todo el mundo es que la gente está inconforme con todo esto, la gente hace comentarios, no públicos, pero sí ves a la gente cuchicheando, diciendo, con lo de Masaya, por ejemplo, (la prohibición de las procesiones de) San Jerónimo, te dicen: “Estos majes (el Gobierno) son unos caballos, ¿por qué están haciendo esto? Están arruinando la imagen del partido”. Te estoy hablando que lo dicen sandinistas, más sandinistas que Daniel (Ortega). 

¿Y qué otras obligaciones tienen también los trabajadores con el partido o con el Gobierno? 

A inicios de año se estuvo dando un fenómeno: nos comenzaron a controlar y a llenar nuevas fichas para el partido, te ibas con el encargado de organización del partido, él tiene todos tus datos, tu domicilio, tu correo electrónico. 

Pero también se estuvo dando que a jueces y magistrados liberales se les obligó a llenar su ficha de militancia sandinista. Ahora todos ellos son militantes sandinistas a regañadientes. Esa fue parte de la condición, que para conservar tu cargo tenías que llenar tu ficha de militante.  

¿Hay algún tipo de represalia para quienes no se integran o no participan de las actividades partidarias?

Con mucha mayor frecuencia están trasladando a aquellas personas que no son de la línea. Si te convocan a una actividad y no vas, ya te comienzan a tildar, ya vienen y te dicen: “Mirá, te trasladaron a otro lado”, porque el secretario político lo reporta al doctor Marvin Aguilar o a la doctora Alba Luz Ramos. Entonces te trasladan a un cargo inferior o a un área muchísimo más pesada. El objetivo es que vos te vayas corriendo solo, hasta que vos pones tu renuncia o simplemente te vas y abandonas tu cargo.

Los secretarios políticos que son los jueces, son los que andan detrás de vos, vigilando. Te preguntan en qué grupo estás, qué información se maneja o qué información reenviás, para mantenerte controlado, que dónde estás, qué estás haciendo, adónde vas. Ya ni siquiera en los estados de WhatsApp podés poner que andas en el mar, que andas aquí, que andas allá, porque ya comienzan a ver dónde anduviste. La inconformidad es general, nadie está feliz con esto. 

¿Cómo se viven las secuelas de lo que pasó en Nicaragua en 2018, ¿hubo consecuencias para quienes se sumaron a las protestas y para quienes reprimieron?

Las consecuencias fueron obvias. La gente comenzó a renunciar, los que no renunciaron fueron corridos. Los secretarios políticos comenzaron a vigilar los grupos, te llamaban, comenzaron a investigar, a armar una base de datos. Ya tenían un perfil tuyo, violando cualquier tipo de intimidad, ya sabían dónde vivías, entonces con base en eso comenzaron a despedir gente sin ningún procedimiento, simplemente: “Ah este en las redes sociales anda expresándose mal del partido, del comandante, va corrido”, y comenzaron a correr a diestra y siniestra, en todos los complejos y en todas las instituciones del Poder Judicial, llámese Corte, Tribunal de Familia, Juzgado del Trabajo, juzgados civiles, juzgados penales e incluso se fueron jueces.

En algunas instituciones hubo empleados que denunciaron que compañeros suyos habían participado de alguna manera en la represión. ¿Hubo casos de ese tipo en el Poder Judicial?

Parte del objetivo era que se denunciara a las personas que estaban participando, entonces se comenzó a armar una cacería. A esas personas (a los delatores) se les premiaba con un nombramiento, tal vez eran conserjes o choferes y ya con esas informaciones que se comprobaban, se despedía a esta persona (a quien se había manifestado) y entonces esa persona que denunció pasaba a ocupar el puesto de la otra persona. 

Nosotros nos dimos cuenta de que muchos policías y paramilitares que anduvieron en la represión, golpeando a los estudiantes y a opositores, inmediatamente aparecían nombrados, de la noche a la mañana. Nosotros decíamos:  “¿Y estos quiénes son?, ¿y estos de dónde vinieron?”. Eran personas que ganaban lo mismo que nosotros, aún sin ser profesionales para el área donde tenían que estar. 

Hemos visto un creciente flujo migratorio de nicaragüenses que se van a Estados Unidos, a Costa Rica, la población decide irse del país sin distingo político ni social, ¿qué has observado al respecto en el Poder Judicial?

Si vos renuncias hay un problema, porque ya te comienzan a investigar: “¿adónde vas?, ¿por qué renuncias?”. Te comienzan a hacer un montón de preguntas, porque el temor de ellos es que vas para Estados Unidos. “Nos vas a exponer, nos vas a ir a denunciar”. 

La renuncia ha sido general y otros simplemente abandonan su puesto de trabajo. Por ejemplo, ahorita para las vacaciones de septiembre que fueron largas, de diez días,  cuando llegamos ya la gente no estaba. De repente mirabas que faltaban nueve, diez compañeros de trabajo. Algunos que tenían visa se fueron para Estados Unidos, otros que no tenían visas, pues iban para España o Costa Rica, o simplemente se volvían emprendedores de algún negocio, otros que hablan inglés cogían para Sitel o Ibex (centros de llamadas en inglés).

Los medios independientes también hemos denunciado que algunos altos funcionarios tienen “país por cárcel”, o sea que el régimen no los deja viajar fuera del país. ¿Esto sucede en el Poder Judicial?

Los jueces para salir del país tienen que pedir permiso. Eso es sabido por ellos, no pueden salir ni a Costa Rica ni a El Salvador, ni a Estados Unidos. 

La función del doctor Marvin Aguilar, que es el secretario político del Poder Judicial, es que llega el juez: “Deme permiso para asistir a Estados Unidos, para El Salvador, voy de vacaciones”. El magistrado inmediatamente te pregunta: “¿por qué?, ¿adónde vas?, ¿qué vas a hacer?, ¿cuánto tiempo vas a estar fuera?”. Inmediatamente te dicen que no. 

La orden es que te tienen que dar un documento, es la orden de salida, y cuando vos llegas al aeropuerto, a cualquier punto fronterizo de Migración, es el primer documento (que te piden): “¿Dónde está la autorización de su secretario político para salir del país?”. Sin esa autorización vos no podés salir del país. 

Varios jueces y magistrados ahorita estuvieron con la intención de salir, pero les dijeron que en ningún momento, que no había permiso para salir del país, peor para acudir a Estados Unidos, y nadie fue. El sentimiento fue una bomba, todo el mundo expresándose, diciendo improperios, que qué barbaridad, qué por qué no podían salir. 

¿Y qué opinan los trabajadores ahí en el Poder Judicial sobre los presos políticos, sobre las acusaciones, sobre las condiciones en que los mantienen?

Es horrible. Hay compañeras de trabajo que tienen presos políticos, ahí hay mamás que son sandinistas y sus hijos están presos, y que una vez a la semana tienen que pedir permiso para acudir a los centros penitenciarios a llevarles comida. Estas mamás cuentan que tienen que llevarles alimentos a los guardias que están de turno para que, de esa comida que llevan, le lleven al hijo. La mamá tiene que pagar 20 córdobas diarios para que a su hijo le den permiso para tomar agua. 

Los mismos militantes comenzaron a decir: “Hay que correr a estas madres, si tu hijo está preso es porque es un ‘pucho’, entonces vos también”. 

Los medios también hemos reportado denuncias de corrupción, de nepotismo, de abuso de poder en instituciones estatales, ¿conocés casos de este tipo en tu entorno cercano?

Parte de los abusos es el nepotismo que se da en el Poder Judicial. Por ejemplo, vemos a los magistrados que sus propios hijos, sus familiares son los que están ahí. Es conocido que mucho magistrado está ahí y nombra a toda su familia, viene gente de otro lado y te dice: “Mirá, quiero que metás a mis familiares”.

¿Cómo vivieron ustedes el año pasado las votaciones presidenciales en noviembre?

Las votaciones en noviembre fueron muy controladas. Aquí es sabido que desde ya (para las votaciones municipales) andan movilizados. Por ejemplo, si en un centro de trabajo son 25 o 40 personas, ya hay doce trabajadores del Poder Judicial que en oficinas ya no están, porque andan movilizados, preparando el camino, para ver con qué van a contar, dónde van a dormir, quién va a alimentar a las personas que van a llegar a cuidar el voto. 

Desde ya a nosotros nos obligaron a verificarnos. Te llamaban los responsables de la UVE (Unidad de Victorias Electorales): “A ver, pasen en fila, llamame éste, llamame a Fulano de Tal…”.  Vos ya dabas tu número de cédula, tu nombre completo, ya te salía la información y ya te decían: “Ah, okay, 'Sergio', te toca votar en el colegio tal”. Con esa información que le salió en la computadora, tomaban una foto. 

(En la votación de noviembre pasado) se dio una situación bastante irregular: a la hora que vos estabas ejerciendo tu voto, a las seis de la mañana, vos agarrabas tu boleta, agarrabas tu celular y tomabas un vídeo y decías: “Ya estoy votando en la casilla 2 (del FSLN), en cascada”, que me imagino que es lo que van a hacer ahorita con las municipales. Ya vos mandabas el video al encargado. Cada juez del Poder Judicial tiene un grupo de personas asignadas, de ocho a diez personas. Peor aún, tenías que enseñar el dedo morado (manchado con tinta indeleble), que habías ido a ejercer el derecho al voto. 

¿Cómo ven tus compañeros la persecución contra miembros de la Iglesia católica y el encarcelamiento de sacerdotes, del obispo Rolando Álvarez?

Es un sentimiento bien feo. Algunos magistrados han hecho algunos comentarios bastante feos. 

Hay magistrados católicos, como es el caso de la doctora Juana Méndez, que ella ha manifestado a ciertas personas que el Frente Sandinista la está regando, “la estamos paseando, no estamos de acuerdo con esto”.

Muchos jueces católicos, muchos trabajadores del Poder Judicial se han sentido incómodos. El sindicalista Carlos Alberto López Tinoco, que es el líder de los sindicatos, ha llegado a amenazar a las sedes judiciales, ha llegado a decirte que como afiliados a los sindicatos tienen prohibido acudir a las misas y sobre todo a las procesiones, tal fue el caso de Masaya, por ejemplo, que se les prohibió a los habitantes de Masaya que trabajan en el Poder Judicial acudir a la iglesia, que no podían acudir a las procesiones. Vos te sentís vigilado y decís: “¿Pero qué está pasando con mi fe?, ¿y por qué es un pecado ahora ser católico?, ¿Por qué no puedo ir a misa?”. 

Es un nivel extremo, de desconfianza, de tristeza, te sentís impotente, porque no podés hacer nada, desde magistrados hasta jueces que te dicen: “Esto se está poniendo feo”, y militantes sandinistas que te dicen: “Yo no sé qué vamos a hacer cuando esto se acabe”.

¿Cómo ves el futuro de Nicaragua con el régimen actual?

Todo el mundo está preocupado. En los pasillos cuando estás platicando sale el tema de las sanciones. 

Hay personal bastante veterano dentro del Poder Judicial, muchas personas ya vivieron lo que es un bloqueo, lo que es andar haciendo fila para que racionado te den una libra de azúcar, un pedazo de carne para comer, y todo el mundo tiene miedo, precisamente, de eso. 

Nadie quiere que sancionen al país. La gente tiene miedo de esa sanción, tiene miedo de que Nicaragua se aísle internacionalmente. El mayor socio comercial de Nicaragua se llama Estados Unidos y si Estados Unidos sanciona a Nicaragua, aquí se acabó todo, se acabó la economía. Si hay migración, y esto que no han sancionado a Nicaragua, porque las sanciones han sido personales (contra funcionarios del régimen), ya con una sanción de ese tipo ahí sí, la migración va a ser peor.

¿Consideras que existe alguna salida a esta crisis?

No creo. Ellos van a ir al todo por el todo. Ellos van a buscar cómo se hunda Nicaragua. Daniel (Ortega) no tiene ningún tipo de necesidad, los diputados no tienen ningún tipo de necesidad. 

Es increíble como los jueces y magistrados, a la fecha, aún cuando nosotros tenemos un régimen de austeridad, a los magistrados se les sigue pagando el montón de cupones de combustible, asignación de vehículos, la nueva flota de Nissan que salió para los jueces y ellos no quieren entender que si hay una sanción hacia Nicaragua esto se acabó.

Ellos no tienen ningún tipo de necesidad, el que va a sufrir es el pueblo, el que va a sufrir es el pobre, el que anda jugándosela a diario, vendiendo verduras, el cambista, el limpia parabrisas, esas son las personas que van a sufrir.


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Cindy Regidor

Periodista nicaragüense desde 2007, con experiencia en prensa escrita, televisión y medios digitales. Tiene una especialización en producción audiovisual y una maestría en Medios de Comunicación, Estudios de Paz y Conflicto de la Universidad para la Paz de las Naciones Unidas. Fundadora y editora de Nicas Migrantes, proyecto por el cual ganó el Impact Award 2022 del Departamento de Estado de EE. UU. Ha realizado coberturas in situ en Los Ángeles (Estados Unidos), México, El Salvador, Guatemala, Nicaragua y Costa Rica. También ha colaborado con France 24, The Guardian, Al Jazeera, BBC World Service. Ha sido finalista y ganadora de varios premios nacionales e internacionales, entre ellos el Premio Latinoamericano de Periodismo de Investigación Javier Valdez, del Instituto Prensa y Sociedad (IPYS), 2022.

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